La muerte no se muere de la erre.
Ni pone los puntos sobre las íes.
Ni habla de la A hasta la Z.
Ni se vale de puntos suspensivos.
Ni dice cosas entre paréntesis.
Ni piensa que eres un X.
Ni escribe derecho en renglones torcidos.
Ni va manga por hombro.
Ni se considera el ombligo del mundo.
Ni la que más alambradas derriba.
Ni se cree lo último en guarachas.
Ni la que tiene la nariz más respingada.
Ni te mira por encima del hombro.
Ni la que se siente de mejor familia.
Ni es la que se las sabe todas.
Ni la que te canta la tabla.
Ni la que se hace la loca.
Ni la que baila con la más fea.
Ni la que habla más que un aparecido.
Ni la que te da una patada en la nalga.
Ni la que gana indulgencias con padrenuestros ajenos.
Ni es la que promete e incumple.
Ni la que te mete gato por liebre.
Ni la que te saca canas.
Ni la que tiene gato encerrado.
Ni la que se hace la “yo no fui”.
Ni la que te dice mentiras piadosas.
Ni la que se madura biche.
Ni la que se resbala en lo seco.
Ni la que nunca da pie con bola.
Ni la que tira la piedra y esconde la mano.
Ni la que se asusta con la piel del tigre.
Ni la que no perdona “ni una”.
Ni la que te propone “¡hagámonos pasito!”.
Ni la que no se quita el sombrero ante nadie.
Ni es la que no traga entero.
Ni la que te deja con la mano estirada.
Ni la que comenta que la justicia cojea, pero llega.
Ni la que se hace la de la oreja mocha.
Ni la que te cree caído del zarzo.
Ni la que pregunta si te tragaste la lengua.
Ni la que opina que no importa que nazca ñato si respira bien.
No es la muerte, es la vida.
Es que la muerte, pese a todo:
No ama: hace amar.
No da gracias: las provoca.
No es solidaria: lleva a serlo.
No perdona: desata el perdón.
No consuela: mueve a consolar.
No se conduele: insta a expresarlo.
No maneja cuentas: ordena hacerlas.
Y te dice que seas optimista en la dificultad.
Y que la felicidad es posible si la buscas.
Y que extiendas la mano para dar.
Y que lo que te pasa, pasa.
Y que te levantes si caes.
Y que cambies de actitud.
Y que mires más allá.
INFLEXIÓN. ¿Por qué muere la vida? Porque la muerte vive. ¿Por qué habla la muerte? Porque la vida escucha.
Por: Ignacio Arizmendi
10/04/21