Los insignificantes

Lun, 20/06/2016 - 14:42
Hannah Arendt, la célebre filósofa política afirmó que la verdadera maldad del totalitarismo fue demostrar que el ser humano podía ser irrelevante. En los campos de concentración, los nazis no c
Hannah Arendt, la célebre filósofa política afirmó que la verdadera maldad del totalitarismo fue demostrar que el ser humano podía ser irrelevante. En los campos de concentración, los nazis no consideraban que las víctimas eran seres humanos y por lo tanto ni su vida, ni su sufrimiento eran significantes. Ni siquiera su muerte, consideraban ellos, era importante. La Solución Final no era más que un servicio público prestado por el régimen nazi similar a la distribución de agua o la recolección de basuras. Arendt afirmaba que al nazismo le debíamos habernos mostrado la verdadera naturaleza del mal absoluto. Al escuchar la intervención de Juan Manuel Santos en el Foro Económico Mundial en la que amenazó a los colombianos afirmando que si no aprobaban el plebiscito estarían condenados a una violencia peor que la que han soportado durante décadas, me pareció su pensamiento era de estirpe totalitaria. Pensé en Arendt y en la irrelevancia con la que Santos trata a los ciudadanos del país que dice dirigir. Lo que ellos piensen, lo que hayan sufrido, el sentido de justicia que tengan, su rechazo de la impunidad, el sacrificio de sus libertades y derechos, nada de eso tiene importancia. Lo único que importa es su proceso de paz, la satisfacción de su ego y el triunfo de su visión desnaturalizada de la política. Los colombianos son irrelevantes; merecen su suerte como los judíos, según los nazis, la de ser gaseados. Si no quieren la paz de Santos, que vivan en la violencia. Como lo dijo Arendt durante el juicio de Adolph Eichmann, el jefe de orquesta de la Solución Final, el triunfo del nazismo consistió en banalizar el mal. El proceso de paz de Santos ha banalizado los crímenes contra la humanidad cometidos por las FARC, reduciéndolos a simples hechos con un contenido ético aceptable en el marco de una lucha por la justicia social. Tan insignificantes somos que ni siquiera tenemos derecho a conocer lo negociado. No contamos con la estatura intelectual ni la capacidad de evaluar los puntos acordados. No somos dignos de tener una opinión negativa o positiva de lo que De la Calle y Jaramillo, seres superiores, han negociado. Tan irrelevantes somos que si sólo el 13 por ciento de nosotros vota en el plebiscito, lo pactado será más importante que la ley de leyes, nuestra Constitución. Una pequeña minoría basta para ratificar el Acuerdo. Lo que la mayoría piense es marginal porque sólo la minoría pacifista piensa bien. Todos sabemos hacia donde nos conduce el totalitarismo mental de Santos. Miguel Gómez Martínez migomahu@hotmail.com
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