De hace unos años para acá, más exactamente desde 2009 cuando logramos elevar la masacre del avión de Avianca en 1989 al rango de Lesa Humanidad, se han venido implementando decisiones de la Fiscalía General de la Nación en ese sentido, sobre todo tratándose de los famosos magnicidios.
Este tema que es de la mayor relevancia en materia humanitaria, hay que tratarlo con la responsabilidad que el mismo se merece. Dar el nivel de Lesa Humanidad a un crimen, debe atender a unos presupuestos de Derecho Internacional y observancia de INSTRUMENTOS, Tratados, Convenciones y Protocolos que versan sobre la materia. No se trata de andar dando este rango a lo que medio les huela a una aspecto violatorio de Derechos Humanos sin realmente serlo. Hice una aclaración de carácter académico en mi editorial “La Lesa Humanidad” publicada por esta revista el 24 de julio pasado. El asunto de la Lesa Humanidad es de gran envergadura, es un tema muy sensible y que tiene implicaciones de carácter jurídico que deberían dejar ver la seriedad de la administración de justicia de un Estado.
La semana pasada me reuní con la Fiscalía justamente para tratar este tema que cada noche me inquieta más; específicamente en la causa que me ocupa de manera principal: la bomba del avión de Avianca que acabó con 107 pasajeros en pleno vuelo y que el próxima 27 de noviembre cumple 25 años de vergonzosa e inexplicable impunidad. Un alto funcionario del ente investigativo, de quien me reservo su nombre, arrancó la reunión diciendo algo sensato. “Dr. antes que nada le quiero decir que cualquier cosa que yo le diga acá le va a sonar a excusa. Entiendo perfectamente su posición y esto es inaceptable”. Es decir, una excusa más de tantas que hemos oído a lo largo de este infame cuarto de siglo sin verdad, justicia ni reparación.
Cuando el Dr. Montealegre estaba en plena campaña para aspirar al cargo de Fiscal General de la Nación, una de sus banderas electorales era la “priorización de casos de Lesa Humanidad”. Esto parece haber sido una promesa más de tipo electorero de cualquier candidato populista y demagogo de los que abundan en nuestro país. Conocí un documento que se sometió a consideración del jefe de la entidad por parte de la Unidad Nacional de derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en donde se solicita el dinamismo procesal de magnicidios incluido el caso Avianca. Ese proyecto se va a volver a presentar pues parece que en este momento Montealegre está más ocupado promoviendo las penas accesorias de los narcoterroristas de las Farc y explicando la garantía de la suspensión de la ejecución de la pena de aquellos bandidos, que en cumplir con los presupuestos humanitarios en los crímenes de Lesa Humanidad y sacar adelante temas tan sensibles como el de Avianca.
Pero como es necesario demostrar gestión se han venido declarando de Lesa Humanidad a diestra y siniestra delitos que no cumplen con los requisitos internacionales para obtener dicha declaratoria y esto hace que la trascendental entidad jurídica de la Lesa Humanidad -como se dice popularmente- se prostituya.
Ayer el diario El Espectador registró un importante artículo sobre este álgido y espinoso tema, que para muchos -y derivado del mal manejo que se le da en Colombia-, es un saludo a la bandera. Si bien es cierto que una de las consecuencias procesales de elevar un delito a dicho rango, es la imprescriptibilidad de la acción penal, -que debe entenderse como una opción para seguir adelante y dinamizar los procesos, que no para estancarlos-, eso no supone ni verdad, ni justicia ni reparación y menos cuando aquellos robustos expedientes terminan sirviendo de tranca de un despacho judicial. No hay derecho. Pero la Fiscalía ya se comprometió. Vamos a ver.
En la nota de ese periódico titulada Rastro impune de los crímenes de lesa humanidad se plasman parte de mis pensamientos críticos acerca del manejo de la Lesa Humanidad en Colombia a raíz de las 3 nuevas declaratorias por los homicidios de Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur y del sindicalista Luis Felipe Vélez, perpetrados el 25 de agosto de 1987.
Registra el periodista Juan David Laverde, que “El Espectador consultó a víctimas, abogados y académicos con el fin de contestar este interrogante. La respuesta fue unánime: la declaratoria de crimen de lesa humanidad es casi un saludo a la bandera. Un debate que volvió a la coyuntura de las páginas de los diarios y de los medios de comunicación tras la decisión de dos fiscales de la Dirección de Análisis y Contexto en la que determinaron como delito de lesa humanidad los asesinatos de los defensores de derechos humanos”.
La Lesa Humanidad es un aspecto de la normativa humanitaria mundial de la mayor importancia. No es un juego. Genera obligaciones y riesgos, no solo locales, sino ante el concierto internacional. La Juridicidad de este concepto es de lo más elevado que hay en la aplicación de los Derechos Humanos y la observancia del Derecho Internacional Humanitario, reitero: no y no es un juego. Abrazo cálido. Seguimos trabajando. #nomasmentiras
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La lesa humanidad II
Jue, 09/10/2014 - 16:07
De hace unos años para acá, más exactamente desde 2009 cuando logramos elevar la masacre del avión de Avianca en 1989 al rango de Lesa Humanidad, se han venido implementando decisiones de la Fisca