Mensaje al maestro

Celebramos el 15 de mayo el día del maestro que no podemos dejar pasar en silencio, y hoy con mayor razón como ciudadanos, como padres de familia, como niños, como jóvenes, como profesionales debemos reconocer la labor que como vocación más que como asalariados realizan los maestros.  En medio de la situación agitada que vive el país, es urgente un llamado al gobierno y a los educadores a replantear la responsabilidad que concierne a todos, ya que estamos forjando el futuro de Colombia en la niñez y en la juventud.  Una pregunta directa a los maestros: de verdad eres maestro – maestra? Y yo te ayudo con estos cuestionamientos que los educandos muchas veces hacen.  Maestro, quiero verte como el educador que me tratas por mi nombre, no por un número, cuando me ayudad a razonar, a analizar e interpretar, cuando me contagias la personalidad de triunfador, cuando me enseñas a ser optimista, a trabajar en equipo, a tomar decisiones, a gustar lo que aprendemos con creatividad, a ser un revolucionario no con la violencia, sino con el amor, cuando me educas no para aprender cosas de memoria sino para aprender a vivir, cuando me enseñas a ser un líder no un tirano o un mandatario fracasado, o un revoltoso desadaptado.

Son tantas las facetas orientadoras para hablar y vivir de la vocación del maestro.  Tomo la frase popular: la mejor manera de educar es el ejemplo, ya que el ejemplo seduce, arrastra y trasciende.  Al dirigirme hoy a ustedes maestros, quiero llegarles desde mi corazón del maestro que fui, del orientador de mis formandos y de la experiencia de maestro que me dejó tantos y variados aprendizajes.  Yo, y espero que ustedes también, tengo y tengan como modelo al más grande maestro Cristo Jesús, que nos enseña a vivir y a dar la vida por los discípulos con amor.

Amigos maestros pregúntense con sinceridad hoy en verdad soy maestro y lo demuestro más que con la ciencia, con la vida y el ejemplo?

Soy maestro-maestra: si soy capaz de entender a mis estudiantes en sus etapas evolutivas; si estoy convencido de sus posibilidades de aprender y de juzgar; si me esfuerzo por hacer que cada uno produzca lo que puede y no lo que yo le exijo que produzca; si consigo crearles un ambiente de trabajo, confianza y optimismo en el que no tengan temor a equivocarse; si los animo para que realicen un constante esfuerzo de superación; si les abro mi corazón e inteligencia a los aspectos trascendentales de las vida; si consigo entusiasmarlos por el ser humano, la sociedad y la naturaleza, con el ánimo que impulsa a las grandes aventuras; si evito cargar a mis estudiantes de tareas que los obnibulan, los cansan, les impiden ser creativos y más bien, les regalo amor para que aprendan a vivir con amor; si evito la improvisación, la rutina y la pérdida de tiempo; si asigno tareas interesantes que estimulen su iniciativa y gusto por aprender; si reviso y evalúo sus deberes diaria y oportunamente; si soy siempre positivo y trato con afecto y amor a mis educandos.

Si como maestro, me hago amigo, orientador y también aprendiz de mis alumnos; si como aprendiz de ellos, sé descubrir sus valores y cualidades y sé amarlos como si fueran hijos.

Entonces si puedes decir: SÍ SOY MAESTRO.  Recuerda: tú maestro, eres único e irrepetible.  Mil e infinitas felicitaciones.

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