
Era tan flaco y débil que lo llamaron el hombre de papel. En cambio, su espíritu fue tan poderoso que bien pudieron haberlo nombrado el hombre de acero. Lea también: Este es el equipo del que era hincha Hitler
No se doblegó a las amenazas nazis, no traicionó sus ideales y se negó a extender su brazo derecho para saludar un palco lleno de militares alemanes. Esta es la historia de Matthias Sindelar, el futbolista que se burló del Adolf Hitler. Lea también: Chespirto y su amor por el fútbol
Pese a que no tenía el aspecto de un futbolista de élite, Mathhias quedó en la historia como el mejor futbolista austriaco de todos los tiempos, como lo determinó la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol en el año 2000.
Por su forma de jugar, sutil pero sobre todo elegante, se ganó el apodo de 'El Mozart del fútbol', y con su calidad posicionó a Austria como la mejor selección del mundo de los 1930.
Si esa selección, dirigida por Hugo Meisl y que era llamada Wunderteam (el equipo maravilla), hubiera jugado el Mundial que se disputó en Uruguay en 1930, habría ganado sin despeinarse. Pero como otros países europeos, Austria decidió no acudir al primer Campeonato Mundial, por eso, solo por eso, este hombre no alcanzó la fama mundial de otros; su historia hace parte de la enciclopedia perdida del fútbol mundial.
Como era el único hombre de cuatro hermanos, Mathhias encontró en el balón a su mejor amigo y a su lado creció en Kozlov, una aldea morava que pertenecía al Imperio Austro-Húngaro, en donde nació en 1903.
Su magia con el balón, muy pronto llamó la atención de técnicos de fútbol. A los 15 años vistió la camiseta del Hertha y a los 20 ya era la figura del gran FK Austria, con el que ganó tres copas nacionales en los primeros tres años. En el club, ligado a la comunidad judía de Viena, conoció a su mujer, Camila Castagnola, hija de judíos italianos.
Sin demora se convirtió en el ídolo del pueblo. Todos los niños querían ser como él; los adultos lo ponían como ejemplo y los abuelos, bueno, los abuelos solo se deleitaban con su juego.
Austria tuvo una racha de 14 partidos sin perder a inicios de los años treinta. Para los de Meisl el cielo era el límite, por lo que la Copa del Mundo de 1934, a celebrarse en Italia, parecía llegar en el momento idóneo.
Cuatro años más tarde de la celebración del primer Mundial de la historia, que se hizo en Uruguay, llegó la oportunidad para Austria en la que podía proclamarse ganador del campeonato global que se hizo en Italia en 1934. Pero, una vez más, se atravesó la política.
"Ganar un partido es más importante para la gente que capturar una ciudad del Este", dijo al oído de Hitler Joseph Goebbels, jefe de la propaganda nazi.
El 12 de marzo de 1938, Alemania llevó a cabo el Anchsluss, la invasión y posterior anexión de Austria al III Reich. Hitler, sabedor de la importancia propagandística del deporte y con la vista puesta en el Mundial de 1938, reclutó a la fuerza a los mejores jugadores de la selección austriaca, conocida como el ‘Wunderteam’. Todos los austriacos pasaron a formar parte del equipo nacional alemán, a excepción de uno: Matthias Sindelar.
El ídolo de Austria le 'mamó gallo' todo lo que pudo al III Reich para no aceptar las "invitaciones" que Alemania le hizo para que integrara la selección. Primero aludió una lesión de rodilla. Después, consciente de que Herberger, el nuevo seleccionador alemán, era un técnico serio y preparado y no un nazi fanático, le solicitó educadamente que le dejara fuera de las convocatorias. Pero al parecer eso nunca convenció a las autoridades germanas que organizaron un partido para anunciar oficialmente que Austria era su nueva colonia.
El partido de la muerte
El tres de abril de 1938 la selección de Austria jugó su último partido. Después de ese día todos los jugadores empezarían a formar parte del equipo alemán. Se trataba de un partido amañado de antemano y destinado a demostrar la superioridad germana.
Sindelar, fiel a sus convicciones, desde el principio mostró irreverencia. En los actos protocolarios no extendió su brazo derecho para saludar a los nazis, cosa que enfureció al poderoso führer.
En el primer tiempo del partido, 'El Mozart' hizo lo que le pidieron: no hacer goles. Solo gambeteaba a sus rivales, les mostraba el balón, los sobrepasaba con facilidad pero cuando llegaba a puerta, a propósito, tiraba el balón por las nubes. Pero eso no duró mucho tiempo.
En el segundo tiempo todo cambió. La estrella austriaca realizó una jugada fantástica y marcó uno de los tantos con los que Austria venció por 2-0. En lugar de saludar a Hitler y la comitiva nazi en el palco, comenzó a bailar de forma burlona desafiándolos como nunca antes alguien había hecho. Por supuesto, los alemanes enfurecieron y no perdonaron aquel gesto del artista. Diez días después fue encontrado muerto.
Sindelar huyó pero se dice que Hitler ofreció una recompensa económica a quien lo encontrara, y que fue un compañero del Wunderteam quien lo delató. El 23 de enero de 1939 el cadáver de Sindelar fue encontrado su casa, tumbado en su cama junto a su reciente esposa, la joven italiana judía Camilla Castagnola.
Las circunstancias del crimen nunca fueron aclarados, aunque los informes oficiales de la época aseguran que la muerte se debió a un escape de gas, con lo que se indujo al suicidio.
No obstante la Gestapo quiso que su entierro se hiciera de forma clandestina, aunque esto fue imposible. Todos los austriacos fueron a despedir a su genio, a su ídolo. Se calcula que unas 40.000 personas se enfrentaron a la amenazadora presencia de tropas nazis para darle el último adiós al único futbolista que fue capaz de burlarse de Hitler .


