Que viva la música, toda la música

Vie, 20/10/2017 - 10:26
No sé quién nos dijo que podíamos sentirnos superiores, o mejores que los demás, por la música que nos gusta. No sé quién nos infundió tremenda mentira. No sé quién ha sido el que, con menti
No sé quién nos dijo que podíamos sentirnos superiores, o mejores que los demás, por la música que nos gusta. No sé quién nos infundió tremenda mentira. No sé quién ha sido el que, con mentiras, nos ha dicho que hay música buena o mala; bandas buenas o malas y/o canciones buenas o malas. Al parecer nos hemos dejado convencer por convenciones sociales y mediáticas sobre lo que debemos oír, lo que está aceptado socialmente y lo que no. Pero no es sólo de ahora. Desde hace décadas distintas músicas han sido rechazadas, apuntadas y estigmatizadas. El jazz en algún momento de la historia; la bachata en República Dominicana y la champeta en Cartagena, han sido rechazadas por élites sociales tratando de imponer su gusto musical alrededor de su poderío económico o social. Recientemente la pelea es contra el Reggaetón y para mi, hoy en día, es algo difícil de entender. No soy oyente del género ni soy fanático de ningún artista, pero si he aprendido a reconocer la importancia que han tenido los artistas de este género para plasmar nuevas dinámicas de construcción y consumo de la música. La finalidad de cualquier artista es tratar de conectar con la gente a través de su música. Y, gústele a quién le guste, los artistas urbanos saben conectar con su público latino. Saldrán a flote muchas teorías de por qué el Reggaetón dominó el mercado; la payola, la saturación mediática y, otras más atrevidas y subjetivas, como la ignorancia del pueblo. Y así como somos, no logramos abrir los oídos, ser receptivos y, reconocer en el sonido urbano, una conexión inmediata con públicos alrededor del continente. No estoy defendiendo muchas cosas del género, pues hay cosas que, personalmente, no son de mi gusto. Es más un llamado a entender que la música es un proceso personal, de identificación y de gustos; es un proceso de conectarse y de usarla de manera personal. Para unos la música debe hacer un llamado político o social, para otros debe cumplir con parámetros de virtuosismo; pero, para la mayoría, para la gente que usa la música como compañía, la música cumple una función de entretenimiento y eso es completamente respetable. Si no le gusta el género, no lo oiga; si le gusta, escúchelo más duro. Pero nunca crea que por odiar algún género usted será un mejor ser superior, al revés, caerá en uno de los problemas grandes que tiene el mundo: la intolerancia. Dele play a lo que le gusta y deje a los otros hacer lo mismo. Qué viva la música, toda la música. En Tw: @JoseBaqueroH
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