Cómo el cambio en la política de EE. UU. fortaleció la lucha contra la pobreza

Lun, 15/03/2021 - 19:10
El Plan de Rescate Estadounidense, de Joe Biden, ofrece una serie de beneficios a la clase media y es una iniciativa histórica para combatir la pobreza.

Hace un cuarto de siglo, un presidente demócrata celebraba “el final de la ayuda social como la conocemos”, retaba a los pobres a ejercer su “independencia” y propugnaba el equilibrio presupuestario y un gobierno más pequeño.

La semana pasada, el Partido Demócrata avanzó en la dirección contraria.

Su primer acto legislativo importante bajo el mandato del presidente Joe Biden fue un Plan de Rescate Estadounidense de 1,9 billones de dólares, financiado con déficit y repleto de programas tan generales como la ayuda ampliada a casi todas las familias con hijos y tan específicos como pagos a los agricultores negros. Al mismo tiempo que ofrece una serie de beneficios a la clase media, también es una iniciativa de proporciones históricas para combatir la pobreza que otorga más ayuda inmediata en dinero a las familias que se ubican en la parte inferior de la escala de ingresos que cualquier otra legislación federal desde por lo menos el Nuevo Trato.

Detrás de ese cambio hay una reestructuración de las fuerzas económicas, políticas y sociales —algunas tardaron décadas en formarse y otras fueron aceleradas por la pandemia— que hizo posible un rápido avance en las prioridades progresistas.

El aumento de las desigualdades y los ingresos estancados durante gran parte de las últimas dos décadas dejaron a una cantidad cada vez mayor de estadounidenses —de todas las razas, de estados conservadores y liberales, de centros urbanos y pueblos pequeños— con problemas para hacer que el dinero les alcanzara.

Algunas investigaciones recientes han documentado el daño a largo plazo que ocasiona la pobreza en la infancia.

Una vanguardia progresista reactivada impulsó a los demócratas hacia la izquierda, incluso a Biden, quien en la campaña se mostró como una fuerza moderadora.

Las inquietudes sobre el gasto deficitario se sosegaron bajo el mandato del predecesor republicano de Biden, el expresidente Donald Trump, mientras que las vertientes populistas de ambos partidos hicieron que los legisladores prestaran más atención a la frustración de la gente que tenía dificultades para salir adelante, una tendencia que se intensificó a causa de la recesión provocada por una pandemia que afectó de manera abrumadora a los trabajadores de bajos ingresos y no tanto a las personas de ingresos más elevados.

Un verano de manifestaciones contra la injusticia racial y la coalición liderada por los electores negros que llevó a Biden a la Casa Blanca y ayudó a darles a los demócratas el control del Senado pusieron la justicia económica al frente de la agenda del nuevo gobierno.

Si la nueva ley resulta ser una culminación excepcional de esas fuerzas o un anticipo de iniciativas todavía más ambiciosas para abordar los retos del país relacionados con la pobreza y las oportunidades será una batalla que definirá a los demócratas de la era de Biden. Para sus partidarios, esta ley no es solo uno de los paquetes de mayor envergadura en la política económica y social en una generación. Según ellos, también es el principio de una oportunidad para los demócratas de unir a una nueva mayoría en un país sumamente polarizado, construida en torno a una renovada credibilidad en el gobierno.

“Al lado de los derechos civiles, el derecho al voto y la vivienda para todos de la década de 1960, y quizá junto a la Ley de Atención Médica Asequible, tal vez esto sea lo más importante que el Congreso ha hecho desde el Nuevo Trato”, afirmó el senador demócrata por Ohio Sherrod Brown, un defensor desde hace mucho tiempo de las iniciativas para combatir la pobreza incluidas en el plan de Biden.

“El pueblo cada vez se da más cuenta de que el gobierno puede estar de su lado, y ahora lo está”, comentó.

Los conservadores difícilmente abandonarán la batalla contra lo que algunos consideran un aumento gigantesco de la ayuda social. Los demócratas enfrentan grandes obstáculos para sacar adelante cualquier otra ley más ambiciosa, comenzando por las tácticas obstruccionistas del Senado, que requiere que la mayoría de las leyes obtengan 60 votos para poder aprobarse, y por la precariedad de la mayoría demócrata en el Senado. Los demócratas moderados ya están oponiéndose a un mayor aumento del déficit presupuestario.

No obstante, incentivados por la crisis, muchos demócratas ven una nueva oportunidad de usar el gobierno para atender los grandes problemas.

Además de que la nueva ley es muy popular entre los electores, un mayor enfoque en las dificultades de los trabajadores tanto de izquierda como de derecha —incluyendo los intentos crecientes de los republicanos para definirse como el partido de la clase trabajadora— ha movido el manejo de la política económica por todo el espectro ideológico.

Biden contendió como centrista en un Partido Demócrata donde muchos activistas habían apoyado a candidatos progresistas como los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren. Pero pasará las próximas semanas viajando por el país para promover políticas como su ampliación de los créditos tributarios por hijos, que es una prestación por un año de 100.000 millones de dólares que la mayoría de los demócratas esperan convertir en lo que solía ser un lejano sueño progresista: ingresos garantizados para las familias con hijos.

Los republicanos han tenido problemas para atacar toda la gama de políticas incluidas en el plan de rescate de Biden, en especial las de pagos directos de hasta 1400 dólares por persona y las de subsidios ampliados para la atención médica que benefician a muchos de sus electores. Los líderes del partido están intentando cambiar la conversación a problemas como el de la inmigración.

