Respaldo pero también crítica

Lun, 09/09/2019 - 07:42
Hace treinta años Jean François Revel, en su polémico libro El conocimiento inútil, veía con claridad cómo el conocimiento, la información y su divulgación ya tenían un lugar protagónico. Ho
Hace treinta años Jean François Revel, en su polémico libro El conocimiento inútil, veía con claridad cómo el conocimiento, la información y su divulgación ya tenían un lugar protagónico. Hoy, se han incorporado a la cultura de una manera global y los seres humanos convivimos con ellos en cada instante de nuestra existencia. Dice el filósofo y periodista francés: “En nuestro siglo (s. XX) se encuentran a la vez más conocimientos y más hombres que conocen esos conocimientos. En otras palabras, el conocimiento ha progresado, y aparentemente ha sido seguido en su progreso por la información, que es su diseminación entre el público”. En 1989, sin los inmensos avances tecnológicos en el campo de las comunicaciones, Revel ofreció un panorama que, en esencia, poco se diferencia del actual pero sí, y en mucho, en su dimensión. Esta referencia me es muy útil para hacer una lectura del reciente artículo de Luigi Echeverri, el exitoso y combativo jefe de campaña de Iván Duque quien, con su visión y una buena dosis de persistencia, fue ficha clave para llevar a la presidencia al joven candidato con el que había trabajado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) años atrás, cuando no estaba en los planes inmediatos de Duque, aunque sí en su imaginario, meterse en la política. De vez en cuando, Luigi nos ofrece sus reflexiones con las que manifiesta una total confianza en las capacidades del presidente y en la gestión que está ejecutando con su joven equipo de gobierno e impele a los colombianos a apoyarlo, como se puede leer en su artículo que lleva por título “Es cuestión de determinación y liderazgo institucional: Se limpia la maleza o no prospera la Semilla”, en donde afirma que “lo que todos debemos respaldar, en medio de tanta confusión y adversidad, es que Iván Duque con su esfuerzo incuestionable y su espíritu de servicio desinteresado y franco, que está fuera de toda contestación, continúe y termine bien". Luigi pide un respaldo incondicional y a la vez un compromiso al considerar que “el progreso y el desarrollo socioeconómico no son asuntos de un presidente, son responsabilidad de todos”. El compromiso se resume en que “todos trabajemos con ética y honorabilidad” porque lo que “nadie puede negar es que Iván Duque y su equipo luchan a brazo partido contra el crimen organizado y los intereses del narcoterrorismo hoy arraigado en dos de los poderes del Estado”. El joven equipo del gobierno de Iván Duque, según Luigi, necesita el respaldo de los colombianos cuando tiene que enfrentar los graves problemas del país sin contar con los otros dos poderes que han caído en “una ideologización política que encubre todo tipo de trampa y corrupción, como lo evidencia la politización y mediatización de la justicia y la criminalización del parlamento”. Considero que quienes, como simples ciudadanos preocupados con el futuro del país, asumimos con responsabilidad ética nuestro compromiso y respaldamos al presidente Duque no debemos perder la mirada crítica. Lo que me causa inquietud, en el enfoque que propone Luigi, es que ese respaldo sea incondicional a partir de algo tan frágil como las buenas intenciones del presidente. Estamos viviendo un momento en que el desarrollo de la humanidad en campos como el de la información y el conocimiento supera ampliamente al de tres décadas atrás, cuando Revel planteó que “la máquina universal de informar se hace más y más igualitaria y generosa, de modo que anula la vieja discriminación entre la élite en el poder que sabía muy poco y el común de los gobernados que no sabía nada. Hoy, los dos saben o pueden saber mucho”. No partimos de supuestos cuando, en artículos y opiniones por las redes sociales, emitimos juicios desfavorables a algunas decisiones u omisiones del presidente Duque y sus ministros; contamos con la información que antes era monopolio de poderosos medios que la manipulaban y tergiversaban para ponerla al servicio de sus intereses y el de sus aliados políticos, afectando las decisiones del gobierno. Era El Tiempo, en su momento, quien ponía y tumbaba ministros y Semana la que decidía a quien elevar y a quien hundir en el fango a partir de la que se publicaba en sus páginas. Lo dicho por Jean François Revel, hace ya tantos años, sólo recientemente en Colombia y gracias al Internet, se está haciendo realidad. Manejar responsablemente la información procurando ser justos en nuestras apreciaciones, aplaudiendo lo que sea meritorio y señalando los errores y especialmente la falta de acciones claras para enfrentar las raíces de los problemas en un momento tan crítico, es una demostración de nuestra responsabilidad ética.
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