Lucía Amaya Martínez

Vicepresidenta de Recursos Humanos de Scotiabank Colpatria con experiencia de 25 años en varias compañías nacionales y multinacionales de los sectores alimenticio, manufacturero, servicios, finanzas, consumo masivo y transporte internacional.
Es Ingeniera Industrial de la Universidad Tecnológica de Bolívar, tiene una especialización en Gestión de Recursos Humanos de la Escuela Naval Almirante Padilla / EAN y cuenta con diversas certificaciones y estudios complementarios en coaching y liderazgo ejecutivo en la Universidad de Los Andes y algunas universidades de Estados Unidos como Berkeley, Cornell y el centro de estudios de negocios Ross en la Universidad de Michigan.

Lucía Amaya Martínez

Mujeres Maravillosas

Esta columna se ha convertido en un regalo maravilloso que me reta todos los meses; desde el momento en el que la escribo hasta cuando ustedes la leen y marzo es un mes muy especial para recordar que, sin importar nuestro género, tenemos un largo camino que recorrer en el propósito de lograr la equidad para las mujeres y concientizarnos de que esto es labor de todos. 

He dicho antes que trabajo en un excelente lugar, donde la diversidad, la equidad y la inclusión es un tema esencial y coherente, lo que me llevó a emprender el camino de aprender sobre el tema para poder contribuir a que sea una realidad para todos en el trabajo. Reconozco que no sabía mucho; de hecho, no conocía la definición de “privilegio” que no es otra cosa que eso que nos impide ver que lo que damos por sentado en nuestra vida, no es la realidad de todos y saberlo me generó una enorme responsabilidad...y por acá quiero empezar.

Cuando estamos en una posición de poder, necesitamos reflexionar sobre cómo lo queremos usar. En este camino de aprender y de tomar las oportunidades de la vida, me encontré con una organización de mujeres poderosas: WIC (Women in Connection (1) con las que tuve la oportunidad de compartir hace poco un espacio de aprendizaje que fue la base de mis reflexiones en este artículo.  Comencemos por el poder ¿para qué? Yo siempre digo que amo “el poder para actuar”, pero luego de este encuentro que tuve, pude ponerle nombre al cómo lo quiero empezar a usar y al que también quiero invitarlos. Encontré varias opciones:

El poder de la voz, que nace de conocer lo que hay en nosotros, de aquello que es profundo y que nos permite exponernos al mundo, con un sentido trascendente.

El poder de comunicar, la oportunidad de expresar y dar a conocer lo que pensamos, con la intención de hacer un mundo mejor desde los lugares que lo podamos hacer.

El poder de nuestro propósito, desde donde podamos contribuir para crear oportunidades para aquellos que no tienen nuestros mismos privilegios.

El poder del diálogo, para abrir espacios de conversación, auténticos y verdaderos, para reconocer lo que hemos avanzado, y también para acordar en trabajar en el camino que aún hay que recorrer.

Y el poder de conectarnos, ese espacio maravilloso donde podemos ver la belleza de seres humanos, mujeres auténticas, con virtudes, con defectos, con miedos, pero que se saben capaces de unirse por un bien mayor.

Finalmente, el poder para saber que podemos plantearnos el propósito de cambiar el mundo, y en este caso, el propósito de trabajar por que las mujeres del mundo puedan vivir en un lugar mejor y lleno de oportunidades en condiciones de equidad. ¿Qué tal si se unen también a este propósito? 

Les pongo un pequeño ejemplo personal, soy la única mujer en una familia de hombres muy especiales, a los que la vida les ha regalado el privilegio de tener hijas mujeres. Nunca me he sentido tan responsable como el día que me dijeron que yo era el ejemplo de mujer para sus hijas y luego el ejemplo de mujer para las sobrinas de los amigos… no saben a cuántas personas pueden impactar desde el privilegio que tienen de un trabajo, de un lugar para hablar, de una sociedad en la que se desenvuelven. 

Esto me hizo ser muy consciente, pero no solo para mi pequeño núcleo; me invitó a ampliar mi deseo de impactar, no por mí, sino por crear espacios para otras mujeres. Cuando nos conectamos con el propósito, el camino se va abriendo y empezamos a conocer más y más personas que como nosotros, quieren avanzar en eliminar brechas. Es como el algoritmo del universo.

