La Sombra del Conflicto

Con asombro vi como el diario El Espectador dedicó la primera página y una buena parte de su edición dominical a una entrevista-encuentro entre dos excombatientes: Martín Sombra, jefe guerrillero, conocido como el carcelero de las Farc y Ramón Isaza, jefe paramilitar del Magdalena Medio. Me he quejado muchas veces de esa fascinación por lo ilegal que hay en nuestros medios de comunicación, en especial de las narconovelas y los héroes que construyen, los Pablos, los Castaños, los Gachas y todos sus lavaperros. Pero tranquilos, no voy a volver a hablar de lo mismo aunque sigo pensando igual, es absurdo ese bombo inmerecido que un diario de la importancia de El Espectador le da a dos asesinos que dedicaron su vida entera a matar gente. Quiero hablar de otras cosas, aquellas que se pueden deducir en esa entrevista a dúo y que, tal vez sin proponérselo nos dejaron saber ese par de matones hoy convertidos en dos viejitos inofensivos que conversaban como viejos amigos. Con cierto júbilo periodístico El Espectador nos cuenta que ese par se conocían, no de ahora sino de antes, inclusive fueron compañeros de parranda y trabajaron juntos. Así es nuestra guerra, hecha de los mismos personajes. A veces ejercen de narcos, otras de guerrilleros, otras de esmeralderos, otras de secuestradores y cuando tienen la oportunidad de salir a la luz pública se arropan con el mismo manto de la ideología para justificar todo lo que han hecho. Sombra e Isaza, como muchos otros, han comido del mismo plato, se han alimentado de los mismos odios y han cometido los mismos horrores. Porque nuestro conflicto hace años dejó de ser una lucha de clases para convertirse en una lucha de intereses y poderes económicos. Otra cosa que indigna en las declaraciones de Martín Sombra y Ramón Isaza es que en lo último que piensan es en sus víctimas. Les importa un pepino el daño que hicieron y el reguero de muertes y dolor que dejaron. Parece que solo tienen presentes a sus combatientes o a los combatientes del otro bando, para los que ahora piden clemencia y comprensión. Cuando tocan el tema de la violencia lo hacen sin rostros, una guerra de ene enes, porque la población civil que han maltratado tanto no está presente en su charla amigable, esas víctimas han sido apenas el telón de fondo del conflicto, nunca su razón de ser. Así como son de precisos sus recuerdos relacionados con los jefes de la guerrilla o de los paras, son de vagas sus referencia a tantos civiles inocentes que sufrieron por sus acciones. Lo más amargo que queda después de leer estas declaraciones es constatar que en medio siglo de lucha armada muy poco o, mejor, nada se puede mostrar como logro de la revolución o la contra revolución. La guerra de ese par de tipos, el conflicto que han vivido y nos han hecho sufrir ha sido una enorme estupidez, un inútil derramamiento de sangre, que terminó por corromper el campo, buena parte de las fuerzas armadas y por supuesto a los combatientes de lado y lado. La entrevista a estos dos sujetos nos grita a la cara que la guerra es una inutilidad. ¡Y pensar que hay quien suspira porque continúe! Este par de viejitos gordos y deteriorados, uno con dificultad para caminar y otro con la mano temblorosa que ya no le serviría ni para apuntar bien un revolver, son una ruina moral y ética. Nada bueno pueden representar hoy frente al país. Porque tal vez lo que más me impresionó es que ese par lo único que espera es un indulto para vivir en libertad sus últimos años. A ellos no les interesa cambiar el país, ni mejorar las condiciones de vida de nadie. No quieren equidad, ni educación para nuestra población. Lo único que esperan es “que en La Habana no se olviden de ellos”. ¡Los demás les importamos un carajo! Nunca un alias estuvo tan bien puesto, ese viejito no es Martín Sombra, sino la Sombra de un conflicto que hace muchos años perdió su razón de ser. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/