La honestidad, la preparación y la capacidad para gobernar nada tiene que ver con la ideología del Partido del gobernante de turno. Quien posee y logra poner en marcha esas tres condiciones resulta siendo un buen gobernante, sea de izquierda, de centro o de derecha. Y quien no las tiene todas, con certeza hará un pésimo gobierno. Ejemplo de ello, son los desalentadores resultados que muestran los gobiernos (reelectos) de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina.
Las ideologías no determinan que un gobierno sea honesto y mucho menos sea efectivo, sino que los llamados a serlo son los agentes de una u otra ideología. La izquierda, el centro o la derecha, no son en sí mismas posturas ideológicas deshonestas e incapaces, en realidad de quienes hay que observar y exigir esas condiciones es de los individuos que a nombre de las mismas se hacen elegir o nombrar en las dignidades públicas. En Colombia se ha querido, y en cierto modo logrado, polarizar a la opinión pública entre quienes acusan a la izquierda como guerrillera y a la derecha como paramilitar. También a esta última como corrupta y a la primera como incapaz para gobernar. Eso no es así, ni puede serlo. Los deshonestos, incapaces y corruptos son los individuos, no las ideologías. El escandaloso ¨Carrusel de la Contratación¨, por ejemplo, nació y se desarrolló en los únicos gobiernos distritales de la izquierda colombiana a manos del Partido Polo Democrático, pero eso no significa que la izquierda como ideología propenda por la corrupción. Igual puede decirse sobre la incompetencia para gobernar que se ha visto en el gobierno de izquierda del alcalde Gustavo Petro del Partido Progresista, pero ello no significa que la izquierda propenda por gobiernos incapaces. Similar situación sucede con los gobiernos de centro – derecha en los que surgieron y se consolidaron grupos paramilitares, desfalcos financieros como DMG e Interbolsa, corrupción, compra ilegal de tierras, falsos positivos, etc. Pero ello no significa que dichas ideologías propendan por esos resultados. Los malos políticos se escudan en las ideologías y abusan de ellas para atacar de forma personal a sus adversarios; y, lo que es peor, se sirven de ella para ocultar tanto sus irresponsabilidades individuales como sus falencias en materia de honestidad, capacidad y preparación gerencial como gobernantes. Infortunadamente en Colombia, copiando a algunos países de la región, viene haciendo carrera, por ejemplo, que todo aquél que denuncia un abuso de la fuerza pública es guerrillero, o todo aquel que denuncia corrupción de un gobierno de centro - derecha es un izquierdista resentido social, o todo aquel que denuncia incompetencia, incapacidad y corrupción de un gobierno de izquierda es un enemigo del pueblo y aliado de los ¨mafiosos¨ de la contratación o de la derecha. Gracias a este peligroso estilo de discurso y respuesta política, al que los medios de información le hacen de forma irresponsable un importante eco amarillista, es que en Colombia las discusiones e investigaciones terminan dándose de forma superficial y simplemente coyuntural. Así, los problemas de fondo, y en especial los verdaderos responsables de aquellos, terminan logrando evadir las consecuencias reales de la ley. Son varios los casos que como resultado del amarillismo y oportunismo mediático, se dejan sin investigar de forma intensa y profundad. Es por ello que siguen sin responderse interrogantes que no tienen color político y menos postura ideológica, tales como: ¿Quiénes estuvieron verdaderamente detrás de los magnicidios de Luis Carlos Galán y de Álvaro Gómez?, ¿Quienes verdaderamente gestaron el apoyo financiero de la mafia al ex -presidente Samper?, ¿Quiénes estaban detrás del desfalco de DMG o lo están en el caso de Interbolsa?, ¿Quiénes están verdaderamente detrás del Carrusel de la Contratación?, ¿Quiénes están detrás de los movimientos en el Catatumbo o en el de los cafeteros y en el de los mineros?, ¿Quiénes verdaderamente están detrás de la liberación de los precios de los medicamentos?, ¿Quiénes patrocinan la minería ilegal?, es decir, ¿Quiénes son en realidad los que manejan los hilos del poder de este país y se sirven sin vergüenza de la desgracia popular? El Fiscal General de la Nación, el Procurador General de la Nación, la Contralora General de la República, tres juristas con prestante y reconocida vida universitaria y profesional independiente, deben superar su absurda competencia de egos y pretensiones políticas para darle un golpe de institucionalidad a los excesos que no pocos servidores públicos y no pocos empresarios privados han cometido y vienen cometiendo en contra de los colombianos. Menos politiquería y más efectividad. Esto no es un asunto de ideología, sino de decencia, principios y valores de una sociedad en crisis. @RFelipeHerreraMucha politiquería y poca ideología
Mié, 31/07/2013 - 01:02
La honestidad, la preparación y la capacidad para gobernar nada tiene que ver con la ideología del Partido del gobernante de turno. Quien posee y logra pon