Llamar a Lucho Garzón a juicio de responsabilidad fiscal es un titular taquillero. Está de moda mostrar que los dirigentes izquierdistas son tan corruptos como los derechistas. Que nadie se salva, que en Colombia entre el diablo y escoja y que todos se tapan con la misma cobija. Ahí va el hijo de Carlos Bula, con el lío de Estupefacientes y para rematar, lo vincula la Fiscal esposa de un exguerrillero del M19, que produce su propio raiting porque tiene más malquerientes de los que se imaginaba.
En medio de este particular panorama decembrino se da cuenta de que los primos Nule serán condenados a penas irrisorias por colaborar con la justicia, que Samuel y su hermano Iván Moreno serán declarados culpables por tráfico de influencias y celebración indebida de contratos, con Inocencios y Dávilas a bordo, Moralesrussis y Olanos listos a prender ventiladores y con Julios Gómez y Emilios Tapias dispuestos a cantar y no justamente villancicos, lo que se percibe es que algunos quieren aprovechar el caos bogotano para mandar a volar los pastores porque se acabó la navidad.
Ya lanzó el primer volador el abogado de Iván Moreno al pretender poner a girar al propio alcalde electo Gustavo Petro en el carrusel. Ahora, para completar, algún genio de la Contraloría se propuso sacar a bailar al exalcalde Garzón en este sainete, con no muy claros propósitos y deja más bien la sensación de que por lo menos alguien está buscando el ahogado aguas arriba.
Hilar fino es muy fácil y a veces los investigadores de la Contraloría escogen ese camino. Con eso se da la idea de que hay gestión y que se está cumpliendo con la labor de defender lo público. En el caso de Garzón, se adjudicó al final de su periodo un trecho de la 26 en la construcción de la Fase III de Transmilenio, y para la Contraloría, en estos contratos no se realizaron los diseños completos de las obras. Y asume que por cambios y ajustes en los diseños se han pagado más de 45 000 millones de pesos, porque se encontraron con líneas madres de la red de acueducto.
En medio de estas informaciones se siembra la especie de que Lucho es lo mismo que Samuel y que la corrupción va por cuenta del Polo en toda generación. El propio Garzón advierte y hace énfasis en que no lo están llamando a interrogatorio por ladrón, o por recibir coimas. Hay que entrar a distinguir, según Petro, su principal denuncia apuntaba a la concentración de la contratación como resultado de que la administración de Moreno eludió la aplicación de la Ley 80, que de alguna manera garantiza transparencia. Y el mismo Concejal Progresista Carlos Vicente de Roux reconoce que en la administración de Lucho Garzón el 45% de las contrataciones se hizo a través de licitación, mientras en la administración de Moreno apenas un 30%.
Pero como obras son amores y no buenas razones, el que se inventó poner a Lucho en calzas prietas entre natillas y buñuelos sabe que a alguien le sirve dejarlo en la Picota pública. Y con solo mirar desprevenidamente lo que se deja en el aire resulta inevitable llegar a conclusiones aparentemente simplistas o típicas de la izquierda mamerta cuando se acusa a uno de sus dirigentes: Que hay una derecha que está presta a jugar al castillo de naipes con los dirigentes que su juicio representan peligro para sus intereses.
Como algunos piensan así, la mayoría se resiste a caer en que todo es producto de la estrategia del enemigo. O que la persecución viene de aquellos que no les conviene nada que no venga de las roscas que tradicionalmente conforman componendas de burócratas, politiqueros y caciques regionales. Pero es difícil no caer en la tentación de pensar mal ya que a todas luces se ve que el propósito es empapelar a un dirigente de izquierda que mucho dista de parecerse a esa vertiente del Polo compuesta por las herencias de la Anapo, que poco y nada han tenido que ver con la vocación renovadora y progresista que representan personas como Lucho o como Petro.
Por eso hay también que hilar delgado. ¿A quién le interesa que Lucho quede enrolado en las cuerdas del carrusel de la contratación? Y si se juzga por los comentarios que se hacen on line en este tipo de noticias se descubre que hay una mano negra que por lo menos piensa y escribe con furia contra todo lo que parezca izquierda democrática.
Intentar extender responsabilidades hacia un dirigente que algunos proyectan como una figura con capacidad de salida negociada para la paz de Colombia es una buena jugada para atravesarse a los rumores de que el presidente Juan Manuel Santos quiere apostarle a un nombre como Lucho para buscar la salida negociada con la guerrilla.
Lo más seguro es que meses después encontrarán a Lucho inocente y le pedirán excusas. Y se dirá que le hicieron la Inocentada, pero esperemos que no sea por culpa de las que está haciendo Inocencio para demostrar su inocencia.