Quiero mencionar a organizaciones como Aequales (2), que decidieron medir en el lugar de trabajo lo que hacen las compañías, con deseos de crecer en la generación de espacios más diversos e incluyentes, empezando por la equidad de género y avanzado a la interseccionalidad. Esto genera consciencia y pone a la compañía a trabajar en función de tener un mejor índice, ayuda al verdadero compromiso por la equidad.  

En la academia también hay maravillosos ejemplos de trabajo consciente. Otro espacio de aprendizaje me abrió el mundo a una hermosa comunidad, la de las Mujeres en Juntas Directivas (CESA)(3). ¡Qué potencial enorme que tenemos en nuestro país! Existen muchas mujeres profesionales, ejecutivas, preparadas para hacer parte de las juntas directivas de las empresas, con intención de tener voces absolutamente competentes en sus directorios. 

Haber participado de este Diplomado en el 2022, fue un regalo sin lugar a duda. Ahora, solo pienso en cómo seguimos amplificando nuestra voz en lugares donde realmente podemos impactar y de nuevo, cambiar el mundo.

Entonces nos vamos encontrando más voces, y hay una que me atrapó. Claudia Palacios es una mujer absolutamente auténtica que desde su lugar en el mundo ha decidido comprometer el poder de su voz. 

He tenido la oportunidad de conversar con ella por un tiempo muy corto y sentirme contagiada por su deseo de mostrar las brechas para las mujeres, de exponer a mujeres poderosas a los ojos de quien quiera verlas y de invitar a los hombres a hacer parte de este reto. Desde su libro Hembrujas (Editorial Planeta, diciembre de 2019), desde su pódcast Muy Machito, desde su obra de teatro o desde cualquier lugar donde sea invitada, nos pone a pensar en nuestro rol como mujeres en la equidad además de ofrecer esa invitación continua a los hombres de hacer parte en la misma. Me quedo con la frase en la portada de su libro “muchas voces de una lucha en la que faltan hombres”.

Rescato dos proyectos también muy lindos, la Fundación Juanfe (4), que trabaja por madres solteras y les ayuda a formarse para entrar al mundo laboral creando un círculo virtuoso en el que logran salir de la pobreza convirtiéndose en un ejemplo de trabajo de mujeres y un podcast que se llama: “Instrucciones para florecer”. Acá hay ideas de mujeres especiales puestas en acción y que me ha llenado de un optimismo por conocer más sobre estos temas. 

Y, por último, quiero citar una frase que vi en una presentación de Ana María Ferguson y Carolina Nieto, de la Cámara de Comercio de Bogotá: “El cambio está a una conversación de distancia” que me invitó a reflexionar en todas esas conversaciones que puedo tener para enseñar, para aprender, para mostrar lo que no está bien y para resaltar lo que sí está pasando. 

Ahora, desde que tengo mis ojos abiertos, solo puedo ver mujeres maravillosas en todos lados. Y también hombres maravillosos que están aprendiendo a abrir un lugar en el mundo para más mujeres y para aprender a vivir y crear un ambiente más equitativo sin sentirse en medio de una “batalla de los sexos”. Es un llamado para el nuevo liderazgo. Enorme gratitud para todas las mujeres que he tenido la fortuna de tener cerca en mi vida y que me han hecho crecer; enorme gratitud a los hombres de mi vida que he tenido la oportunidad de tener cerca y que me han permitido ser yo. 

Este no ha sido un marzo normal, definitivamente no para mí. Quiero usar mi voz, para todos aquellos que no la tienen, para invitarlos a hacer parte de la lucha por la equidad para las mujeres y para todas las inequidades que tienen cerca y que no pueden ver. Es una invitación para todos, independiente del género. Quiero invitarlos a usar su lugar de privilegio, cualquiera que este sea, para promover un mundo mejor. Esta es una nueva dimensión del poder. Y si no es para hacer un mundo mejor, ¿para qué el poder? 

Creado Por
Lucía Amaya Martínez
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