La mujer que le saca carcajadas a Óscar Iván Zuluaga

Mar, 25/03/2014 - 12:15
Todo comenzó bailando. Óscar Iván visitaba Barranquilla, con apenas 22 años de edad y convertido en un líder de la organización de jóvenes universitarios, Aiesec, que realizaría un encuentro n
Todo comenzó bailando. Óscar Iván visitaba Barranquilla, con apenas 22 años de edad y convertido en un líder de la organización de jóvenes universitarios, Aiesec, que realizaría un encuentro nacional en la Universidad del Norte. Martha Ligia Martínez tenía 19 años. Como buena primeriza en la universidad acompañó de comienzo a fin el encuentro académico. Y como todo joven, no quiso perderse la fiesta de bienvenida de los estudiantes provenientes de todo el país. La noche le cambio la vida para siempre. Llevaba poco la celebración cuando Óscar Iván se acercó a Marta y la invitó a la pista. Ella, que no se negaba al disfrute de la música del Caribe, accedió sonrojada por el gesto. “Conversé con él, bailamos rico y al otro día comenzaba el evento formal. Ese fin de semana él estuvo siempre al lado mío. A mí me encantó. Me gustó. Son de esos amores a primera vista. Cuando él se fue yo dije: él es mi príncipe azul”. Óscar Iván Zuluaga pensaba lo mismo. La llamaba a todo momento, tratando de pretenderla. Al cabo de un mes se hizo nombrar para volver a Barranquilla como representante estudiantil. “En esa oportunidad ya venía armado de regalos, me invitó a comer y nos ennoviamos”, recuerda Martha Ligia Martínez. Cada 8 días se llamaban. Las comunicaciones telefónicas eran costosas y no muy claras, así que decidieron grabarse cassetes con mensajes de aprecio y escribirse a diario largas cartas que probaran la vigencia de la relación. Esos mensajes aún los tienen guardados en un baúl que ocasionalmente revisan cuando la intimidad les permite recordar su época de noviazgo a la distancia: ella en Barranquilla y él en Bogotá. El sello definitivo a la relación lo consiguieron cuando Martha logró convencer a su familia y a la universidad que quería realizar las prácticas profesiones de su carrera de Administración de Empresas en Bogotá. Todos accedieron. Vivió en la capital con una amiga de Óscar Iván. Trabajó con una filial de Avianca y al cabo de un tiempo se casaron. La vida con un político Martha Ligia Martínez es costeña con sangre paisa. Óscar Iván Zuluaga es paisa de pura cepa. Los papás de Martha Ligia son antioqueños, así que el choque cultural no fue impactante. “Coincidimos con las mismas costumbres en cuanto a comidas, creencias, la religión, la familia numerosa, el paseo a la finca, el diciembre con matada de marrano. Todo lo que vivimos con Òscar Iván yo lo había vivido con mi familia… No hubo choques. Del lado costeño, a él también le gusta bailar y lo hace bien. No me hubiera podido casar con alguien que no supera bailar. Es buen ‘partner’”, dice. -¿Qué tan buen bailarín es su esposo? -Se ha perfeccionado. Baila muy bien merengue… me sigue el ritmo en todo. El año pasado antes de ir al Carnaval de Barranquilla le dije que iba a contratar una profesora. Fue a la casa como tres o cuatro veces, y le enseñó a bailar cumbia y bailes típicos de allá. -En campaña ¿tienen tiempo para la rumba? -Hubo un día que llegó de viaje cansado. A mí me encanta la salsa y tenía muchas ganas de bailar salsa. Y cerca a mi casa hay un sitio bueno para bailar. Le dije: te prometo que bailamos de 9 a 11 de la noche. Y así fue. Nos fuimos los dos. Fue simpático, a las 11 nos fuimos a dormir. Eso es lo chévere de Óscar; el tiene la capacidad de atender mis requerimientos. Martha Ligia Martinez, Oscar Iván Zuluaga, Kienyke Martha Ligia es costeña pero con sangre paisa. Tiene tres hijos con Óscar Iván Zuluaga y llevan 25 años de matrimonio. Martha Ligia siempre fue consciente que conviviría con un político. “Yo lo conocí en una organización de estudiantes. Ahí descubrí ese líder estudiantil con capacidad de convocatoria y habilidad para hablar en público. Eso me atrapó”. Aunque en un tiempo la vida como esposos la llevaran con el trabajo del sector privado, cuando Óscar Iván Zuluaga decidió comenzar su carrera política, la rutina cambió. De los cambios más brusco fue cuando Óscar Iván fue electo alcalde de Pensilvania (Caldas) y tuvieron que ir a vivir a dicha población. “Ya íbamos con mi hijo David, que estaba por cumplir el primer año, y yo estaba embarazada de mi segundo hijo, Esteban. Nos fuimos a una casa alquilada, todo prestado, fue chévere. Trabajaba allá en la fundación de apoyo a microempresas y la alcaldía quedaba a una cuadra de la casa. Óscar podía ir a almorzar todos los días, fue una experiencia muy bonita”. Desde entonces, Martha supo que podría cumplir un papel mejor al lado de su esposo. Encontró su perfil social. “En Pensilvania, como primera dama, encontré la posibilidad de mezclar esos dos aspectos de mi vida (lo empresarial y social) y decido la creación de una empresa para hacer el trabajo de comercialización y distribución del trabajo en madera de Pensilvania. Me enamoré del proyecto de las artesanías. Lo hicimos crecer, los llevamos a almacenas de cadena, a ferias internacionales, estuvimos participando 7 años en expoartesanias. Mi trabajo tenía un sentido social pero