Pobreza como opción de vida

Lun, 23/09/2013 - 14:53
En un mundo donde el prestigio se mide en dólares y el éxito por el cilindraje del carro que se usa, resulta paradójico que dos hombres poderosos asuman una vida llena de humildad y sencillez.

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En un mundo donde el prestigio se mide en dólares y el éxito por el cilindraje del carro que se usa, resulta paradójico que dos hombres poderosos asuman una vida llena de humildad y sencillez. El Papa Bergoglio y el Presidente Mujica han llegado muy lejos, sus cargos son de altísima responsabilidad y sus vidas trascurren entre gente poderosa que come bien, duerme bien y viste bien. Pero a ellos eso los tiene sin cuidado. Bergoglio al ser investido por un cónclave de obispos poderosos y soberbios, dio su primer mensaje escogiendo como denominación oficial el nombre de Francisco I, en homenaje al humilde Francisco de Asís. Luego cambió la cruz de oro que le correspondía para colgarse una sencilla cruz de madera y se rehusó a llevar el anillo papal y los vestidos elegantes que le tenían destinados. Finalmente cambió su cama por un catre sencillo y se fue él mismo a pagar su alojamiento en un hotel de Roma. Estos primeros gestos causaron entusiasmo entre sus seguidores y preocupación en las altas esferas del Vaticano. Pero no paró allí el Papa, en su viaje a Brasil exigió alojamientos modestos, todo estuvo rodeado de sencillez y ahora aceptó un viejo Renault 4 como su medio de trasporte. Pepe Mujica, por su parte, nunca ha utilizado la casa presidencial, prefiere su humilde vivienda en una chacra a las afueras de Montevideo. Su vida cotidiana es la misma de antes de ser elegido Presidente de la República Oriental del Uruguay y a donde viaja da testimonio real de que no se le ha subido el poder a la cabeza y que los lujos y el dinero no lo motivan para nada. No es fácil encontrar personas como ellos en posiciones de poder. Casi todos sucumben al halago, a los regalos y a la prosperidad que llega con los cargos. Evo Morales, un luchador indígena hoy presidente de Bolivia, no recuerda ya su vida humilde. Tampoco lo hizo en su momento Hugo Chávez, que se inició como soldado pobretón y flacuchento y terminó convertido en un Dios rechoncho y soberbio. ¿Que tal Lula? Obrero en las barriadas de Sao Paulo y hoy uno de los hombres más ricos de Brasil. Y ni qué decir de los exguerrilleros Ortega, Castro o Raúl que dejaron en el baúl del olvido sus camuflados para vestir los lujos del poder y el dinero, o el presidente Obama, venido de abajo, con hermanos que todavía pasan hambre en Africa, mientras él se pasea sonriente rodeado de escoltas y privilegios. Esos ejemplos destacan todavía más la grandeza de Francisco y Pepe, dos poderosos que tienen en la pobreza una opción de vida, pero no la pobreza por exclusión, por falta de oportunidades, por carencia de educación. Esa pobreza que en nuestro país se le impone a una muy buena parte de la población y que de ninguna manera es deseable. La pobreza del Papa y el presidente es la de renunciar a utilizar su poder y su posición para obtener privilegios, para cambiar de forma de vida. Esa pobreza se llama coherencia mientras la otra se llama exclusión. Son dos tipos distintos de pobreza que es necesario recordar cuando se llega al poder, porque cuando se renuncia a la coherencia se gobierna para mantener la exclusión. Convendría recordarlo en Colombia, cuando un fallo propiciado según entiendo por una demanda del abogado Felipe Zuleta, limitó algunos de los privilegios que reciben nuestros congresistas y va a tener repercusiones en las remuneraciones del alto gobierno. Se les van a eliminar o limitar las primas por vivienda, salud y otras bellezas como vehículos y gasolina gratuita. Los van a hacer un poquito menos ricos a estos pobres padres de la patria… Para soportar tanta desgracia es bueno que aprendan lo que quieren enseñar Francisco y Pepe: Que el poder es para servir y no para servirse. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/
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