Preguntas sobre la jornada única

Hay que "cogerle la caña" al Presidente Santos y a su Ministra de Educación. Porque escoger la educación como uno de los tres pilares de su segundo cuatrienio es para destacar. O proponerse convertir a Colombia como "la más educada" del continente, acogiendo el sello del gobernador Verde de Antioquia, Sergio Fajardo, es una apuesta responsable, audaz y progresista. Como es saludable en la misma dirección, los anuncios de su Ministra Gina Parody comprometiéndose a cumplir la ley 115 de 1994 y el Plan Decenal de Educaciónen la implementación de la Jornada Única Escolar como la estrategia más adecuada para mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes. Recordemos que el artículo 85 de la ley 115 establece que "el servicio público educativo se prestará en las instituciones educativas en una sola jornada diurna". Hay que reconocerle a la Ministra que tiene claro, por lo menos conceptualmente, el desafío de la Jornada Única. Sabe que su implementación es un propósito de largo plazo por lo cual propone un horizonte no menor de 10 años para su puesta en marcha. Se cuida razonablemente cuando propone una estrategia gradual mediante experiencias pilotos en varios departamentos. Reconoce que la Jornada Única no es un discurso demagógico y que se requieren esfuerzos importantes en materia de infraestructura educativa. Comprende que el éxito de una política de calidad en la educación pública está centrada en la reivindicación de la profesión y el rol de las maestras y maestros. Y debe saber que una cosa es la jornada extendida que se aplica hoy en Bogotá y otra muy distinta la jornada única con "todas las de la ley". Pero pasar del discurso a la realidad implica resolver algunos interrogantes. Sobre todo porque si el Presidente Santos quiere cumplir su propósito en esta materia deberá ofrecerle jornada educativa completa a 9 millones de estudiantes para el año 2025 si el programa es exitoso, se reduzca sustancialmente la deserción escolar y las familias decidan trasladar sus hijos de la educación privada a la oficial. No olvidemos que según el propio Ministerio de Educación solo el 18% estudió en jornada única de los 10.629.565 estudiantes que asistieron a la educación básica y media en el 2013. La primera pregunta es por los recursos financieros para sostener esta estrategia. Se requiere, por ejemplo, la construcción de la infraestructura educativa para albergar los 2.114.036 estudiantes que asisten hoy en la jornada de la tarde de los colegios oficiales. Según las cuentas en Bogotá un nuevo colegio vale en promedio  15 mil millones de pesos para atender 1.400 jóvenes. Sin embargo, por razones logísticas y pedagógicas es aconsejable colegios para 700 alumnos, razón por la cual requeriríamos 3.020 nuevos establecimientos para atender en jornada completa a los estudiantes de la tarde. Ello significa disponer de recursos para este componente de 23 billones de pesos. El otro interrogante tiene que ver con el mejoramiento salarial de los maestros y ello pasa por la unificación del Estatuto Docente que todavía está pendiente. También se requiere un plan de actualización académica del profesorado que debe ponerse en marcha desde ya, toda vez que una maestría o un doctorado que debe cursar un maestro demora entre 2 y 5 años. Simultáneamente se debe acordar un instrumento de evaluación docente orientado a estimular el mejoramiento en el desempeño del magisterio. Así mismo, se requiere un programa de formación de los administradores y directivos docentes y una mejora de sus condiciones laborales y profesionales. Y no sobra preguntar por los recursos para alimentación y trasporte de los estudiantes más pobres que garantice su permanencia en el sistema educativo. Hay otras preguntas sobre la pertinencia y continuidad en la educación de nuestros jóvenes. Los resultados de la pruebas PISA revelan serias deficiencias en las competencias de nuestros estudiantes. Y la discusión sobre nuestro modelo de desarrollo remite también al tipo de mano de obra que debe formarse en el sistema educativo. Por ello preocupa que la Ministra haya delegado en el SENA la conducción del modelo pedagógico. Y si la jornada única, como todos esperamos, resulta en el gran salto de calidad en nuestra educación pública tendremos un aumento en la demanda de educación superior que no se resuelve con la estrategia de créditos condonables mal llamadas "becas" que ha lanzado con bombos y platillos el gobierno nacional. Porque no se puede sobre excluir a los miles de bachilleres que por su condición de pobreza, el tipo de educación de mala calidad que reciben y por sus entornos educativos no tienen la buena suerte de obtener un desempeño destacado en las pruebas del ICFES, so pretexto de premiar a los 10 mil afortunados. Está bien que el gobierno asuma la educación como un instrumento de ascenso social. Pero no debe hacerlo de dientes para afuera. Y ello empieza cumpliendo la promesa de incrementar el presupuesto anual para la educación en un punto porcentual del PIB. @AntonioSanguino