¿Qué sigue después del cuadro negro?

El asesinato de George Floyd a manos de la Policía de Minneapolis, a plena luz del día, mientras era grabado por transeúntes, despertó, como Angela Davis manifestó, un movimiento mundial contra el racismo, que, según ella, una de las líderes de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos a finales de los años sesenta y principios de los setenta, nunca se había visto y sentido tan fuerte. Este cruel hecho detonó la rabia en millones de personas que se cansaron de ver cómo el racismo estructural apaga la vida de las personas injustamente. Movilizaciones, plantones y muchos mensajes de indignación se vieron en las redes sociales. Entre ellos estuvo el #BlackOutTuesday, una iniciativa liderada por varias empresas y líderes que buscaban solidarizarse con el movimiento, muchas personas se sumaron y empezaron a poner el cuadro negro en Instagram y en otras plataformas, pero ¿qué ha pasado más allá de esta acción? ¿Cómo se puede pasar de la indignación a la acción?

Los hechos ocurridos en Estados Unidos hicieron que en Colombia también se abriera el debate sobre el racismo, esto nos permitió alzar la voz y dejar de negarlo, pues hay unas personas que creen que esa es una realidad que solo se vive en otros países y no el nuestro. En la misma semana del asesinato de George Floyd, en Colombia era asesinado Anderson Arboleda en Puerto Tejada, Cauca, a manos de la policía, han pasado varios meses y los hechos no se han esclarecido y tampoco se han señalado los responsables. Actos como estos nos obligan a pensar, en la Colombia profunda y desigual, en esa Colombia donde las oportunidades no les llegan a todas las personas, especialmente a las vulneradas, empobrecidas y racializadas.

Cuando pertenecí a el Concejo de Medellín pude conocer y reconocer la realidad del 10% de la población negra, afrodescendiente, raizal y palenquera. Según un estudio que hizo la Alcaldía de Medellín en 2011 el 86% de la población afro de la ciudad vivía con menos de un millón de pesos y en su mayoría eran hogares conformados por 4 o mas personas. En este entonces, el desempleo de la ciudad era del 9,7% mientras que en la población afro era del 18,4%, sólo el 36,8% de la población afro tenía vivienda propia versus el 56,7% de la población en general. Hoy en día este panorama no ha cambiado mucho en Medellín y en el país, pues si revisamos los municipios con mayoría de las poblaciones racializadas son los municipios que más carencias en materia de acceso a la educación, salud, vivienda, empleo, entre otros, tienen. Y si miramos estas realidades con enfoque de género vemos las dobles y triples discriminaciones a las que se enfrentan las mujeres negras. Según el DANE en 2019 el desempleo en mujeres afrodescendientes fue del 17,4% versus el 8.8% en hombres, el total nacional era de 13,6% en mujeres y 8,2% en hombres. Si revisamos esto podemos evidenciar que el acceso a oportunidades laborales y por tanto a la riqueza es más difícil para nuestra población, y no es “pobreza mental” como aún expresan algunas personas. 

Pero no me quiero quedar en la queja, quise escribir sobre este tema porque quiero que pasemos a la acción y para ello es importante entender que no basta con no ser racista también debemos ser antirracistas, esto debe ser una convicción de vida.

Para acompañar la lucha antirracista los invito a analizar e interiorizar estos 5 puntos:

Primero, escuche las voces de los hombres y mujeres racializadas, entienda sus posiciones, sus historias y contextos, por qué alzan la voz, por qué exigen justicia y una igualdad material para todos, sin discriminación, segregación y estigmas.

Segundo, abra su corazón y su mente, fórmese en estos temas, lea libros, vea películas y documentales, conozca la historia. 

Tercero, no demerite las posturas de los que decidieron alzar la voz por los derechos humanos de las personas racializadas. 

Cuarto, cambie su lenguaje, verbal y mental frente al color “negro” pues es importante dejar de hablar sobre todo lo negro como algo malo. Y deje de asumir que algo negro atrae lo negativo. 

Quinto, reconozca, valores y respete la diversidad, comprenda qué parte de su día a día abre las posibilidades para entender el mundo desde diferentes ópticas. Genere oportunidades. 

En este último punto me quiero detener, pues es necesario, así como exigimos acciones afirmativas desde el Estado, que la empresa y la academia incorporen políticas de diversidad e inclusión. Nada hace una empresa poniendo un cuadro negro para unirse a una campaña si en su planta de empleados, sobre a todo nivel profesional y directivo, no hay afros, indígenas, personas con discapacidad o de la población LGBTIQ+. Casi siempre, lo escuché hace poco en una empresa internacional, dicen que los afros no sabemos inglés o no estamos lo suficientemente preparados. Es necesario dejar esos sesgos y estereotipos raciales que lo único que hacen es negar oportunidades. Personalmente conozco hombres y mujeres negras que han estudiado en las mejores universidades del país, de Estados Unidos, que saben más de un idioma, así que esta excusa ya ha pasado de moda. En realidad, y genuinamente ¿Estamos considerando perfiles profesionales diversos dentro de las empresas? Es necesario que en el sector privado se piense en la gestión de la diversidad, un concepto que se utiliza en otros países, pero en el nuestro no tanto, que busca llevar al máximo el potencial de las personas desde la diferencia, pues está comprobado que incrementa la competitividad, la innovación y el desempeño. Según el estudio de la ANDI, La Inclusión De Minorías Étnicas: Una Ventaja Competitiva Para Las Empresas En Colombia- 2019, los cargos directivos se ocupan así: Blancos 62 %, mestizos 30%, afrocolombianos 6% e Indígenas 1%. Las empresas se están perdiendo de una gran oportunidad y así como hablamos de responsabilidad ambiental o sostenibilidad deberíamos incluir en esta mirada la responsabilidad social la inclusión y la diversidad. Este es un importante paso para una sociedad menos desigual y menos racista. Es responsabilidad de todos y todas. 

Creo firmemente que aun hay mucho por hacer, que en el país debemos empezar a tomar acciones, ir más allá del cuadro negro en redes sociales, pasar de la indignación a la acción. La humanidad debería ser el corazón de nuestro actuar, de nuestro pensar, de la construcción de las relaciones sociales y del tejido de oportunidades en nuestro territorio. 

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