El Presidente Santos tiene por delante cuatro años llenos de presiones, intrigas y peleas de todo tipo. Los miembros de la variopinta coalición que lo eligió reclaman (con razón o sin ella) el triunfo sobre Oscar Iván Zuluaga. Algunos de esos partidos y políticos que apoyaron la reelección fueron, sin duda, determinantes para esa causa, pero otros simplemente están magnificando su aporte, con el propósito de conseguir réditos burocráticos y no quedarse por fuera de la foto.
En circunstancias normales, un presidente debe padecer las extorsiones disfrazadas de aquellos que creen haberlo conducido al poder. El escenario para Santos es más complejo aún, pues, en su desespero por ganarle a Uribe, terminó aliado hasta con el “gato de la esquina”, situación con la que ciertamente perdió margen de maniobra para tomar decisiones libre y espontáneamente, a menos que decida hacerle “pistola” a todo el mundo, como parece ser que hará.
Tener contenta a tanta gente, abanderados de disimiles intereses y dueños de egos superlativos, es un imposible hasta para el más avezado de los manzanillos. Las rivalidades están a la orden del día y lo cierto es que un político prefiere que lo deje la mujer a que le quiten un puesto. Basta con echarle un vistazo a la actitud del expresidente Gaviria por la elección del nuevo Contralor: pataleta con amenaza incluida porque el Presidente Santos no apoya a Rondón, el candidato de Gaviria.
Es innegable que Santos se hizo a la victoria por la gigantesca maquinaria estatal implementada y por la fuerza electoral de la coalición que lo respaldó, pero no podemos olvidar que esos partidos, individualmente considerados, no habrían llegado a ningún Pereira. En otras palabras: Santos les sirvió tanto a los partidos, como los partidos le sirvieron a Santos. El uno sin los otros habría desaparecido del radar político o, en el mejor de los casos, hubiese quedado reducido a su mínima expresión, de haber triunfado el uribismo.
La molestia de gran parte de la clase política santista por elnuevo gabinete ministerial fue la primera de muchas rebeliones que el primer mandatario tendrá que conjurar.Varios miembros de la coalición no sienten que sus regiones hayan quedado representadas en el cuadro de escuderos que acompañarán a Santos en el próximo cuatrienio. Aunque están molestos, les queda muy difícil enfrentarse a un gobierno que apenas empieza su segundo tiempo y, por ello, esta vez tendrán que “aguantarse el brinco”.
Me surge una inquietud en todo caso: ¿si lo que unió a los de la U, a los conservadores, los liberales, a la izquierda, a los verdes y demás movimientos políticos en torno de la candidatura de Santos fue la paz, por qué tanto interés por los puestos? Me respondo yo mismo con un aforismo de mi propia cosecha: En campaña, las buenas intenciones de los políticos son como los unicornios: no existen. Santos debe sobreponer los intereses del país a los de sus patrocinadores. No se trata de desconocer a nadie; lo importante es hacerle ver a todos que hay prioridades y que nuestra nación requiere de una transformación profunda, que solo será posible a través de un pacto social y político que incluya a todas las fuerzas vivas de la patria, y para alcanzar ese ideal es imperativo pensar como sociedad y no como individuos.
La ñapa I: En estricto derecho, Edgardo Maya no está inhabilitado para ser Contralor, por la circunstancia de haber sido conjuez. Quienes piensan lo contrario o desconocen la ley o quieren atajar a Maya a como dé lugar.
La ñapa II: Me gustó el gabinete; sobre todo las costeñas que lo integran.
La ñapa III: La navegabilidad del río Magdalena es una realidad. La concesión para explotarlo fue adjudicada el viernes. ¡Bien por Cormagdalena!
La ñapa IV: ¿ Y Sergio Diazgranados qué? ¿Se quedó sin puesto?
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La batalla de Santos
Dom, 17/08/2014 - 14:41
El Presidente Santos tiene por delante cuatro años llenos de presiones, intrigas y peleas de todo tipo. Los miembros de la variopinta coalición que lo eligió reclaman (con razón o sin ella) e