
José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, uno de los criminales más temidos de Ecuador y líder de la banda Los Choneros, vuelve a ocupar titulares tras su recaptura el pasado 25 de junio y el reciente anuncio de que Estados Unidos ha solicitado oficialmente su extradición por delitos relacionados con homicidio y narcotráfico. Su nombre es sinónimo de violencia, corrupción y alianzas peligrosas con estructuras criminales en Colombia, y su destino ahora parece estar en manos de la justicia estadounidense.
La fuga que estremeció a Ecuador
Alias Fito protagonizó una espectacular fuga en enero de 2024 desde la cárcel Regional de Guayaquil, una prisión de máxima seguridad desde donde aún ejercía influencia directa sobre actividades criminales en varios puntos del país. Su escape desató una ola de violencia, motines carcelarios y un estado de excepción decretado por el Gobierno del presidente Daniel Noboa.
Durante casi seis meses, Macías logró mantenerse oculto. Pero el pasado 25 de junio, un operativo del Ejército ecuatoriano logró dar con su paradero en Monterrey, un humilde sector del cantón Montecristi, en la provincia de Manabí. El lugar, que a simple vista no levantaba sospechas, escondía un búnker de 1,5 millones de dólares acondicionado con todas las comodidades. Los uniformados debieron remover baldosas y atravesar estructuras reforzadas para llegar al sótano donde el capo, finalmente, se rindió.
Extradición en curso
Ahora, Fito enfrenta un nuevo capítulo en su carrera criminal: la extradición. La Corte Nacional de Justicia (CNJ) de Ecuador confirmó que el gobierno de Estados Unidos ha solicitado formalmente su entrega para que responda por cargos que lo vinculan con homicidios y redes de narcotráfico que operan en varios países de la región.
“Estados Unidos presentó al presidente de la Corte Nacional de Justicia, José Suing Nagua, el pedido formal de extradición del ciudadano José Adolfo M. V.”, señaló la CNJ en un comunicado oficial.
Aunque aún no se ha establecido una fecha definitiva para su traslado, el ministro del Interior de Ecuador, John Reimberg, afirmó que el objetivo es que Fito esté en suelo estadounidense antes de diciembre. “Como lo ofrecimos, cumplimos. El crimen organizado ya no tiene aliados ni escondites. Vamos a terminar lo que empezamos, hasta decir: buen viaje, Fito”, declaró el ministro, destacando la cooperación con Estados Unidos y el marco legal que hace posible el proceso.
El poder de Los Choneros y sus nexos con Colombia
Lo que comenzó como una banda de delincuencia común en el año 2000, en la ciudad de Chone, Manabí, se transformó en una de las estructuras criminales más poderosas del Ecuador. Los Choneros, bajo el mando de Fito, pasaron de extorsionar y asesinar a operar en alianza con los carteles de droga más influyentes de Colombia y México.
Según informes de inteligencia regional, esta organización tiene vínculos documentados con disidencias de las FARC y carteles mexicanos como el de Sinaloa. Sus redes incluyen rutas de tráfico de drogas, lavado de dinero, control carcelario y corrupción en niveles clave del sistema judicial y policial ecuatoriano.
El nombre de Fito también ha aparecido en investigaciones colombianas que siguen la pista a estructuras de narcotráfico binacional, especialmente en las zonas de frontera. Las autoridades en Colombia han señalado que sus alianzas facilitaron el paso de cargamentos de cocaína hacia puertos ecuatorianos, desde donde eran enviados a Centroamérica y Estados Unidos.
La justicia y el reto transnacional
La extradición de alias Fito representa una oportunidad, pero también un reto para la justicia internacional. Mientras Estados Unidos busca juzgarlo por los delitos que han cruzado sus fronteras, Ecuador enfrenta el desafío de desmantelar las estructuras que permitieron que Macías operara con total impunidad desde una prisión de alta seguridad.
Por su parte, Colombia observa de cerca el caso, ya que podría revelar más detalles sobre cómo los grupos criminales locales han colaborado con estructuras extranjeras, fortaleciendo un ecosistema delictivo que ya no conoce límites territoriales.
Alias Fito, símbolo del crimen organizado ecuatoriano, podría estar viviendo sus últimos días como jefe operativo de una red criminal transnacional. Pero su historia es también una advertencia: mientras no se fortalezcan los sistemas penitenciarios, judiciales y de inteligencia de los países de la región, la captura de un líder no será suficiente para frenar una maquinaria delictiva que ya opera con lógica global.