Las intocables Cajas de Compensación

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, me dijo –en Todelar- que las Cajas de Compensación deberían ser “especializadas” (hoy manejan salud, vivienda, auxilios de desempleo, recreación, crédito, magia) pero se olvidó rápido del asunto y afirmó después que no serán tocadas en la reforma tributaria. Y al parecer ni siquiera vigiladas. La entidad que supervisa a las poderosas cajas es pequeña, esquelética, raquítica, con funcionarios que ganan poco pero –por lo mismo- se dejan comprar y sobre todo se dejan “atender” como reyes en sus visitas de control. (“..Paseo de dos días a restaurantes, zoológico, museo de la Caña, hacienda La María, Cristo Rey, el lago Calima y hasta alquiler de motos acuáticas para los comisionados de la super-subsidio”). La denuncia que hace la revista Semana sobre el saqueo a Comfenalco Valle podría repetirse en las 43 cajas que operan en Colombia y que manejan más de $12 billones al año. “Según las auditorías internas (hablando del Valle) cerca de $14.500 millones de todos los afiliados terminaron en manos de los directivos, sus familias y bonos de regalo. El director, Felice Grimaldi y otros ejecutivos habrían recibido más de $5.800 millones en incentivos, algo que está prohibido por la ley”. Las cajas son aliados del Estado y sus gerentes socios políticos del presidente Santos. Seguramente ustedes recuerdan la foto aquella en que aparecen todos los “dueños” de las Cajas en su adhesión a la campaña Santos, encabezados por el presidente de Asocajas, Alvaro José Cobo. Después de ese día, el ministro Cárdenas se olvidó de la necesidad de especializar las cajas, que tienen como oficio gastar a manos llenas. Comfamiliar del Huila lleva a Neiva al mentalista Tony Kamo. A la semana siguiente a los mejores vallenatos. El siguiente sábado regala útiles escolares o casas, o presta plata. O sus directivos viajan por el mundo a jugar golf. Nada más fácil que recibir millones por montones (el 4% del impuesto a la nómina de todos los empleados) e invertir o derrochar, porque no hay controles. Sólo dos gerentes han sido destituidos en los últimos años porque –de manera absurda- quebraron, robo tras robo, las entidades a su cargo. Otros, como Armando Ariza, del Huila, se han mantenido por 20 años en el cargo, convertido en un pequeño y temido reyezuelo regional. Para colmo de males, las Cajas que reciben dinero de todos los empleados del país, a través de leyes que así lo establecieron, son controladas por la debilucha Superintendencia Familiar que no tiene dientes ni ganas, y se encuentra todos los días con la barrera de que “son entidades privadas sin ánimo de lucro”. Y por ese hueco se va toda la corrupción que quieran algunos habilidosos delincuentes de cuello blanco.