¿Será Buena esa Familia?

Con todo lo azarosa que fue la semana pasada en materia de noticias, hubo una especie de consenso en que la única ganadora fueron las esposas, hasta ese momento convidadas de piedra en la vida de sus maridos. La señora del General Palomino lo acompañó a la rueda de prensa en la que presentó su renuncia. Llegaron cogidos de la mano y se dieron un pudoroso beso en la mejilla, rodeados de sus tres hijos como para que no quedara duda de la fertilidad de esa unión y la solidaridad de toda la familia, que en ningún momento cuestiona, ni permite cuestionamiento sobre la calidad de padre y esposo del General. La esposa del ex senador Ferro, hizo lo propio pero no en el momento de la renuncia, sino en una entrevista concertada con Blue Radio. Hasta los estudios llego la pareja para afirmar que su intimidad no podía ser materia pública y que lo más importante es la defensa de la familia. Independientemente de los escándalos, estoy de acuerdo con la mayoría que opina que se trata de un par de mujeres valientes, sobre todo para enfrentarse a una prensa ávida de amarillismo y morbo, como la que dejó ver sus fauces de lobo en este episodio de la comunidad del Anillo. Pero, en lo que no puedo estar de acuerdo, es en que por encima de todo este la familia, en especial si por preservar la familia se entiende aguantar humillaciones, infidelidades y la utilización del matrimonio como closet para esconder las preferencias sexuales. Creo sí que una pareja, una buena pareja, tiene más posibilidades de generar una buena familia. Pero tenemos que debatir entonces que se entiende por buena pareja. Tal vez debamos revisar los componentes de una unión sana de dos personas, sin importar si son del mismo sexo o de sexo contrario. Una relación sensata debe tener por lo menos tres de cuatro componentes: sexualidad, identidad ideológica, emotividad y responsabilidad en las cosas prácticas. La sexualidad debe existir, así con el paso del tiempo los deseos fogosos den paso a relaciones más esporádicas, pero no menos placenteras. Difícilmente una pareja puede perpetuarse si la sexualidad no es grata para ambos miembros, de lo contrario una de las partes se siente usada, o abandonada o insatisfecha y el resentimiento ira contagiando otras esferas de la relación. En una pareja en la que una parte busca satisfacer sus deseos sexuales por fuera, algo anda mal. Así la pareja se empeñe en mantener el matrimonio dizque por el bien de la familia. Seria por el bien de uno de los miembros de esa familia, porque en esa sexualidad no hay verdad, no hay reciprocidad. Una de las dos partes está usando a la otra, para aparentar lo que no es. En este panorama la presencia de la esposa del ex senador, resulta preocupante pues aunque defendió la intimidad dejo sentir que por encima de todo estaba la familia, entendida como el bienestar de los hijos de una pareja, así esa pareja tuviera embolatada la sexualidad. Me parece un mal mensaje para las mujeres, como si no tuviéramos derecho a reclamar el acceso pleno a la sexualidad porque por encima de todo están las apariencias que le hacen creer a los hijos e hijas que solo ellos importan y la mujer está dispuesta a perdonar, mirar para otro lado o doblegarse a los deseos o inapetencias sexuales de su pareja. Siempre por supuesto la sacrificada es la mujer, porque muy distinta seria la actitud de un Ferro, si su mujer se la hubiera jugado con otra o con otro. Tal vez en esa circunstancia no habría salido a acompañarla en una entrevista radial o no habría salido el general Palomino a darle un piquito en la mejilla a una díscola esposa. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus