MOCA

Mié, 02/12/2015 - 14:38
Durante los diez días pasados en USA, instalando mi obra en el Museo de Arte Contemporáneo de North Miami MOCA, me he sentido atrapado por este espacio físico y mental que me ha alejado de las preo
Durante los diez días pasados en USA, instalando mi obra en el Museo de Arte Contemporáneo de North Miami MOCA, me he sentido atrapado por este espacio físico y mental que me ha alejado de las preocupaciones que traía de mi país. Suspendidas han quedado, como algunas de mis pinturas en la sala de exposición, las inquietudes que me acosaban apenas unos días atrás. Corroboro con esto que para muchos Miami puede llegar a ser el lugar ideal para el olvido. Hace dos días, durante la pre inauguración de la muestra, el alcalde de North Miami me hizo entrega de la Llave de la Ciudad. Sin sentirme merecedor de tan honrosa distinción, la recibí pensando que lo hacía en representación de los artistas que han sabido mantener el compromiso con la sociedad a partir de su trabajo, lo que me ha llevado a un serio cuestionamiento. En este momento, a pocas horas de la inauguración de la muestra, me pregunto sobre mi papel como artista y, en particular, sobre mi responsabilidad individual ante la coyuntura delicada en la que se encuentra América Latina y especialmente Colombia, que entraña una inmensa gravedad. El arte es un refugio en el que nos podemos sentir protegidos de los reclamos continuos del día a día pero también es el que nos hace un llamado de atención ante los descuidos frente a lo esencial, en los que caemos con frecuencia debido a nuestra inclinación natural de buscar en lo superfluo un lugar de tranquilidad. La semana Art Basel de Miami se inicia con mi inauguración en MOCA, museo al que por tradición le corresponde ese honor. P. D.: Justo al terminar de escribir este breve artículo en una de las oficinas del MOCA, se acercó indignada Adrienne Von Lates (Ph.D. Assistant Director for Education and International Programs) mostrando la revista publicada por Art Basel 2015, en donde le dedicaron tan sólo dos renglones, entre 300 páginas, a mi exposición con todo y ser la que abre el evento. “Lo han hecho a propósito”-dice Adrienne, “quieren sabotear el evento de esta noche”. MOCA tiene clara su misión de pasar de ser un museo dedicado a satisfacer los intereses particulares de personas muy ricas e influyentes de la ciudad, quienes durante años se beneficiaron de él, para convertirse en un museo en el que sus presentaciones estén a la altura de su compromiso social, como le corresponde a una institución de su magnitud. Con la superflua artimaña de no incluirlo en la revista de Art Basel pretenden invisibilizar a MOCA como retaliación por pretender, desde su compromiso crítico, oponerse a las fuerzas que soportan el mercado del arte y que les da inmenso poder. He sido testigo de cómo su director Babacar M’Bow -apoyado por la alcaldía, el comité del MOCA y un extraordinario equipo de trabajo- ha enfrentado a quienes mantienen el control del arte en USA y, por lo tanto, en gran parte del mundo. Uniéndome a la causa del MOCA vuelvo a poner mis pies en tierra en una ciudad en donde todavía y a pesar del olvido, la cultura se resiste a ser puro y simple espectáculo. A Adrienne Von Lates le recuerdo que ejercer la resistencia y la oposición tiene su costo.
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