Rap+ballet: El impresionante video de Kanye West

Sáb, 13/11/2010 - 00:01
El rapero Kanye West no es una de mis personas favoritas. Aún cuando reconozco que ha hecho buena música, debo ser honesta en cuanto a que encuentro poco agradable su megalomanía presente hasta en
El rapero Kanye West no es una de mis personas favoritas. Aún cuando reconozco que ha hecho buena música, debo ser honesta en cuanto a que encuentro poco agradable su megalomanía presente hasta en la sopa. Kanye West nunca pierde, al menos empata. De cualquier forma es necesario aceptar, incluso más con ovaciones que con rechiflas, el importante momento, que en términos estéticos ha logrado con su última creación: un video/película de magnitudes impresionantes en cuanto a producción, vestuario, fotografía y dirección de arte en general. Mi conflicto particular con respecto al video, es que lo encuentro impecable, elegante y sutil dentro de los términos más románticos de belleza, y esto hace que me pregunte si en realidad todo surgió de la genialidad creadora del señor West. Lo digo con la ironía del caso, ya que con todo y que trato de tener de cuenta eso de no tomarse tan en serio a la gente –y sobre todo a las figuras públicas- todavía me cuesta trabajo oir de West, frases célebres como: “En mí caso no existen los alter-egos. Yo soy el ego”. No solo no me hace gracia sino que me dan ganas de gritar: ¡Ay por favor! Runaway es el título del pequeño film/video y al mismo tiempo el primer single de su nuevo trabajo discográfico My Beautiful Dark Fantasy. El resto de la banda sonora del corto también incluye 9 temas nuevos y algunos éxitos anteriores con colaboraciones célebres de: Rihanna, M.I.A, RZA (ex rapero del Wu Tang Clan), Q Tip, Beyoncé, Jay Z, el niño prodigio Kid Cudi, Alicia Keys y hasta Sir Elton John entre otros. Kanye no solo se rodea bien sino que ataca por cada lado para nunca perder. La campaña de expectativa tanto del álbum como del mini film se ha trabajado desde mayo de este año. La bienvenida al derroche visual del rapero comienza con una carretera rodeada de bosques con pinos enormes, por donde un carro muy particular anda a toda velocidad. Uno supone que claramente West va manejando ya que hasta familias de ciervos detienen su pastar para alzar la cabeza y seguirlo con la mirada. ¿Dónde están las calles del ghetto? ¿La disco hip hop, la limosina llena de mujeres voluptuosas semi desnudas bañadas en champaña y el oro y brillantes en exceso? Respuesta simple, Kanye es único, un asunto aislado y fuera de lo común dentro de su propio género musical. Él no solo ama el buen gusto, parece que también cree que tiene la habilidad de plasmarlo.

Hace casi dos décadas, el mundo del hip hop y el rap se veía obligado a cambiar buena parte de su imagen, para bien de todos. El género comenzó a recibir emociones encontradas y rechazo después de dos tragedias que dieron el punto final a una época llena de retratos de violencia y drogas por parte de los que en ese momento eran los sus más grandes exponentes. Las muertes del californiano Tupac Shakur y el neoyorquino Notorious B.I.G fueron el punto de giro para que la imagen del rapero se puliera. Algo. Bandanas amarradas en la cabeza como pandilleros imigrantes, pantalones baggy con tiro hasta la rodilla, camisetas, camisas y todo en tallas XXL, o simplemente torsos tatuados con claras advertencias para sus enemigos, solían ser los clichés que componían el imaginario de jíbaro, matón de barrio vs gangster tipo mafia italiana que complementaba temas comunes en las canciones. Justamente el mejor amigo de B.I.G, el también rapero Puff Daddy, P Diddy, o solo Diddy, quién hoy prefiere hacerse llamar por su nombre completo: Sean John Combs -tal vez porque lo anterior suena a puro alias de presidiario- sobresalió en la lista de los hoppers que dieron el paso a convertirse en individuos dignos de una sociedad civilizada. Hoy, el atuendo usual de Combs -a quién llamaban el chico malo del rap- por lo general grita marcas exclusivas con letreros de neón. Logos de Louis Vuitton y Versace así como la cinta tri color de Gucci se ven hasta en los cordones del músico. Para él, elegancia se traduce con una cuenta millonaria de gastos en las mejores tiendas de