¡Pa' la Calle!

La propuesta de Piedad Córdoba de que Humberto de La Calle se lance como candidato presidencial en el 2018, ha pasado un tanto desapercibida, casi como una broma de mal gusto o una imprudencia más de la exsenadora. Sin embargo, pensándolo bien no parecería que Piedad sea de esas personas que lanzan frases al garete, sin mayores motivaciones. Por el contrario ella es una estratega política de quilates, que no arriesga sus fichas sin sentido. Entonces cabrían múltiples objetivos estratégicos para esta jugada que tomada a la ligera parecería extemporánea e ingenua. Parece que podría haber tres escenarios en la propuesta de Piedad o una combinación de ellos que en todo caso se reforzarían entre sí para obtener los dividendos que ella seguramente tiene en mente. El primer escenario es que se quiera tentar a De La Calle para que, una vez muerda el anzuelo de la candidatura se tenga que retirar del proceso. Como poco se sabe de lo que ocurre al interior de la mesa de negociaciones de La Habana, tenemos que valernos de las percepciones trasmitidas por los comunicados y ruedas de prensa. En ellos, De La Calle ha sido un puntal definitivo de parte del Estado Colombiano. Ni inflexible, ni arrodillado. Solo justo, mesurado y severo cuando de llamar las cosas por su nombre se trata. Un contendor demasiado fuerte, que por veces opaca a la contraparte y hace ver sus fallas. Sacarlo del juego pondría en dificultades al grupo del gobierno y le daría un respiro a las pretensiosas posturas de las Farc, muchas veces arrinconadas por la austera severidad de De La Calle. ¿Será este uno de los objetivos de Piedad? Si lo fuera, no le está resultando porque el jefe del equipo gubernamental no parece tentado a caer por esa carnadita tan desabrida que le lanzaron. Pero si De la Calle llegara a morder el anzuelo, se conseguiría un segundo propósito, tal vez más importante a la vista de Piedad, para el proceso de paz; asegurar en la presidencia de Colombia un hombre que se la ha jugado por conseguir un acuerdo sostenible para el país, un amigo de la Paz que se atravesaría en la meteórica carrera del Vicepresidente. Si fuera De la Calle el candidato a suceder a Santos, la Unidad Nacional se vería en aprietos frente a la encrucijada de abandonar a Vargas Lleras, un halcón frente a las Farc o seguir al líder del proceso. Y finalmente encuentro un tercer propósito en la propuesta de la Ex Senadora, el de recuperar su protagonismo en la vida política del país. Ella, una mujer de carácter y una luchadora incansable, se está quedando sin espacio político. La Agenda de La Habana avanza sin su concurso, los grupos de Víctimas se organizan sin que pueda tener mayor injerencia en sus procesos, en los partidos políticos que podrían serle afines, se consolidan otros liderazgos y se van alejando de la Marcha Patriótica y esto va a tener una fuerte repercusión en los resultados de las elecciones locales. ¿Entonces qué camino le queda? Pues el de preparar una candidatura presidencial que agrupe a la nación en torno a la Paz y que sea aceptada y aceptable para los negociadores de La Habana y esa es la de Humberto De La Calle. Independientemente de que le resulte o no la jugada a Piedad, ha puesto como dicen “Una pica en Flandes”. Se adelantó y hasta pudo sonar imprudente su propuesta, pero en política las cosas dan más vueltas que un corcho en un remolino. El día que ese corcho deje de rotar y se decida a ir con la corriente, río abajo, allí estará ella para recoger los réditos de su iniciativa. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/