Vientos de ruptura

Jue, 10/10/2013 - 05:46
No se sorprendan, todo estaba planeado desde un principio.

Cuando el Presidente Santos, en medio de una oleada de impopularidad, similar a la que lo golpea hoy, anunció la iniciación de las conve
No se sorprendan, todo estaba planeado desde un principio. Cuando el Presidente Santos, en medio de una oleada de impopularidad, similar a la que lo golpea hoy, anunció la iniciación de las conversaciones con las Farc, hizo una jugada a varias bandas. De un lado, aprovechó la tradicional ilusión de  los colombianos de alcanzar la paz, quienes siempre, en un  principio, apoyan los diálogos, para mejorar en las encuestas. Dicho objetivo lo logró temporalmente. Le apuntó, también, a mostrarse como innovador, mediante la presentación de un esquema que, según dijo, carecía de antecedentes, era serio, tenía una agenda limitada y se evacuaría rápido. Este propósito le fue esquivo porque el vocero de los terroristas se encargó de dinamitar el planteamiento del Gobierno, el mismo día de la instalación de la mesa en Oslo. Y, al tiempo que abrió la puerta de las conversaciones, anunció que si el proceso no mostraba resultados rápidamente le pondría fin. Habilidosamente preparó con anticipación la ruptura, al anunciar que, si las cosas  no caminaban, nada le pasaría al país toda vez que el ejército seguiría actuando y el congreso legislando. Hasta calculó los tiempo para levantarse de la mesa, eso sí, con el calendario electoral en mente. Así son los jugadores ventajosos: con cara gano yo y con sello pierde usted. Todo lo que está  haciendo Santos es para salir a  decirle al país, el próximo mes, que hizo su mejor esfuerzo en forma responsable, que las fuerzas armadas jamás perdieron  la ofensiva y que el legislativo siguió aprobando normas. Ese discurso patriótico lo concluirá diciendo que ha constatado la falta de voluntad de  paz de las Farc, razón por la cual lo de La Habana no va más y se incrementa el accionar de las fuerzas del Estado. Así buscará, de nuevo, subir en los sondeos de opinión. El resumen es dramático: el Presidente buscó salir del hueco negro de la impopularidad poniendo en marcha el show de Cuba y lo hará otra vez clausurando las conversaciones. Pero, en esta ocasión, los índices de favorabilidad no van a reaccionar positivamente, ni siquiera de manera coyuntural. A estas alturas es claro para la gran mayoría de los colombianos que hacer la paz con las Farc en un año es imposible, especialmente porque no tienen la voluntad de hacerla, que el  famoso esquema serio y novedoso ni es original ni ha existido en la realidad, y que el show de Cuba obedece al deseo de maquillar una imagen que no logra cautivar a los ciudadanos. Y también es evidente que el cuento de que a Colombia no le ha pasado nada en el intento está muy lejos de ser creíble. Al contrario, el costo que se está pagando y se pagará, durante muchos años, es inmenso. Todo por un afán publicitario irresponsable. Eso es lo que anuncian los vientos de ruptura.
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