Olavo tenía razón

Lun, 05/11/2018 - 07:17
El triunfo de Jair Bolsonaro no hubiera sido posible sin la ola cultural gestada por el filósofo brasilero Olavo de Carvalho. Su nutrida votación no puede interpretarse sólo como un fenómeno antie
El triunfo de Jair Bolsonaro no hubiera sido posible sin la ola cultural gestada por el filósofo brasilero Olavo de Carvalho. Su nutrida votación no puede interpretarse sólo como un fenómeno antiestablishment, pues también había otros candidatos en contra del PT, sino como el resultado del retorno de los valores conservadores frente al cansancio de la hegemonía depredadora de la izquierda.   La percepción del elector ubicó a Bolsonaro como un ícono de la seguridad pública y de otros valores conservadores, pero la variable más importante y definitiva, se llama Olavo de Carvalho.   Desde hacía tiempo el filósofo había decidido abandonar su patria natal, entre la desilusión y el temor frente al régimen socialista. Prácticamente exiliado en los Estados Unidos, ejecutó una labor durante casi tres décadas, que hizo la conjunción para el triunfo.   A principio de los 90 Olavo lanzó el libro “El Imbécil Colectivo”, que fue un éxito en medio del monopolio que la izquierda tenía sobre escuelas, medios de comunicación y universidades en el Brasil. A pesar de las prohibiciones, Olavo escribía artículos, lanzaba cursos en Internet, publicaba videos on line y poco a poco, con una argumentación lógica indestructible, empezó el proceso de rescate de la alta cultura en Brasil, para combatir el dominio psicológico y cultural de la izquierda sobre las masas.   En 2013 publicó una selección de sus artículos que masificó su pensamiento: “Lo Mínimo que Usted Necesita Saber Para no Ser un Idiota” -uno de los cuatro libros que tenía en la mesa Bolsonaro el día de su primera alocución como  presidente electo- que logró ventas por más de 300.000 copias; al mismo tiempo que 12.000 alumnos pasaban por sus cursos on line.   Todo este ejercicio desencadenó una reacción masiva de la sociedad brasilera en contra del Foro de Sao Pablo y en 2015, gigantescas manifestaciones de jóvenes contra Dilma ventilaban pancartas que decían repetidamente:  “Olavo tenía razón”.   De esta forma, con su presencia en el escenario ideológico, la izquierda por fin tuvo que enfrentarse a debates de verdad: ideologías de izquierda como la de género y el feminismo, fueron denunciadas como un proyecto de toma del poder y no como una defensa de minorías, igual que la corrupción del Foro de Sao Pablo y el apoyo del PT a las dictaduras de Cuba y Venezuela.   El periodismo empezó a ser rescatado, los hechos pasaron a ser más importantes que las ideologías y el dominio de la izquierda empezó a derrumbarse. La sociedad brasilera dejó de creer en la narrativa del PT y sus intentos de victimización y, luego del arresto de Lula da Silva,  ya no tuvieron eco.   En este nuevo escenario surgió Bolsonaro, encarnando la defensa del antipetismo y el conservadurismo. Y todo esto gracias a Olavo, que formó una generación de personas intelectualmente preparadas para el debate público y hoy varios de los diputados federales más votados en la pasada contienda, han sido alumnos suyos.   Eduardo Bolsonaro (hijo del Presidente), mayor votación por un candidato a Diputado Federal en la historia de Brasil. Joice Hasselman, periodista, presentadora de televisión e influenciadora en redes sociales, obtuvo la segunda mayor votación para Diputado Federal a nivel nacional. Marcel Van Hattem, una de las mayores sorpresas electorales del pasado 7 de Octubre, sacó la mayor votación a Diputado Federal en el Estado de Río Grande do Sul. Onyx Lorenzoni, segunda mayor votación a Diputado Federal en Río Grande do Sul y Beatriz “Bia” Kicis, tercera mayor votación a Diputado Federal por DF (Brasilia).   Tuve el privilegio de compartir con Olavo tres intensas horas de aprendizaje hace ocho años, luego de salir de un conversatorio, en una pequeña cigarrería en Bogotá,  donde le permitieron fumar libremente sin restricciones. En esa ocasión, me explicó la unión perversa de dos mentalidades psicopáticas, el comunismo y Hezbollah,  gestado desde Venezuela; y cómo la narrativa de las víctimas era “atrapada” por la izquierda progresista mundial, generando situaciones que se convertían en imposibles de controvertir.   Conceptos como “inversión revolucionaria”, “rotulación inversa”, “la tiranía de las causas justas”, “el fascismo de los buenos” o el “buenismo”, ocuparon un lugar excepcional en la capacidad lógica de entender estructuras de pensamiento pervertido que invocan “la verdad” en contravía de la verdad misma.   Buena ventura para Brasil, para Jair Bolsonaro y para Olavo, que logró crear una revolución cultural apegado a la realidad y a la verdad y para ello no necesitó de un partido, no fue profesor en ninguna universidad y fue expulsado de todos los grandes medios de comunicación. Aún así, derrotó el poder del mal, representado en caudillos psicopáticos con sus miles de seguidores alienados e instrumentalizados.
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