Uribe marcha el 13

Mié, 03/12/2014 - 17:19
Desde el Congreso el expresidente Álvaro Uribe sale fotografiado, en compañía de Paloma Valencia, llevando en sus manos un letrero en el que está escrito: 13 de diciembre / YO MARCHO / Paz sin imp
Desde el Congreso el expresidente Álvaro Uribe sale fotografiado, en compañía de Paloma Valencia, llevando en sus manos un letrero en el que está escrito: 13 de diciembre / YO MARCHO / Paz sin impunidad. Con esta fotografía, que circula por Twitter y Facebook, hace saber, como lo han hecho muchos colombianos, que saldrá a marchar este sábado en ocho. Sin arengas, sin convocar a los medios, sin alardes de grandeza y valentía, el líder más querido por muchos colombianos, y el más atacado por otros, se une a la primera manifestación convocada por la ciudadanía a través del voz a voz, sin el apoyo de los grandes y poderosos medios, contra un gobierno con el que no se siente representado y que ha venido carcomiendo al país arrebatándole sus ilusiones de progreso, sus esperanzas y hasta su dignidad. ¿Cuál es el significado de este gesto humilde de quien rigió los destinos de Colombia durante ocho años logrando rescatar al país de las garras del terrorismo y llevándolo por una ruta de progreso que se ha visto gravemente entorpecida por su sucesor? Como cualquier ciudadano marchará Álvaro Uribe Vélez, él no convoca, no llama a sus millones de seguidores a manifestarse, simplemente atiende el llamado de algunos compatriotas que, al presenciar la caída al abismo, acuden a la manifestación pública para decirle NO a un gobierno que durante sus años en el poder no ha hecho sino llenarnos de vergüenza ante nosotros mismos, ante nuestros hijos y ante el mundo libre. ¿Por qué Álvaro Uribe se coloca entre el pueblo y no, en su calidad de líder, por encima del pueblo? Una posible respuesta sería que siente el mismo dolor, ni mayor ni menor, que sufren quienes en 2010 llevaron con sus votos al poder a Juan Manuel Santos para luego ser víctimas de la traición. Sabe que con su voto llevó a la presidencia a un personaje de dudosa trayectoria, y pocos méritos, pero de gran astucia. Un voto, un voto como el de cualquier ciudadano, pero que sumado a otro y a otro llegaron a ser más de ocho millones con el que un pueblo cometió el mayor error de su historia democrática. Con este gesto, sin aspavientos, se presenta Álvaro Uribe como uno más de los que se dejaron embaucar por hábiles y persistentes estafadores que se aprovecharon de las virtudes de su gobierno para instalarse en el poder y traicionar desde el mismo 7 de agosto de 2010, a un país que miraba consternado y con incredulidad lo que se estaba dando frente a sus ojos. Como esos millones de colombianos Álvaro Uribe vio con dolor a su país, a su Colombia querida, la que empezaba a recorrer una senda de progreso -luego de muchas décadas en las que se llegaba siempre a caminos sin salida o continuas caídas cuesta abajo-, comenzar un verdadero calvario por cuenta de un error que no se ha sabido corregir. El recuento de los graves motivos que llevan a Álvaro Uribe y a los que saldremos el 13 de diciembre a manifestarnos en contra del presente gobierno es inmensamente largo. Se podría comenzar con el apoyo al chavismo, o con la manera infame como se dejó en el abandono a quienes sufrieron los desastres de la ola invernal, o con el engaño y la intriga para instalar una mesa de diálogo con los terroristas, o con la entrega a Nicaragua y China del mar de San Andrés, o con el derroche descarado de los dineros públicos, o con la corrupción institucionalizada con el ridículo nombre de mermelada, o con el recrudecimiento de la violencia, o con cualquier otro motivo de queja de los que se van acumulando día a día. Pareciera que Santos y sus amigos ejercen el poder con una cínica y calculada estrategia de deterioro anticipándonos lo que se vendrá cuando se firmen los acuerdos o claudicaciones frente al terrorismo, es decir, la entrega de un país de larga tradición democrática a un sistema de gobierno de corte castrochavista. La importancia de este gesto radica en que se coloca en el mismo nivel al líder con el ciudadano del común, principio fundamental de los derechos humanos que se trasgrede a diario cuando se pretende que hay ciudadanos de primera, de segunda y de tercera categoría. Me permito hacer una predicción: el 13 de diciembre de 2014 quedará para la historia como el día en que una Colombia unida despierta del letargo en que ha caído en los últimos cuatro años. Así seamos cien, mil o un millón los que marchemos, el 13D dejará una marca imborrable y nos permitirá, como individuos y como comunidad, hacernos amos de nuestro destino y no los borregos en los que nos quieren convertir.
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