Puede ser verdad: Ten cuidado con lo que pides porque se te concederá

Vie, 01/04/2016 - 17:54
Bueno, esto que voy a contar, por el juramento de niños, de la saliva; ese juramento que hicimos de infantes a algún amiguito. Tocábamos con saliva el dedo índice, que se juntaba con el índice qu
Bueno, esto que voy a contar, por el juramento de niños, de la saliva; ese juramento que hicimos de infantes a algún amiguito. Tocábamos con saliva el dedo índice, que se juntaba con el índice que tenia la saliva del amigo. Esto sucedió, cuando no teníamos ni idea de que las mentiras, ni el engaño ni la maldad pudiesen existir. Sublime. Es la pura verdad involucrada. Mi arquitectura personal es la de estar en compañía. En familia, en grupo. La mayoría de mi tiempo activo la paso interactuando con personas. Pero de qué manera infinita espero, valoro y disfruto mis momentos de soledad. No hay persona más feliz que yo cuando puedo poner la música que quiero, la película que quiero, o hacer la siesta del lado que se me antoja. O simplemente, tener la oportunidad de estar en un silencio de esos que te permiten mirarte a ti mismo y aun poderte reconocer. Un día de esos, la soledad se alargó un poco más de la cuenta y la nevera de las cositas “dejadas” se agotó. ¿Cocinar? Lo que se dice cocinar, es algo que “se le tiene”. El sentido, la idea y algo de conocimiento y experiencia, pero no la pasión. Ya tarde en la noche, me encontré en el llegar tarde, con la nevera bostezando y con el reloj demasiado avanzado para cocinar por teléfono en la infinita oferta de domicilios. Me sirvo una copa para tratar de resolver con presteza los apuros y luego atender a los señores cansancio, sueño y cita temprana que tenían más afán que yo. Mi imaginación, un poco empujada por el hambre, se encontró con algún artefacto donde se pudiera espichar un botón y saliera, del mismo, el suculento plato que deseara. El del antojo de ese momento: fresco, caliente, atractivo y aromático. Lo que quisiera: pastas, vegetales, carnes, aves, sopas. Ilimitada oferta. Instantánea. Fue tan absolutamente divertido y grato ese momento, que hasta se me quitó el hambre. Terminé mi copa, me fui a dormir y hasta ahí llegó mi conexión con el artefacto mágico. Tiene mucho de cierto eso que dice que las ideas no son del quien las tiene sino de quien las realiza. En una revista de avión tuve el primer indicio de que unos “genios” catalanes que se le habían medido al célebre artefacto para producir comida: exquisita comida, al espichar un botón. Luego, una madrugada, estaba conduciendo mi carro cuando escucho en la radio que Paco Morales, jefe de cocina del restaurante que lleva su nombre en el Hotel Ferrero de Bocairent (Valencia), presentó en Madrid Fusión los últimos resultados de sus investigaciones con la impresora de alimentos en 3D, una máquina que permite imprimir comida con diferentes formas a través de un software informático: "La impresión en 3D es una tecnología que viene de EE.UU. pero nadie se había atrevido a profundizar en el tema de la cocina". Ese mismo día, llegué en la noche a casa y se me ocurrió otro “artefacto” esta vez no para la nevera sino para la alcoba y en mi menú podrían estar Sofía Vergara, Marianne Ponsford, Demi Moore, o... ¿En algún momento los científicos harán que una impresora 3D lo consiga? @gpuerta
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