Poco hicieron en su primeros seis meses y menos harán este año, que los políticos dedican a defender sus intereses. Ganar con alcaldes y gobernadores de su grupo es lo prioritario, pensando en la propia subsistencia.
Los representantes elegidos por Bogotá quedan en el peor de los mundos. No ejercen ningún poder en la ciudad ni los atiende el alcalde (pesan más los concejales). Tampoco el Presidente de la República porque nunca se convierten en un grupo de presión como costeños y antioqueños.
Son ruedas sueltas, la mayoría de las veces inofensivas, que –con pocas excepciones- sobreviven en política, si finalmente terminan pegados a una figura nacional, ejemplo Alfonso Prada “santista”, ahora director del Sena.
Sin ningún protagonismo ni trabajo de fondo por Bogotá, la ciudad que los eligió, sino algún malabarismo personal los rescata del aislamiento. Ejemplo: María Fernanda Cabal, la más notoria congresista de la ciudad, por las continuas polémicas que desata.
Los otros cuatro representantes del uribismo no existen para el grueso de los bogotanos (y menos para el país): Esperanza María Pinzón, Tatiana Cabello, Edwar Rodríguez y Samuel Hoyos
En el partido liberal figura Clara Rojas, más por su papel de exsecuestrada, que por la defensa de los intereses de Bogotá. Olga Lucía Velásquez no aterriza y Juan Carlos Lozada no existe.
En el trío de la Alianza Verde, Inti Asprilla no despega. Angélica Lozano brilla como la novia de la senadora Claudia López, y por algunas discusiones de género. Y se destaca Ángela María Robledo.
Los dos escaños del Partido de la U se convirtieron en relleno. ¿O alguien sabe qué han hecho Carlos Arturo Correa y Efraín Torres?
Los dos del Polo Democrático son buenos: Germán Navas Talero y Alirio Uribe.
Larita (Rodrigo) centra su trabajo en atacar al expresidente Uribe, quien alguna vez lo tuvo entre sus colaboradores cercanos en Palacio. De su vida pública lo único que se conoce y recuerda es su postura de borracho boxeador, retando a un portero de la registraduría.
Carlos Eduardo Guevara (del Mira) es un buen muchacho. Y Telésforo Pedraza (el único conservador que queda en la ciudad) es un viejo zorro, que se mueve con habilidad en el Congreso, cuando toca, sin desgastarse.
En cuanto a los siete curules de Cundinamarca, el asunto es para ponerse a llorar:
De Cambio Radical, Jorge Emilio Rey –el más votado- estuvo de paso unos meses y renunció para lanzarse a la gobernación. Lo reemplaza Betty Zorro, una dulce señora de la vieja política de Soacha.
Jorge Enrique Rozo ocupa el segundo escaño y trabaja muy duro. En el tema burocrático.
¿Alguien ha oído hablar de Jorge Edilberto Caicedo y Alfredo Guillermo Molina? Son los dos representantes del Partido de la U.
Orlando Alfonso Clavijo fue elegido por el partido conservador y Óscar Sánchez por el partido liberal, organizaciones en extinción en el departamento y otras regiones del país. Los dos apenas saben levantar la mano. Lo mismo y peor pasa con Rubén Darío Molano.
Así las cosas, la liviandad de los elegidos no permite que puedan hacer nada por Bogotá y Cundinamarca, distinto a crecer con sus compadrazgos. Por ahora, porque tienen tres años por delante.
¡Pero tengo curul!, dirán todos, como Gabriel Muñoz López con su programa a las 2 de la mañana en Caracol.
Las livianas bancadas de Bogotá y Cundinamarca
Mar, 13/01/2015 - 04:30
Poco hicieron en su primeros seis meses y menos harán este año, que los políticos dedican a defender sus intereses. Ganar con alcaldes y gobernadores de su grupo es lo prioritario, pensando en la p