De la corresponsabilidad en el hogar a la corresponsabilidad social.

En la Agenda 2030 de las Naciones Unidas la comunidad internacional posicionó por primera vez en la historia la igualdad de género como la llave principal del desarrollo sostenible en su triple dimensión -económica, social y ambiental-, e hizo un llamado para responder a los desafíos de paridad entre hombre y mujeres de manera integral.

Es evidente la proliferación de campañas y mensajes de prevención que en el anterior sentido buscan crear una cultura de interdependencia pacífica entre ambos sexos. Así, alrededor del mundo crece lo que algunos han definido como cuidado compartido o corresponsabilidad; un concepto que hace énfasis en la importancia de repartir y participar en todo tipo de tareas y obligaciones en equidad real, transformando la paternidad en una práctica activa y cuidadora.

Esta noción de cuidado, en hora buena, implica que los hombres también se hagan cargo de las tareas del hogar y de la crianza en igualdad de condiciones que las mujeres. Es un cuidado participativo, en algunos países reglamentado y escasamente aplicado, que impulsa una reconfiguración del modelo familiar que implica la puesta en práctica de una nueva dimensión emocional.

Defiendo el cuidado compartido en las familias y creo en la corresponsabilidad entre padres y madres, pero debo decir que estoy seguro que en la actualidad este concepto cobra más vigencia, debe ir más allá de la familia hasta la totalidad de las relaciones humanas y ser motivado como el mejor cambio comportamental frente a la sostenibilidad del planeta y la raza humana.

Son muchas las voces que frente a las consecuencias de la pandemia claman por cuidar y ser cuidado. Los gobiernos, las empresas y las personas en los diferentes países no dejan de hablar del tema; sin embargo, considero que lo han hecho de una manera desesperada, como un comodín de último minuto con el que desean conjurar la maldición que para muchos es el Covid-19.

Hoy, frente al Coronavirus se pide a una sociedad que se ha construido sobre el individualismo y la ley del más fuerte, cuidar y ser cuidado, y me pregunto si con esta acción basta. Las personas están acostumbradas a velar por sus intereses propios y si bien el cuidado compartido se ha promocionado, logrando o no su cometido final al interior de la familia, mucho camino falta por recorrer para involucrarlo como un comportamiento social y sostenible

En cualquier lugar del mundo se encuentran avisos y anuncios que promueven el lavado de manos, el distanciamiento social y el uso de tapabocas como armas esenciales contra la pandemia. Sin embargo, son muy pocos, por no decir nulos, los mensajes que realmente fortalecen la responsabilidad individual como la única manera de crear redes sociales complejas que promuevan la igualdad social, económica y ambiental.

Es lógico que ante la situación que atravesamos realicemos llamados a cuidar la salud propia y la de terceros, pero debemos comenzar a involucrar este concepto con el de cuidarnos entre todos, en cada uno de los aspectos de la interacción humana, para lograr una verdadera transformación y el tan anhelado desarrollo sostenible.

Enseñamos a los niños y las niñas que las tareas del hogar tienen que ser compartidas en la familia, inculcamos a las personas que ante la situación que vivimos deben velar por sus condiciones de higiene, trabajo y salud; sin embargo, también es obligatorio educar, desde el más pequeño hasta el más viejo, sobre la necesidad de cuidarnos como sociedad, repartir obligaciones, no depender de los gobiernos ni las leyes para actuar y lo más importante, reconocer mis obligaciones frente al otro y sus derechos económicos, sociales y ambientales como única vía de desarrollo hacia el futuro.

Finalizo señalando que los cambios culturales y comportamentales empiezan en casa. Hoy celebramos el día del padre y hago un llamado cordial para que en esta fecha, hombres y mujeres, porque tenemos las mismas obligaciones, comencemos a enseñar a nuestros hijos la importancia de cuidarnos y ser cuidados, construyendo una sociedad integral. 

Soy positivo ante lo que sucede en el mundo y creo que nos ha enseñado que debemos cambiar nuestras relaciones con las personas y el entorno. Es hora de apelar a la corresponsabilidad en los cuidados sociales como una manera efectiva para suscitar cambios en los patrones individualistas de comportamiento, muy arraigados, que ya nos mostraron sus consecuencias.

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