Pasada la época de la contienda electoral para unos llena de júbilo y para otros no tanto, considero que es menester regresar a los temas de carácter humanitario que tanto me apasionan y que tanta desilusión nos dejan a los colombianos; pero que ocupan un lugar de suma importancia transnacional. Para muchos es motivo de retiro de este maravilloso oficio de la defensa de los Derechos Humanos, el hecho de que las resultas internas en los trámites legislativos y de instrumentos locales para hacer valer aquellos y las amenazas sufridas por los grupos ilegales y el hostigamiento de las fuerzas “legítimas” nacionales. En sentido contrario para mí es motivo de seguir luchando, de adelantar con mayor ahínco, categoría y actitud solícita la búsqueda lejana y cada vez más turbia de la verdad y la justicia sobre la base de la aplicación de los instrumentos naturales de los DD. HH. y el DIH.
En días pasados le respondí un trino al Honorable Senador Juan Fernando Cristo, en el cual aterrado decía que “el Decreto que reglamenta a la Ley de Víctimas tiene demasiados vacíos”. De manera inicial pensé que se trataba de un chascarrillo o retruécano de aquellos que suelen divulgar de manera masiva por las redes sociales y las cadenas del chat de algunos dispositivos móviles. Luego de leer el contenido me di cuenta que sí tenía algo que divulgar y era lo vulgar de su nuevo pronunciamiento acerca del texto del tal Decreto. Con la iluminación de la justicia divina alejada de las medidas humanas en esta materia pensé para mis adentros “es otra fantasía de Cristo y sus discípulos”. Una vez hecha esta reflexión y previo a un raciocinio que no requirió sino de recordar el maltrato que nos han dado a las víctimas del narcoterrorismo por décadas y en especial el que padecimos en el debate legislativo y su discusión en el Congreso -donde habita la democracia- procedí a responder aquel gorjeo aviar cibernético. Me voy a permitir transcribir esos caracteres contentivos de mi respuesta a este Gran Padre de la Patria. A saber: con una ley discriminatoria y excluyente, no sorprende que el Decreto esté colmado de vacíos y vicios. Pero lo mejor de este pronunciamiento del veterano y nunca bien ponderado congresista, son sus declaraciones en las que pasa el balón al mejor estilo de James Rodríguez, con una calidad y talento que desbordan a cualquier Pibe Valderrama. Es cierto que emana del ejecutivo dicho instrumento, pero qué descaro cuando luchamos porque esa fuera una ley dignificante e integral; porque no suprimieran la Comisión de la Verdad cuando en este país no hay garantías procesales; porque no dejaran por fuera los crímenes de los narcos y las persecuciones políticas, entre otros, que recaiga sobre aquella rama la responsabilidad de los vacíos y falencias de la reglamentación de una ley que no es más que una colcha de retazos, llena intereses políticos subrepticios y de insultos a las víctimas. Si lo accesorio sigue la suerte de lo principal ¿qué podríamos esperar del Decreto el comento?
Expresó el hijo de Dios en lo legislativo, que además es el honroso Presidente de la Comisión de Víctimas que "tiene muchos vacíos y se puede mejorar mucho más. Encontramos que se puede mejorar en lo relacionado en cómo va a funcionar el otro año, quiénes y cómo van a tener acceso a la reparación o indemnización, cuál va a hacer la población prioritaria, cómo será la restitución de tierras, quiénes serán los primeros beneficiarios y en qué se benefician".
Luego de leer esto me inclino más a la versión y visión inicial que tuve de su “tweet” y me dije. “tranquilo Arellano, sí era un chiste”. No se concibe de otra manera cuándo pasan dos cosas. La primera que ya mencioné relativa a la desconfección (término nuevo que debe usarse de manera recurrente en el templo de la democracia colombiana) normativa que sufrió el papel donde imprimieron la ley 1448 de 2011 y la segunda cuando aun hay en curso en la Corte Inconstitucional 10 demandas de inexequibilidad en su contra. Mejor dicho, una de las fantasías de Cristo y sus discípulos era crear una norma discriminatoria e inconstitucional, sin objeciones del Presidente y que fuera objeto del apalancamiento de la impunidad a manos de la Corte, siendo rechazada nuestra demanda en nombre de nuestras víctimas y así poder tirarle la papa caliente al Ejecutivo.
¿Adivinen qué? Jamás me respondió, pero esto sorprende menos, llevo esperando a que me de una cita y me responda hace casi dos años.
¡Era un chiste! Con todo lo anterior el Honorable Senador a quien dedico con gran admiración esta columna debe ser reconocido como lo que es: el Cristo milagroso, redentor y defensor de los menos favorecidos en Colombia con su cuerpo colegiado de apóstoles. Abramos los ojos. Abrazo cálido, seguimos trabajando.