▪ Tomas como la del Palacio de Justicia durante los nefastos años de su movimiento M-19 en el rol de fuerza terrorista al servicio de Pablo Escobar y sus carteles.
▪ Tomas como la de la educación pública y parte de la privada, desde hace lustros en manos de la extrema izquierda o similares.
▪ Tomas como las de las ciudades, cuyas vidas pueden estrangularse mediante la acción vandálica de unas cuantas centenas de militantes petristas y otras identidades.
▪ Tomas como las de las agrupaciones de indígenas y población afro, cuya fuerza crece en manos del “petro-estalinismo”.
▪ Tomas como las del Banco de la República, Ecopetrol, el Consejo de Estado, la Corte Suprema, la Corte Constitucional, etc., cuyas tomas van en curso o están próximas a tomar los rumbos “del pueblo”.
▪ Tomas como las del Congreso, el Consejo Nacional Electoral y otros órganos con el pretexto de evitar que “los enemigos del pueblo hagan trizas la esperanza de los desfavorecidos”.
▪ Tomas como la toma, dentro y fuera de la Casa de Narizño de buenos licores, buenos aperitivos, buenos banquetes, buenos postres, buenas sustancias.
▪ Tomas como las que hacen de las manos, los brazos, etc., de las damas invitadas a Palacio y otros lugares (Casa de Huéspedes de Cartagena, etc.) para demostrar que este es un gobierno distinto, no distante.
▪ Tomas como las que Petro ejecuta del tiempo ajeno, pues le importa un catre que sus invitados, dentro o fuera de Colombia, tengan que esperarlo horas para oírle sus geniales verborreas.
▪ Tomas como las que hace de la palabra para tratar de impactar a la gente con sus derrames verbales (“la carreta petrista”) que cambiarán al mundo.
▪ Tomas como las de los grandes, medianos y pequeños medios privados de comunicación “para evitar que sigan mintiéndole al pueblo”.
▪ Tomas como la del mundo de los influencers y los medios “autónomos” dizque para proteger su libertad al cuestionar a las oligarquías y defender a los más débiles.
▪ Tomas como las de los espacios de televisión privados y otros formatos con el fin de asegurar que primen las “verdades” petristas.
En fin: tomar el pelo, tomarse la presión, tomarse... Es claro que faltan más tomas. Si se le permiten, sus aliados continuarán haciendo de las suyas para no perder los voluminosos salarios que los colombianos les pagamos a cambio de nada para el pueblo real, es decir, la sociedad.
INFLEXIÓN. Un niño de primero elemental estaba ensimismado dibujando algo muy complejo, y el profesor le pregunta qué era. "Una máquina muy grande", contesta. "¿Para qué sirve?", indaga el profe. "Para hacer ruido", responde el alumno... Quedará claro que lo de Petro no es para hacer ruido, es para hacer daño, ¡mucho daño!