Que miedo solo pensar en un déspota como Presidente de Colombia

Jue, 13/08/2015 - 12:47
Pareciera que el aún hoy alcalde de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, luego de que la sociedad colombiana le perdonara su pasado subversivo y guerrillero en contra del Estado, lo aceptara y recibiera en
Pareciera que el aún hoy alcalde de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, luego de que la sociedad colombiana le perdonara su pasado subversivo y guerrillero en contra del Estado, lo aceptara y recibiera en la vida democrática del país, no dejara de ser del todo el entonces llamado 'Camarada Aureliano', pero que ahora sus más allegados prefieren denominar 'El Déspota'. Así lo han definido personas que en algún momento de su vida han sido amigos y allegados colaboradores, como Daniel García-Peña y Fernando Álvarez. La notoria y gravísima dificultad de Gustavo Petro para reconocer y obedecer la autoridad legítima y el marco normativo vigente, nuevamente queda al desnudo con su respuesta "déspota" ante la formulación de cargos que le hace la Procuraduría General de la Nación con ocasión de los presuntas faltas disciplinarias en las que parece haber incurrido luego de pasarse por la faja una vez más la Constitución, la ley y los reglamentos que le imponían acatar las decisiones del ente corporativo y de representación popular como es el Concejo de la ciudad. Todo esto en materia tan importante como es el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá. Gustavo Petro pareciera creer que la normatividad vigente no permite que se le pueda investigar dada su condición de reinsertado, ni que se le cuestione aún sea con seriedad, argumentos y respeto, basado en una convicción, a mi parecer bastante errada, de que todo lo suyo y lo que hace es perfecto. Lo uno y lo otro -investigaciones y críticas- lo toma estrictamente personal. Soy testigo y objeto de las reacciones desproporcionadas del Alcalde de Bogotá. Todo lo fundamenta en que está haciendo transformaciones sociales maravillosas, y quienes lo investigan o quienes lo criticamos somos soldados de la ultraderecha y pretendemos acallarlo. Falso de toda falsedad en mi caso. No se equivocan sus entonces amigos y colaboradores en describirlo como un déspota de izquierda, pues no son pocas las actitudes públicas del señor Petro que parecieran confirmar lo que con claridad han expresado personas respetables de la misma izquierda como los señores García–Peña y Álvarez. Valdría la pena realizar el trabajo periodístico e histórico de conocer las verdaderas razones por las cuales durante la administración del Alcalde Petro, fueron renunciando de forma temprana y sucesiva a sus altos cargos más de una veintena de sus colaboradores. Entre ellos, y uno de los primeros, un verdadero hombre de izquierda, hoy buen Senador de la República, y entonces un serio, eficaz y respetuoso de la Constitución y la ley, exalcalde y exgobernador: Antonio Navarro W. Ese rasero parcializado y personalizado al parecer en sus propios intereses y vanidades que aplica Gustavo Petro en cuanto al respeto a la justicia y a la institucionalidad, no le dan autoridad moral para hablar de paz y menos aún para creer que contribuye con esa actitud a la misma. Sus esfuerzos personales, no los de la institucionalidad distrital y recursos públicos que dirige y ordena su gasto, bien pueden concentrarse en defender sus derechos personales, es legítimo y válido que lo haga. Pero no tiene derecho a inmiscuir una vez más a los bogotanos, a la Alcaldía y recursos de la ciudad en su defensa personal. Bien puede dejarse llevar de su debilidad personal de convertirse en víctima de todo y de todos, pero no tiene habilitación constitucional ni legal alguna para sumir a la Capital de Colombia en sus acciones y actividades con alto tinte proselitista y egoísta. Alcalde Petro, quiéralo o no, ya le quedan muy pocos meses como nuestro alcalde. En octubre ya habrá un nuevo alcalde o alcaldesa, y usted dejará de serlo al final del día 31 de diciembre de 2015, con o sin marchas, con o sin destituciones. Aproveche estas pocas semanas de los meses restantes para trabajar en serio por Bogotá. Para que su salario y demás gastos que un alcalde demanda, tengan algún sentido fiscal positivo para el gasto público de los capitalinos y el beneficio general de los mismos. La alcaldía debe estar al servicio de los bogotanos, no estos al servicio de sus intereses, pasiones y apetitos personales. Que miedo solo pensar en un déspota como presidente de Colombia: seríamos otra Venezuela. @FelipeRfhc
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