Son muchas las preguntas que nacen a raíz de por qué Estados Unidos se convirtió en un éxito económico y democrático mientras que América Latina no. Una de estas, es la “teoría de la frontera”. Exposición que fue desarrollada en 1893 por Frederic Jackson Turner. En donde se sostiene que la disponibilidad de la frontera había dado lugar a un tipo particular de personas con características especiales que determinaron el rumbo de la sociedad estadounidense.
Turner destaca que la frontera creó un fuerte individualismo, igualdad de ascenso, libertad y movilidad que resultó en el desarrollo y consolidación de una democracia. Sin embargo, este fenómeno ha sido rebatido en numerosas ocasiones, ya que, en particular en el caso latinoamericano, las fronteras no proporcionaron las condiciones apropiadas para una democracia, por lo que quizás esta ausencia de correlación entre éxito económico y las fronteras simplemente se debe a otras causas.
Existen varias hipótesis que pueden explicar por qué las fronteras parecen que, si operaron en Estados Unidos, pero no en América Latina. El objetivo consiste en entender la forma en que se asignaron las tierras de las fronteras. En Estados Unidos existió una regulación a la hora de determinar quien tenía acceso a las tierras y quien no. En cambio, en América Latina parece que sólo en Costa Rica y Colombia se aplicaron regulaciones similares, por lo tanto, en términos generales las tierras fueron asignadas de manera desigual por las élites existentes.
García y Robinson (2009) sugieren que la tesis de la frontera para la experiencia latinoamericana no es que sea irrelevante, si no que se requiere una versión más aterrizada de esta tesis, a la que ellos se refieren como la “tesis de la frontera condicional”. Esta sostiene una fuerte incidencia en el equilibrio político inicial cuando se produjo la expansión de la frontera. En países con una élite fuerte la existencia de una frontera abierta daba un instrumento con el que estas podían manipular y mantenerse en el poder.
En el estudio que realiza García y Robinson (2009) concluyen a partir de resultados que son coherentes con la tesis de la frontera simple. Principalmente que las estimaciones del tamaño relativo de las fronteras están positivamente correlacionadas con el crecimiento económico a largo plazo y el grado de democracia en los países durante el siglo XX. Además, que el tamaño de la frontera está correlacionado negativamente con la desigualdad de ingresos.
Estos resultados a simple vista pueden dar legitimidad a la tesis de la frontera, sin embargo, al realizar interacciones entre las fronteras con medidas de las instituciones políticas (alcance de las restricciones institucionales sobre los poderes de decisión del jefe del ejecutivo, ya sean individuales o colectivos) y la variable dependiente es el PIB per cápita, se encuentra que por sí solas estas variables no son estadísticamente significativas, pero la interacción sí lo es. Esto sugiere la inferencia que tienen las instituciones y en el caso de la teoría de Turner tiene validez ya que se parte de que Estados Unidos tenía instituciones relativamente buenas.
Otros argumentos que dan nociones de la importancia de las instituciones con la tesis de la frontera condicional se relacionan con otros hechos históricos. Por ejemplo, Brenner (1976) explica que los grandes sucesos de la Edad Media como la expansión del comercio o la peste negra, existieron efectos que dependían netamente de las instituciones iniciales.
Estos resultados y argumentos expuestos dan evidencias de que la tesis de la frontera de Turner por sí sola no da explicación al desarrollo económico y político a largo plazo en América Latina y es más complejo de lo que se sugiere. Sin embargo, la “tesis de la frontera condicional” propuesta por García y Robinson (2009) sugiere que existe una relación condicional entre la extensión de la frontera y las instituciones políticas en el momento de la asignación de las tierras fronterizas. Por lo tanto, el impacto de la frontera está condicionado por las instituciones políticas que influyeron en la asignación de las tierras.
El gran diferenciador entre Estados Unidos y América Latina radica en qué en este último existían unas instituciones débiles en que las élites tenían un poder predominante, por lo tanto, la manera en que se asignaban las tierras fronterizas difiere entre Estados Unidos y América Latina. Es por esto la importancia de las instituciones políticas para determinar la manera en que estas tierras fueron asignadas. La asignación de estas tierras por las élites tenía el fin de proporcionar los recursos para que estas se consolidaran en el poder, lo que finalmente llevó a resultados regulares de desarrollo y democratización en América Latina.
Referencias:
García-Jimeno, Camilo and James A. Robinson (2011), “The Myth of the Frontier” in Dora L. Costa and Naomi R. Lamoreaux, eds. Understanding Long-Run Economic Growth, Chicago: University of Chicago Press.
Brenner, Robert (1976). Agrarian Class Structure and Economic Development in Preindustrial Europe. Past and Present, 70, 30-75.