El comunicado del fin de semana del cabecilla de las Farc alias “Timochenko” abre nuevamente el dilema sobre la posibilidad de hablar de paz en Colombia. Por un lado, el presidente Juan Manuel Santos lleva casi un año coqueteándole a un supuesto proceso de paz con los terroristas de las Farc, queriendo pasar a la historia como el gobierno que sí pudo silenciar las armas de esos violentos y el hombre de la paz, pues sus políticas de prosperidad democrática quedaron en el discurso y sus perspectivas de grandes obras por cuenta de la locomotora de la infraestructura, en el olvido. La coartada perfecta: la ola invernal, por culpa como él mismo lo dijo “del maldito fenómeno de La Niña”.
Así las cosas, las posibilidades de posicionar un gobierno con pocos aciertos, en pro de su reelección o en pro de pasar a la historia, son pocas. No arrancó ninguna locomotora, obras de infraestructura de este gobierno para mostrar ¡no hay!, prosperidad democrática tampoco, la seguridad que era un avance del gobierno anterior se ha deteriorado. Sin más, el gobierno solo tiene una carta para jugarse y pasar a la historia o para plantear reelegirse, y esa carta que le queda es la de la paz.
Ahora el turno fue para el pretencioso facineroso “Timochenko” quien envía el mensaje de coqueteo al gobierno y a la opinión pública sobre la posibilidad de volver a hablar de paz, partiendo de lo que se dejó de hacer en el Caguán. El mensaje está claro, las Farc sienten que este gobierno es blandengue, que tiene poca conexión con la opinión pública y las bases, que su diálogo público es nulo, y ellos, los terroristas, le apuestan a distraer la atención de una opinión pública confundida y a un gobierno un poco peor de confundido que perdió el norte en asuntos de seguridad y defensa. ¿Cuál es la intención de Timochenko? Pues no es otra que una posición estratégica para dilatar, tomar su tiempo y quitarse la presión militar de encima porque tiene claro que el próximo en caer sería él.
La presunción o apariencia de las Farc expresando sus falsas intenciones de paz las hemos vivido en el pasado. Recordemos bien como el gobierno Pastrana “entregó” la seguridad de los colombianos a las Farc, acordémonos como “Jojoy”, “Marulanda” y compañía se pavoneaban en el Caguán en camionetas 4x4, y mandaban el mensaje que los esperáramos en Bogotá.
¿Usted quiere ese fatídico episodio nuevamente para Colombia? ¿Usted cree que ese planteamiento se lo harían las Farc a un gobierno de mano dura? Obviamente no. Ellos son astutos, agazapados, y saben bien que el gobierno no tiene sintonía con quienes lo eligieron, saben bien que no es un gobierno pantalonudo y que le pueden tomar del pelo como lo hicieron en el pasado con el funesto gobierno Pastrana, que entre otras, aparte de darle “poder” a las Farc, se dedicó a graduar políticos corruptos. Siendo así las cosas, ¿usted votaría por Santos para una posible reelección?
En mi última columna del año 2011, expresé la declaración de liberación unilateral de unos uniformados secuestrados por estos terroristas como la inocentada de las Farc. Y no nos equivocamos quienes lo expresamos. Hoy está probado tal hecho.
La dilatación en la supuesta entrega, la falsa promesa de liberación de ese grupo de secuestrados, y por otro lado, atacando diferentes puntos del país deja claro que pretenden hacerle creer a Santos que es posible una salida negociada. Pero obviamente es la estrategia que buscan para tener nuevamente tiempo y espacio, para retomar el control y hacer una conferencia, pues muchos de sus frentes hoy deben estar incomunicados con “Timochenko” a quien le deben estar respirando en la nuca las Fuerzas Armadas.
Pastrana expresó, a su vez, que si ellos tenían interés en revivir la agenda de paz en el pasado, que cumplan el compromiso de no secuestrar más ¿Inocentada más?
El expresidente Ernesto Samper ha dicho que podría empezarse a hablar de paz después de la liberación de todos los militares, situación que es más viable y que sería un buen punto de partida. Pero es fundamental también la presión de la opinión pública y del gobierno encaminada a la exigencia de la liberación inmediata de todos los militares secuestrados, les sea respetada la vida. En pocas palabras, si tienen ganas de paz, que empiecen a cumplir, pero con hechos concretos, liberaciones y cese de ataques a poblaciones indefensas. Esto facilitaría el camino, si no lo hacen perderán más espacio político, hoy “Timochenko” está en jaque y pronto le pueden dar mate.
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