Petristas quieren el harakiri para la Ola Verde

Sáb, 01/02/2014 - 17:19
La pena de muerte política que le aplicó el Procurador a Petro se la quieren aplicar los petristas a Peñalosa

Cuando se juntaron hace cuatro años tres exalcaldes bogotanos y un exalcalde de Med
La pena de muerte política que le aplicó el Procurador a Petro se la quieren aplicar los petristas a Peñalosa Cuando se juntaron hace cuatro años tres exalcaldes bogotanos y un exalcalde de Medellín para enfrentar al entonces candidato uribista, el hoy presidente Juan Manuel Santos, lo hicieron en torno a unos principios democráticos que aún viven en los verdes. La cultura ciudadana de Antanas Mockus, la educación como prioridad de Sergio Fajardo, la solidaridad con los pobres de Lucho Garzón y la cultura urbana de Enrique Peñalosa, o las consignas de "Los recursos públicos son sagrados" y el "No todo vale" en política soportaron los fundamentos que generaron la Ola Verde y que a pesar de las dificultades y los oportunismos aún no se han podido enterrar. Errores como los de Antanas cuando fue candidato a la presidencia o los de Peñalosa cuando fue candidato a la alcaldía, o los de las directivas al manejar con criterio de caciques de nuevo tipo a una masa de indignados que se levantó con furia contra los falsos positivos y las chuzadas y contra las manipulaciones reelecionistas del uribismo y su manoséo a la Constitución, fueron poco a poco dándole cristiana sepultura a esa Ola Verde que alcanzó a tocar el cielo antes de la primera vuelta electoral hace cuatro años pero que se desinfló estrepitosamente y tampoco ha vuelto a levantar cabeza dignamente. La salida de Mockus, la retirada de Fajardo y el abandono de Lucho dejaron al partido verde herido de muerte y con muy pocas posibilidades de subsistir, sobre todo porque la respiración en este caso la da el umbral electoral y éste estaba a punto de perderse. Pero milagrosamente apareció la fórmula salvavidas de la alianza con los Progresistas, esa especie de disidencia del Polo que llevó a a la alcaldía al exdirigente del M19, Gustavo Petro y que mal que bien se convirtió en una nueva fuerza política de izquierda. No se puede desconocer que eso le dio oxígeno al partido y que a trancas y a mochas revivió a los verdes. Pero no se puede ignorar que era un matrimonio por conveniencia porque los verdes tenían lo que los progresistas no y los progresistas traían lo que le empezaba a faltar a los verdes. Peñalosa afirmó airado que no iba a permitir que lo que él había construído se le regalara al M19 y los petristas llegaron con un pliego de peticiones que no hicieron fáciles las negociaciones de unidad. Alfonso Prada terminó haciéndole la segunda a Lucho y se pasaron ambos sin verguenza para el santismo. La mermelada y los errores generaron incluso conatos de estampida, pero apareció otro tanque de oxígeno cuando Antonio Navarro, en acto de sensatez política, decidió encabezar las listas verdes al senado. Peñalosa se había venido a menos dentro del nuevo partido, la Alianza Verde, porque se le fue Prada y prácticamente quedaba como el llanero solitario. Además la suerte le había jugado una mala pasada cuando se le llevó para siempre a su principal electora, la febril defensora de los niños, la senadora Gilma Jiménez. Pero lo que ha ocurrido posteriormente no tiene nombre. No tiene perdón democrático que por envalentonados los petristas quieran humillar hasta la saciedad a Peñalosa a costa de que no exista una tercería con posibilidades reales. Prefieren inmolarse en minoría victimizada antes que dar el brazo a torcer y que llegue a ganar alguien que no sea de los suyos, o de los que les temen quedar estigmatizados como uribistas y se les rinden en pleitecías de palabra. Porque en el petrismo como en el uribismo el que no está con ellos está contra ellos. Los petristas arrevolverados quieren cobrar duro su llegada a los verdes y creen tener incluso la capacidad de veto. Olvidan que los verdes surgieron precisamente del desencanto con la clase política tradicional pero también de la mamera con la izquierda tradicional, que ellos se rehusan a abandonar. Pretenden castigar con la pena capital a Peñañosa por haber aceptado el abrazo del oso