Mi paz con “don Jediondo”

Lun, 25/08/2014 - 15:25
En estos tiempos de reconciliación en procura de la paz, nos sentamos con Pedro González -más conocido como Don Jediondo- a devolver la película sobre el día que -hace 15 años- pedí su retiro d
En estos tiempos de reconciliación en procura de la paz, nos sentamos con Pedro González -más conocido como Don Jediondo- a devolver la película sobre el día que -hace 15 años- pedí su retiro de Caracol y lo dejé (por lo que me cuenta) aguantando hambre, confundido y derrotado, con una bebé por sacar adelante (hoy tiene tres hijos). Yamid Amat y Fernando Barrero, en la Caracol de entonces, decidieron que Pedro imitara a Cristóbal Américo Rivera, quien se iba para Super, y en efecto el original y la parodia se peleaban la audiencia popular en Bogotá. Entré a Caracol como periodista del programa 6 a.m-9 a.m. y 'La Luciérnaga'. También fui nombrado director de 'Radio Reloj', donde me encontré con Pedro. Le di ocho días para adoptar su propio estilo de narrar las noticias, porque consideré un abuso lo que él y Caracol estaban haciendo. González no aceptó leer de otra manera y yo pedí su retiro. No lo boté, según Don Jediondo. –Sólo me tiró por la ventana. “Bonito recordarlo con risa y sin resentimientos ni odios ni nada, sino al contrario, uno viendo que Dios utiliza personas y, digamos cosas de la vida para darle a uno oportunidades en otros campos que uno no pensaba”. Pedro se trasladó a Bucaramanga en busca de trabajo y laboró unos meses en la emisora Radio Primavera, pero sus cuentas (él allá y la familia en Bogotá) no le cuadraron. Fue narrador deportivo y se rebuscó la vida de una y otra forma. Sin embargo, le quedó sonando -explica- mi reflexión de que imitando, no teniendo una voz propia, no llegaría muy lejos. “Me dije que tenía que hacer algo más auténtico, más autóctono, más de uno, y fue cuando nos inventamos el personaje que inicialmente se llamaba Alonso Bando. De regreso a Bogotá me encontré con un aviso de prensa de Sábados Felices. Daban un número de teléfono. Fui, me presenté, tenía unos chistecitos anotados que pensé que algún día los iba a necesitar, hicieron un casting como de 200 personas y clasificamos dos, uno que le decían Peluffo y yo. Me gané una tostadora y un horno microondas. Y ahí comenzó todo. Don Alfonso Lizarazo no me quiso presentar como Don Jediondo por considerarlo muy fuerte para la televisión. Entonces me presentó como un locutor de Sutamarchán: "Pedro González cuenta el siguiente chiste". Después estuve en 'No Me Lo Cambie', en 'Día a Día' y a partir de hoy como director de 'Todelar' 92.9" (y suelta sonora carcajada, porque ese es mi puesto). -Le presento excusas a usted y a su familia, si les causé enorme daño en su momento, le digo. -No señor, el corazón tiene que sanarse, y sobre todo ahora uno que conoce de Dios. Mi Dios le va poniendo a uno flechas. Sumercé fue como esa piedrita para pasar el caudal del río. -Y cómo es la vida, reflexiono. Ahora usted es más famoso y hasta me puede prestar plata… Vamos a comerciales... (Risas) Gracias a Dios comenzaron las presentaciones, los shows. El primero me lo ayudó a conseguir Óscar Munevar, me dieron 40 mil pesos. Con los shows empezamos con mi esposa María Eugenia a hacer ahorritos, pensando en la vejez. Nos metimos en un local en un centro comercial de Bogotá, Imperial en Suba, muy lindo. La idea era arrendarlo y tener esa entrada. La persona a la que se lo habían arrendado se arrepintió a última hora. Si no abríamos íbamos a ser multados, y entonces dijimos "ay señor Jesucristo obrero, ¿qué vamos a hacer?" Se nos ocurrió la idea de vender arepas y gallina como hacía mi mamá allá en el pueblo. Y empezamos, la fórmula de las arepas y las gallinas, gracias a Dios el SENA nos ayudó porque en esa época no estaba Gina Parody... (Risas) Teníamos que abrir el 1° de diciembre de 2005, no alcanzamos, abrimos al otro día por cuestiones de gas, siempre tocó pagar un día de multa. Y al comienzo fue terrible porque la comida siendo la misma de hoy, deliciosa y todo, la imagen del restaurante era otra. Le pusimos un nombre muy largo, "Las primas de Don Jediondo, sopitas y parrilla, un rincón de Boyacá en Bogotá". Mientras uno leía ya se le pasaba el apetito. Un publicista amigo nos ayudó a cambiar la imagen y comenzó el éxito. En Bogotá hay 18 puntos, en el país 42. Pedro González, Don Jediondo, se entregó a los brazos del Señor como fórmula de salvación. Agobiado por la depresión y horrorosos ataques de pánico que no curaban sicólogos y siquiatras, comenzó a visitar una iglesia cristiana, que le ha regresado la paz. Varias veces sintió una fuerza interior que lo impulsaba al suicidio, con más obsesión a lanzarse desde un edificio. La versión de que está fundando su propia iglesia es irreal. También que se vaya a dedicar a la política, aunque recibió propuestas de Simón Gaviria. Nos abrazamos. Aunque Pedro tuvo momentos difíciles, la situación lo forzó a inventarse el personaje de humor que hoy recibe tantos aplausos. Ciertamente que la vida es una tómbola.
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