Han pasado tantas cosas últimamente y tantas otras desde mi último editorial, tantas tan seductoras para mí y mi propósito de escribir ciertas líneas que considero importantes. Escoger entre las elecciones presidenciales de Ecuador, la liberación de los policías, los ataques incesantes de la guerrilla a la población civil inerme, la dimisión de Benedicto XVI, el paro cafetero y la muerte del dictador venezolano no ha sido fácil, y lo más curioso de todo es que de esa corta lista que relaciono enunciativa y no taxativamente, no se trata el escrito de hoy.
Como algunos sabrán, mi lucha por las víctimas fundamentalmente se ha visto inclinada en favor de quienes han padecido la desgracia desatada por el victimario narcoterrorista Pablo Escobar. Por este motivo, principalmente, de aquella lista poco diré este viernes, en el que comienzo por felicitar a las mujeres del mundo que se han encargado de engrandecer la esencia del ser humano -claro, hay ciertas excepciones-, feliz día a las del sexo fuerte y fortalecido. Hablar y escribir sobre bandidos a veces es más recurrente, y para algunos se hace más fácil, que cuando de reconocer los méritos y logros de algunos se trata. He sido un hombre respetuoso de la moral cristiana y de la institución eclesiástica. Soy un hombre de mucha fe. Creo firmemente en el poder y la grandeza de nuestro Señor, pero soy inversamente proporcional en la laxitud frente a ministros y miembros de la iglesia que se perfilen en la criminalidad. Esto lo veo mucho más grave a que si un laico escoge ese rumbo, y creo que no requiere de mayor ilustración. Escobar tenía sin duda muchos amigos, secuaces, y claro, enemigos. Reitero, entiendo que los amigos y cercanos a Escobar, incluyendo a su familia, sean personajes oscuros de trasegar hampón, pero un sacerdote que promovía los derechos y trabajaba por la vivienda para los más pobres y que todas las noches nos decía para ir a dormir en paz: "Señor, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega", fuera amigo del asesino paisa, no tiene perdón de Dios. Peor aún, ahora lo nominan para beatificación. De relaciones del clero con bandidos digamos que ya había una referencia. Recordemos curas guerrilleros. No se sí estos pro hombres también vayan a ser premiados, beatificados y santificados. Los cierto es que no hace mucho fue nominado Rafael García Herreros a la beatificación. Esto – entre otras cosas- deslegitima el discurso de la Iglesia y pone en entredicho su seriedad y credibilidad institucional como la Roca de Cristo. Hagamos memoria. El sacerdote eudista García Herreros, fundador del Minuto de Dios, fue un hombre muy cercano al capo. Era supuestamente un vínculo entre lo divino y lo criminal con fines sacros. Esto es inentendible. Que no nos vengan a meter lo dedos en la boca con ese cuentico de extrema caridad y bondad para que este cura, amigo del mafioso asesino, lo hubiera considerado como un “buen hombre”. Ese no puede ser un Santo. No y no. Sigamos haciendo memoria y además dejando claro que sin perjuicio de mi postura como víctima, me considero una persona objetiva, sobre todo en los temas de derecho y justicia como virtud perfecta: Aristóteles. Manifestó, en su momento, el propio episcopado colombiano su inconformidad frente a la estrecha relación entre el beato en ciernes y el terrorista antioqueño. Estas fueron las duras críticas a unión entre un representante de la Iglesia y la representación del demonio en la tierra: “Una cosa es el arrepentimiento y otra presentar ante la comunidad a un delincuente como ideal de un hombre bueno”. Otra percepción que quiero destacar es la de Héctor Abad Faciolince hace algunas semanas, sobre el particular. Dijo el escritor que “al mismo Pablo Escobar que estaba matando gente, García-Herreros lo trataba de 'don Pablo', los familiares de las víctimas “no deben estar contentos” con esa postulación. Uno no puede llamar santo a la persona que le dio dignidad al asesino”. Como es lógico, con esta sensata tesis también comulgo. Esto último fue lo que hizo con mucha solvencia García: darle dignidad y tintes de bondada Escobar. Es realmente vergonzoso que un postulado a Santo cuente con este doloroso prontuario para nuestra ensangrentada historia. Ojalá que la decisión del Vaticano se quede solo en estudiar la posibilidad de la beatificación, que a mi juicio ya es demasiado. Preguntémonos ¿en dónde veía el sacerdote la bondad de ese monstruo, que dio cuenta de vidas y familias enteras con tal de enriquecerse a costa de la intoxicación mundial; de un asesino tan cruento como Escobar? Que entre el diablo y escoja: Escobar hoy es un héroe –gracias a los medio de comunicación– y un hombre bueno según el cura; ahora el cura va para Santo. ¡Qué bueno ni qué Santo! #nomasmentiras. Abrazo cálido. Seguimos trabajando. @colconmemoria presidencia@colombiaconmemoria.orgQue entre el diablo y escoja
Vie, 08/03/2013 - 00:55
Han pasado tantas cosas últimamente y tantas otras desde mi último editorial, tantas tan seductoras para mí y mi propósito de escribir ciertas líneas q