Qué gran alegría, unirnos al aniversario de KienyKe. Más aun cuando ya completamos también un año escribiendo en la revista. Nos congratulamos mutuamente. Nos agradecemos al infinito. Crecer en compañía es un regalo del universo. Ya que esto, el crecimiento, es lo que ha caracterizado este año. Crecimiento no solo en número de lectores, sino en formato, en decisiones de estilo, en el trasfondo de la información. Crecimiento en soltura para escribir, en dejar fluir las ideas, en asertividad al plasmar los pensamientos y sentimientos. Todo refleja un camino recorrido con pasión. Esto ha caracterizado a la revista, a sus colaboradores y lógicamente a los lectores, la pasión por compartir sucesos de vida.
Cumplir años, es la oportunidad para renovar el compromiso por vivir. Compromiso que hicimos cuando nuestra madre nos parió. Vivimos cuando al leer un artículo en la revista, nos identificamos con los sentimientos del suceso expuesto y cuando eso nos transforma interiormente, mueve una fibra de nuestro ser, para impulsarnos a ser mejores.
Al cumplir años ratificamos el pacto que hubo entre nuestros padres cuando nos concibieron, pacto de unidad y amor. Así, al realizar actos de unión, impregnados de amor, nos podemos solidarizar con las personas que aparecen en los artículos de la revista.
Cumpliendo años renovamos la decisión de seguir un llamado interior, editar la revista, escribir, comunicar. Llamado interior que procede del seno de nuestra alma, donde nacen las grandes ideas que se publican cada semana. Allí en el seno de la familia Kienyke, confluyen las intenciones de cada ser humano, que hace que con su aporte sea posible la publicación de nuevos contenidos, en un universo cambiante por naturaleza.
En otras palabras, el cumpleaños es un periodo para renovar el compromiso de comunicar el amor que sucede día a día entre seres humanos, naturaleza y planeta, mediante las noticias y los escritos publicados. Y cuando ellas traen una faceta de ausencia de amor, para que los lectores se comprometan en revisar su propia vida y actos, en pos de que no vuelva a suceder.
Al cumplir años agradecemos a quienes nos rodean. Gracias a María Elvira Bonilla que me impulsó a escribir y continuar publicando, gracias por sus consejos y apreciaciones. Gracias a Elisa por su estimulo semanal a través de las palabras con que recibe los escritos. Gracias a los lectores por sus comentarios que son el alimento con el que renuevo la fortaleza interior. Gracias a quienes no conozco y hacen posible la revista, sin su ayuda no sería posible difundir el mensaje que nace en mi corazón cada semana. Gracias a mi familia por ser en muchas ocasiones los gestores anónimos. Gracias a Zonchis, ella sabe porqué.