No se puede convertir en un “arbolito de navidad”, como para colgarle cuanto adorno se le antoje a todo el mundo. La movilización por la paz del próximo 9 de abril no necesita más consignas para convocarnos. Ponerle punto final a un degradado conflicto armado, pesada herencia de nuestro inconcluso siglo XX, es razón suficiente para mover las fibras de la nación. Hacerlo el día del asesinato de Gaitán, para recordarnos la génesis de esta última pero repetida violencia política, tiene una inocultable carga simbólica. Y en la fecha que la Ley de Victimas escogió para recordarnos el impacto humanitario de esta guerra inútil, le pone un sello, una perspectiva, un ángulo a la paz que nos aprestamos a construir.
Por eso no me gustan los reparos que algunos sectores hacen a esta movilización. He escuchado a Clara López, en nombre del Polo Democrático, anunciar que no concurrirán porque sospechan que será una jornada para respaldar la reelección del presidente Santos. Ello porque el Primer Mandatario consideró apropiado un explicito respaldo ciudadano a los diálogos de La Habana. Con semejante gesto de tacañería política, el Polo termina compartiendo los inverosímiles argumentos del expresidente Pastrana, quien cuestiona que el proceso de paz con las FARC se haga ad portas de una campaña presidencial. “Olvidando” que su propia elección se la quedó debiendo a un dialogo con esta organización guerrillera, con despeje territorial incluido. Y “olvidando” que el exitoso acuerdo de paz con el M 19 se concretó en las postrimerías del Gobierno Barco y de cara a una elección presidencial que culminó con el triunfo de Cesar Gaviria. Peor aún, termina el Polo coincidiendo con Uribe Vélez, quien no ahorra trino para fustigar cualquier iniciativa de paz con las guerrillas. Tampoco me gusta el uso oportunista que otros quieren hacer de esta jornada. La Alcaldía de Bogotá en buena hora asumió la iniciativa de convocar la movilización. No se espera menos de un Alcalde que debe su existencia política a un Acuerdo de Paz. Y de un incansable batallador por los derechos de las victimas desde su condición de Congresista. Pero sorprende que pretenda aprovechar el clamor de los bogotanos por una solución pacifica al conflicto, para mostrarla como un respaldo a sus equivocaciones e improvisaciones como mandatario capitalino. Nos ha invitado la Alcaldía, en un supuesto “ataque de audacia” a marchar por la paz y en “defensa de lo público”. Me pregunto qué tienen que ver las negociaciones de La Habana con la errática implementación del modelo de basura y la sospechosa contratación de compactadores y volquetas usadas. Bien sabemos que la negociación con las FARC puede ser eficaz gracias a la discreción de las partes. Eficacia que también esperamos con el ELN. Pero se necesita fervor y legitimidad en la sociedad. Una movilización comparable con el Mandato Ciudadano por la Paz de 1998 nos servirá para superar la guerra y construir la paz. A esa movilización hay que concurrir con grandeza, generosidad y sin cálculos políticos. Por eso, este 9 de abril marchemos por la paz y punto. @AntonioSanguinoMarchemos por la paz y punto
Lun, 01/04/2013 - 01:01
No se puede convertir en un “arbolito de navidad”, como para colgarle cuanto adorno se le antoje a todo el mundo. La movilización por la paz del próxi