diseñador. A veces sin darle mucha importancia a lo que escogió. Permanecen desde las épocas de gangster, los excesos en el bling, el oro, los diamantes y todo lo que brille, no solo en anillos, cadenas y relojes, también en vasos, tenis, agujas de tornamesas y cuanta extravagancia venga. El umbral que separa a Kanye West del resto de los hoppers está marcado por un aura de niño raro que él mismo disfruta. West a diferencia de sus colegas, no escoge obvios Jaguars o Bentleys para sus escenas automovilísticas, como en el caso de Runaway, su elección estrambótica fue un Tatra MXT modelo 93, una rareza inconseguible hecha en Checoslovaquia. Si los raperos se van de juerga, Kanye tal vez prefiere quedarse leyendo a Mark Twain… Runaway contradice de manera notable el imaginario usual del hip hop. West dibuja su mujer ideal como un ave poderosa e indefensa a la vez, sutil y muy femenina, sin ser sexualmente agresiva aún cuando está casi desnuda, interpretada por la guapísima modelo de Victoria´s Secret: Selita Ebanks. Adornada por un impresionante y delicado atuendo de fénix creado por el genio del disfraz con plumas: Martín Izquierdo,  quién es el responsable de las famosas alas que precisamente usan las modelos de los desfiles de Victoria’s Secret, y quien cada año asombra con los disfraces de Halloween que le hace a la modelo alemana Heidi Klum en su conocida fiesta de cada 31 de Octubre. El momentum del video puede ser una de las escenas más bonitas que haya visto en este formato: West con un smoking color crema tipo vintage diseñado por Philip Lim –encargado de todo el vestuario del corto- se levanta de la mesa en la que come junto a varios invitados vestidos todos de banco inmaculado, y se dirige a un piano del mismo color para interpretar el tema central. Desde el primer acorde aparecen una docena de bailarinas de ballet que se comen por completo la cámara con una coreografía que literalmente logró que se me escaparan varias lágrimas de la emoción. Aquí el asunto es personal porque tengo una historia con el ballet, haberlo practicado durante casi diez años desde que tenía 4, y haberlo abandonado por vaga rebeldía adolescente para después apreciarlo y amarlo como no lo hice antes. De cualquier forma, para todo aquel que sienta la piel de gallina gracias a la belleza de una imagen, la escena será contundente. Si los momentos del ballet se pudieran congelar resultarían una serie de fotografías de composición impecable en cuanto al manejo de planos, paleta de colores, distribución de elementos, etc. El contraste de los elementos del ballet clásico y el hip hop se amalgaman de tal manera que no parecen ajenos. La delicadeza de los tules del tutú y el satín de las zapatillas de punta esta vez con la agresividad del negro. La moña tradicional pero con la cabeza tejida en trenzas al mejor estilo de los hoppers más rudos. Por momentos los jettes, passés, pirouettes y demás poses clásicas se ven atacadas por movimientos de street dance que curiosamente hacen énfasis a la emocionalmente desesperanzadora canción que West toca de fondo, al punto de terminarla cantando de pie sobre el piano. Aún así el que el rapero de Chicago no me simpatice, no me detiene de afirmar que Runaway es desde ya uno de los videos más importantes al menos de esta década, en términos visuales. Lo he visto una vez al día desde hace 8 cuando mí novio me lo regaló “virtualmente”, sabiendo que iba a impactarme al punto de generar referencias futuras para mí trabajo como styler y productora de moda. De cualquier forma sigo preguntándome como tanta belleza parte de la misma mente creadora de quien hace poco decidió incrustarse oro y diamantes en los dientes, según él porque así viven los rockstars. En ese caso, yo prefiero caerme de una palmera en estado de embriaguez como Keith Richards de los Rolling Stones, ser vetado de la televisión por mover las caderas como Elvis Presley, pilotear mí propio avión de gira como Bruce Dickinson líder de Iron Maiden o comprar un pantalón de cuero de mil dólares como Sebastian Bach, vocalista de Skid Row. Kanye nunca pierde, al menos empata, y en este caso está claro, sin importar lo que yo piense: Kanye West 1 Juanita 0.
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