Un comunicado de prensa del Comité Nacional Republicano condenó el aumento de la deuda nacional por el plan de rescate, su financiamiento para estados liberales y ciudades como San Francisco y la ayuda de 1700 millones de dólares a Amtrak, pero no mencionó el crédito tributario por hijos que otorgará a la mayor parte de las familias pagos mensuales de hasta 300 dólares por cada hijo.

Algunos conservadores destacados han aplaudido las disposiciones para combatir la pobreza y las han elogiado por favorecer a las familias pese a que van en contra de principios fundamentales de la postura que ha tenido el Partido Republicano durante décadas de que la ayuda del gobierno desincentiva el trabajo.

Muchos republicanos de estados con tendencias conservadoras han centrado cada vez más la atención en los problemas sociales crecientes de sus propias localidades, que viven una crisis de opioides y un estancamiento económico que han provocado tasas de pobreza más altas en las zonas rurales que en las urbanas, sobre todo para los niños.

Una nueva vertiente del conservadurismo, por lo regular apoyada por una nueva generación de pensadores económicos, ha aceptado gastar más en las familias con hijos para ayudar a los trabajadores de bajos ingresos y, en algunos casos, alentar a las familias a tener más hijos. El viernes, el presentador de radio conservador Hugh Hewitt celebró la ampliación del crédito tributario por hijos en una serie de tuits y exhortó a los padres a usar los recursos para enviar a sus hijos a la escuela parroquial. También señaló que abogaría para que este apoyo se vuelva permanente. El plan de rescate que promulgó Biden el jueves contempla otras medidas temporales destinadas a ayudar a los estadounidenses sin ingresos o con pocos ingresos. Estas incluyen prestaciones por desempleo prolongadas y aumentadas, mayores incentivos fiscales para los costos del cuidado infantil y un mayor crédito tributario por los ingresos laborales.

Las iniciativas que plantea Biden para combatir la pobreza, mismas que según los investigadores sacarán de la pobreza a cerca de seis millones de niños, “se integraron al paquete debido a que las familias con ingresos ubicados en el tercio inferior de la distribución de la renta o, al menos, de la distribución del salario han sido afectadas de manera desproporcionada por la pandemia”, señaló Cecilia Rouse, presidenta del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

Los demócratas y los investigadores de la pobreza empezaron a sentar las bases para muchas de las disposiciones el año pasado, en medio de cambios económicos que revelaron agujeros en la red de seguridad. Cuando un libro de 2015 de Kathryn J. Edin y H. Luke Shaefer, “$2.00 a Day” (Dos dólares al día), sostuvo que un creciente número de familias pasaban meses sin recibir prácticamente ningún ingreso, Brown se encargó de que todos sus colegas demócratas en el Senado recibieran un ejemplar.

Al mismo tiempo, muchos académicos cambiaron su enfoque de si las prestaciones del gobierno desmotivaban a los padres a trabajar a si los caprichos de un mercado laboral de bajos salarios proporcionaban a los padres el dinero suficiente para mantener a un hijo.

Un conjunto cada vez más grande de investigaciones académicas, las cuales comenzaron a anunciar los funcionarios del gobierno de Obama poco antes de que dejara el cargo, demostraban que un elevado porcentaje de niños pasaba parte de su infancia debajo de la línea de pobreza y que incluso etapas cortas de pobreza hacían que fuera menos probable que los niños prosperaran en la edad adulta. Un informe emblemático de 2019 de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina aseguraba que los programas de ayuda ofrecían a los niños situaciones más desahogadas.

“Eso nos permitió cambiar el debate” de los peligros de la dependencia “a las cosas buenas que dejan estos programas”, señaló Hilary W. Hoynes, economista de la Universidad de California, campus Berkeley, quien trabajó en el comité que redactó el informe.

El verano pasado se volvió evidente que la pandemia causaba mayores estragos en los trabajadores desfavorecidos, sobre todo en las personas negras y latinas, y Trump, quien previamente elevó el déficit con un gran recorte fiscal, se sumó a ambos partidos en el Congreso para añadir billones de dólares a la deuda federal con el fin de lanzar un paquete de alivio económico. “El COVID sacó a la luz las fisuras que ya existían por la pobreza y el racismo sistémicos”, afirmó William J. Barber II, quien ayuda a gestionar la Campaña para los Pobres, una iniciativa para que las personas de escasos recursos participen más en política electoral. “Obligó a que hubiera un debate más profundo sobre la pobreza y los salarios en este país”.

Los funcionarios de la Casa Blanca y los líderes demócratas en el Congreso afirman que ahora el plan de rescate de Biden ha cambiado ese debate y creado un ambiente propicio para llevar a cabo ampliaciones permanentes de muchas de sus iniciativas para el combate a la pobreza. Muchos investigadores pronostican que el proyecto de ley reducirá a la mitad la pobreza infantil este año.

Los demócratas aseguran que convertirán eso en un argumento contra los republicanos que se opongan a que estas prestaciones sean permanentes. “Están votando para duplicar la tasa de pobreza infantil; ¿de verdad van a hacerlo?”, señaló Brown.

Para que su plan fuera convincente, Biden ha borrado las fronteras entre los pobres y la clase media refiriéndose a ellos no como grupos diferentes con problemas distintos, sino como poblaciones superpuestas y cambiantes de personas que ya enfrentaban una falta de seguridad económica antes de la pandemia. La semana pasada, habló al mismo tiempo de “millones de personas sin trabajo que no tenían la culpa de eso” y de los beneficios que su plan aportaría a las familias con ingresos anuales de 100.000 dólares.

Por: Jim Tankersley y Jason DeParle, The New York Times

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