Colombia está enfrentando un momento decisivo en su historia. La situación de Venezuela, que está llegando a niveles altísimos de incertidumbre por la incógnita sobre la salud de Hugo Chávez, nos guste o no, tendrá enormes repercusiones para nosotros. La historia de ambas naciones ha ido siempre de la mano. A la par con el surgimiento del fenómeno Chávez en Venezuela, se consolidó en Colombia el fenómeno Uribe, donde claramente durante años se retroalimentaron uno a otro. Si lo que el destino está mostrando es el probable ocaso del chavismo en Venezuela por la enfermedad que aqueja al mandatario vecino, Colombia debe pensar muy bien cómo jugar sus cartas con sabiduría para enfrentar los inevitables coletazos que se sentirán aquí.
En eso se enmarcan las declaraciones del Presidente Santos dirigidas a los militares retirados, pidiéndoles que "no le tengan miedo a la paz". Es evidente que Santos logró consolidar el marco jurídico para la paz, y que piensa aprovechar que por primera vez en medio siglo quien parece tener prisa de llegar a un acuerdo negociado son las Farc. Los rumores registrados por el Huffington Post asegurando que Juan Manuel Santos está sonando como Secretario General de las Naciones Unidas, aunque son apenas rumores, podrían indicar que su interés en pasar a la historia como el presidente que hizo la paz en Colombia puede llegar a ser un trampolín perfecto para la alta diplomacia internacional, una opción que debe resultarle más interesante que una reelección en Colombia para seguir lidiando con catástrofes invernales, vecinos revoltosos, atentados terroristas, bandas emergentes y la interminable guerra contra las drogas.
La pregunta entonces, es qué sucederá con la ecuación política colombiana en la medida en que haya cambios en nuestro vecino más importante y un posible acuerdo de paz aquí. En ese análisis quizás el elemento más importante tiene nombre propio: el Alcalde de Bogotá Gustavo Petro. La razón es simple. Si Petro logra hacer una buena alcaldía y resolver los problemas de movilidad de la capital, habrá un espacio para que exista en Colombia una izquierda democrática tipo Lula en Brasil o Concertación en Chile. Por el contrario si le va mal, si todas las fuerzas de la ciudad y del país le apuestan a que le vaya mal y se atraviesan como mula muerta para evitar que su ambiciosa agenda —particularmente en el tema de movilidad— se convierta en realidad, la "izquierda patritótica" que ocupe su lugar, puede llevarnos a algo muy parecido a la pesadilla de la cual parece estar apenas despertando nuestro vecino oriental. No se nos olvide que nos estamos volviendo un país petrolero, y la palabra "exprópiese" ya se inventó.
Por eso creo que se han equivocado los medios, los columnistas y no pocos funcionarios del Gobierno nacional en creer que obstaculizar a Petro es evitar un Chávez en Colombia. Es al revés. Un país democrático no puede pretender estar siempre en la derecha, y que solo la derecha gobierne y logre resultados positivos para el progreso de su gente. La única forma de tener prosperidad sostenible, es cuando el péndulo ideológico va y viene, y en cada oscilación el país avanza en aquello que concierne más a la agenda emprendendora de la derecha y buscadora del reparto de oportunidades de la izquierda. Si el péndulo se mantiene artificialmente en un solo extremo por mucho tiempo, cuando finalmente se suelta....ni para qué pensarlo. Se vuelve Castro, Pinochet, Trujillo... o Chávez.
Gustavo Petro no tuvo luna de miel, las críticas han sido mordaces desde antes de posesionarse. Más de uno cruzaba los dedos para que el Concejo de la capital no le aprobara el Plan de Desarrollo, y si bien sus trinos llegan a ser desesperantes, es evidente para quien los sigue que los principales medios hacen todo lo posible para ignorar sus propuestas y tergiversar sus intenciones. Como cuando decidieron que la propuesta de Metro Ligero era para no hacer el Metro Pesado, algo que dijeron todos a una —como en Fuente Ovejuna— casi la totalidad de los medios cuando el Alcalde no hizo otra cosa que explicar que eso no era cierto. Lo extraño es que en eso se encuentran Uribe y Petro: no es que se hayan enloquecido con el Twitter, es que encontraron por fin una forma de comunicarse sin que los medios los tergiversen, malinterpreten o editen.
Nunca he sido petrista, no voté por él, y en más de una ocasión vi cómo en su carrera política manejaba verdades a medias para descalificar a otros, un poco como le sucede ahora a él. Pero el palo no está para cucharas, y si este que es un izquierdista que quiere hacer cosas importantes para la capital lo frenamos, pronto tendremos uno que quiera incendiarla. O a Colombia entera. No se nos olvide que la historia contemporánea de Venezuela se reduce a que como no había cama pa' tanta gente, unos tenían avión privado por cuenta de la riqueza petrolera, mientras otros difícilmente comían arepas. Llegó Chávez y decidió que como todos no pueden ir en la cama, todos van al suelo (menos su amigos, claro). Por eso es torpe, en el tercer país más desigual del mundo, hacerle la guerra al que mal que bien está tratando de agrandar la cama. Eso se llama sembrar desvelos para cosechar pesadillas. Y algunas duran hasta 13 años.
País Petro-lero
Jue, 14/06/2012 - 09:01
Colombia está enfrentando un momento decisivo en su historia. La situación de Venezuela, que está llegando a niveles altísimos de incertidumbre por la incógnita sobre la salud de Hugo Chávez, no