uribista en las pasadas elecciones para la alcaldía. La pena de muerte política que le aplicó el procurador a Petro se la quieren aplicar los petristas a Peñalosa. No entienden de alianzas. No comprenden de la flexibilidad de la táctica. No saben que uno se alia con otro en la diferencia. Los iguales se adscriben, los diferentes se alían. Peñalosa no piensa como Petro pero en términos democráticos está mas cerca de Petro que de Uribe y que de Santos. Peñalosa quiere la paz sin mermelada pero la quiere. Y tiene un proyecto democrático de país que no se parece al de Petro, pero que se diferencia sustancialmente del de Santos o del de Uribe. Pero el ala radical de los petristas quiere que sea Aida Abello la candidata, o alguien que se parezca más a ellos, así no tenga posibilidades siquiera de llegar a la segunda vuelta. Definitivamente saben más de restar que de sumar porque ella no suma al centro aunque sea un símbolo inmaculado de la izquierda. Los verdes que llegaron con los sueños de los exalcaldes, por una Colombia mejor educada, con cultura ciudadana y con cultura urbana están arrinconados por esa orda petrista que se ha alebrestado aún más porque confunden la ola de indignación contra las medidas extremas del Procurador con la solidaridad a ultranza con el petrismo. Y como ellos se alimentan del víctimismo y necesitan enemigos de clase a la vista para respirar encontraron en Peñalosa el blanco perfecto. No les importa si se llevan de calle un sentimiento democrático de miles de colombianos que quieren la paz, que quieren construir en democracia pero que no quieren que esa causa termine en cabeza de un mamerto irredento o de alguien que la lleve a un ejercicio tipo Hugo Chávez en Venezuela. Los petristas creen que por que pasan por su mejor cuarto de hora porque la ciudadanía rechaza las sandeces del Procurador, tienen patente de corso para acabar con la Ola Verde, la cual, no nos digamos mentiras, siempre les pareció pequeñoburguesa y nada comprometida con el socialismo del siglo XXI, que tanto les seduce. Los petristas se olvidan de que a Petro los electores le reconocen su capacidad de denuncia a la corrupción y a los paramilitares pero que no lo eligieron para que hiciera la revolución socialista. Que los verdes y los indignados admiran su valor pero no soportan su arrogancia ni su arbitrariedad. Pero aún así lo prefieren del lado de la democracia, aunque la ola verde piensa centro y los petristas piensan izquierda. Pero como siempre hace la izquierda en Colombia se quieren petaquiar otra vez un proyecto democrático con el cuento de que Peñalosa no se compromete con las banderas izquierdistas. Prefieren patear la lonchera antes que alguien que no sea de ellos llegue a ganar, porque a pesar de toda la perorata democrática que exhiben la esencia extremo izquierdista, el carácter sectario y la tendencia caudillista que los caracteriza son las principales enemigas de la construcción democrática interna de un partido. No se puede decir que se lucha por la democracia y querer aplicar el estalinismo dentro del partido. Es hora de que los sensatos dentro del petrismo se paren en la raya y enfrenten ese populismo barato que solo da para tribuna y para balcón, y pasen a la tarea de cargar ladrillo, remangarse y poner piedra sobre piedra para construir un partido que pueda ser una verdadera tercería para enfrentar la derecha de la mermelada. Porque no es sólo derecha oponerse a los diálogos en la Habana, la práctica corrupta de traficar puestos por votos es de derecha y es parte de las costumbres políticas que quieren acabar los de la Ola verde. Esa mermelada hay que derrotarla sobré todo si nos preparamos para que los señores de las FARC aterricen en un nuevo país, que debe ser lo que naturalmente se desprendería de los acuerdos en La Habana. O qué sentido tiene la paz si vamos a seguir con las prácticas políticas que originaron que un día un puñado de hombres que se sintieron excluidos por el Frente Nacional tomarán las armas, sí hoy se tiene claro que la Unidad Nacional hace lo mismo. Dónde está el enemigo principal de los petristas en la mermelada o en las alianzas pasadas de Peñalosa?
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