¡Por fin! Ya casi acaba este año, en lo colectivo, tal vez uno de los años más difíciles que ha vivido Colombia; la incertidumbre política, la situación económica, el costo de vida, la violencia, los escándalos de corrupción, etc.
Por supuesto, no todo es negro, ni mucho menos podríamos afirmar que todo está perfecto, la vida navega casi siempre en una muy variada escala de grises, afirman los filósofos que nada es bueno ni malo en si mismo, todo depende de la actitud con lo que lo recibamos y lo que decidamos aprender de las cosas que nos pasan a diario, es decir, al final lo que importa es el saldo pedagógico, fortalecer lo bueno para que siga ocurriendo, aprender de los errores y cambiar para mejorar.
Estamos a escasos días de que acabe el año, en mi caso y en el de muchos, es inevitable a hacer un balance del año que termina e iniciar la planeación del año que empezará. En un proceso de coaching que hice hace algunos años, nos enseñaron a hacer una cometa, para que pueda volar debe estar perfectamente balanceada, cada cosa importante de nuestra vida es una punta de una cometa; la familia, los amigos, la recreación, el trabajo, la espiritualidad y la salud. Si algo falta o está incompleto, el hexágono de la cometa será imperfecto, y ésta, como uno en la vida, no podrá volar.
Inevitable en este año hacer un ejercicio similar con Colombia. La buena noticia es que sobrevivimos un año más, aguantamos con estoicismo el caos propuesto como forma de gobierno, aprendimos que quienes predican la demagogia y el odio para aglutinar y ganar, al final gobiernan con ese mismo odio a pesar de que se justifiquen en bellas palabras como paz y vida, vacías en realidad para ellos.
“Dime de que presumes y te diré de que careces” decían las abuelas, también aplicable a este gobierno, “abanderados de la lucha contra la corrupción”, terminan estrenando escandalo mensual, cada vez más grave y tormentoso que el anterior, “enemigos de la politiquería” terminan gobernando con los más politiqueros y con las practicas más clientelares jamás vistas, en fin, aprendimos que hay que desconfiar de los que se autodefinen como “el oro” y acusan a los otros de “escoria”.
Casi todo esta mal con el gobierno del cambio, da tranquilidad sin embargo, la madurez institucional que ha demostrado el Estado colombiano; unas cortes autónomas que han decidido en derecho, limitando los excesos del ejecutivo, unos órganos de control que han hecho su trabajo disciplinando y persiguiendo a funcionarios corruptos y un congreso todavía menos eficaz, todavía proclive a la mermelada, pero que mal o bien también ha puesto limites y condiciones a un gobierno que desprecia lo técnico, lo racional y lo practico para privilegiar lo ideológico y lo demagógico.
Como lo que nos está pasando en Colombia, es responsabilidad directa o indirecta de todos, y no es ni bueno ni malo en si mismo, lo peor que podríamos hacer es asumir una posición de victimas o de derrota, lo mejor, como los estoicos, es tratar de asumir una postura racional y prepararnos para un 2024, que, según todos los pronósticos, será aún más difícil, convulsionado y errático que el año que estamos terminando.
Asumamos posición de lucha, de aguante, de control de daños, apoyemos a la justicia en su trabajo de pesos y contrapesos, rodeemos a los órganos de control para que sigan actuando en derecho sin importar el infractor, acompañemos y apoyemos a los empresarios para que sigan generando desarrollo y empleos formales y de calidad, de nosotros depende como sea el 2024 y que éste nos proyecte a un gran 2025, año en el que la pesadilla Petro empieza su fin y que sea el inicio de una nueva era de esperanza para Colombia.
¡Feliz navidad, próspero y amoroso 2024 para todos!