también profesional, y mezclando la posibilidad de compartir con mis hijos, porque desde el inicio decidí vivir mi maternidad a plenitud”. Con ese proyecto Martha Ligia Martínez lleva 23 años de trabajo. Lo continuó aún mientras Óscar Iván fue senador o Ministro de Hacienda de Álvaro Uribe. La dama de la campaña Con su empresa de artesanías en marcha, Martha Ligia acompañaba tímidamente a Óscar Iván Zuluaga en las actividades políticas, pero esto no significaba que no lo respaldara. Sin embargo, la actual carrera presidencial es la primera campaña en la que Martha se involucra de lleno en el proyecto de su esposo. “En esa oportunidad, cuando era las campaña al Senado, yo lo acompañaba a sus reuniones pero generalmente se hacían después de las 6 de la tarde, con ejecutivos, una campaña muy voz a voz; con amigos, empresarios, porque él era empresario que decidió meterse a la política. Ahora es diferente”. -En esta campaña usted ha visionado ¿qué pasará con su proyecto de artesanías, que nació en Pensilvania, si su esposo llegase a la presidencia? -No creo que pueda seguir con él. Uno tiene etapas en la vida y uno de los artesanos que comenzó conmigo, que lo conocí cuando era un tornero que trabajaba en el garaje de su casa, hoy tiene un taller grande, sus seis hijos se graduaron… siento que puedo pasarle a él todo eso. Así ha sido. Ellos tienen sus dificultades por estar allá en Pensilvania, que está a 8 horas de Bogotá. Pero estas personas pueden hacer muy bien la labor solos, y me siento tranquila del deber cumplido”. -¿Entonces será otro su papel en la presidencia? -Si Óscar llega a la presidencia tengo que estar en esa oficina de la primera dama tratando de aportar y ayudar a mucha gente, y continuar lo que muchas otras primeras damas han hecho. -Cuando Óscar Iván Zuluaga fue senador o ministro, ¿cuál fue su papel? -Fue más de esposa acompañante. Óscar muchas veces no podía ir a reuniones del colegio de los niños, atender asuntos de los hijos. Pero nunca fue un padre ausente. A pesar de las limitaciones de tiempo, cuando él podía estaba absolutamente presente. Martha Ligia Martinez, Oscar Iván Zuluaga, Kienyke "Soy convencida del valor de la familia; lo importante es el afecto", dice la señora Martínez sobre uno de sus principales intereses si llegase a convertirse en primera dama de la Nación. -¿Cuál sería el principal proyecto que tendría usted como primera dama? -Me parece valioso conocer lo que las otras primeras damas han hecho. La política pública, para que tenga resultados, debería tener continuidad. Proyectos como el de Batuta, que tuvo Ana Milena Muñoz, es bueno. O continuar el proyecto de atención a primera infancia, de cero a cinco años; eso tiene que crecer y seguir toda la vida. Hay que mirar lo que se venía haciendo y perfeccionarlo, para que no se pierda el impulso. -¿Cuál sería el sector social al que usted más atención prestaría? -Soy convencida del valor de la familia; lo importante es el afecto. Donde hay amor y cuidado del niño en todo su proceso, si la persona recibe afecto, ese niño va a ser un adulto dispuesto a devolver cariño. Y eso también visto desde la educación. No solo desde la escuela, sino desde los valores que estamos transmitiendo desde el hogar. Y lo otro que he estado mirando es el tema de embarazo adolescente. -¿Con cuáles primeras damas se ha asesorado? - De Lina Moreno (esposa de Álvaro Uribe) conocí muchas cosas que ella hizo, además en silencio. No le gustaba estar contando todo. Me están ayudando personas que trabajaron con ella. Y estuve con doña Nydia Quintero (Esposa de Julio César Turbay), una maravilla de persona. Me contó cómo con el tiempo continuó su trabajo social y todavía genera impacto. También quedé en tomarme un cafecito con doña Nohra Puyana (esposa de Andrés Pastrana). Todas han hecho mucha labor social. -¿Si fuera primera dama, le gustaría el bajo perfil? -Eso también es ejemplar. Uno no tiene que estar mostrando para que le feliciten. Es más, aprovechar la oportunidad de estar allí, poder gestionar y ayudar a mucha gente. Es una obligación propia de uno ahí. -¿Cómo ve la figura de la primera dama en Colombia? -Cuando acompañé a Óscar Iván, la gente en Pensilvania dice que he sido la primera dama que me involucré de verdad. Allá me dediqué a la fundación. Creo que hay casos interesantes de primeras damas que se han involucrado. A veces no se nota tanto, pero muchas han ayudado a sus esposos en temas sociales. Debería volverse una costumbre. Me parece bonito involucrarse en esos temas y ayudar a la gente. Una labor integral. Es interesante. Martha Ligia y Óscar Iván llevan una relación desde hace 30 años, aunque los últimos 25 son de casados. “¿Óscar Iván muy serio?, para nada. Es muy simpático. Óscar arruga su frente y efectivamente cuando está preocupado se le nota que está preocupado… pero es porque los medios no cambian las fotos en las que él está serio”, asegura. "Es de muy buen humor, y le he sacado muchas carcajadas". “No he podido pelear con Óscar Iván ni una sola vez. Él es un hombre absolutamente tranquilo, no pierde el control, tiene buen humor, toma del pelo. Tiene un humor maravilloso pero muy en la intimidad y en confianza. Con terceros de pronto le cuesta más trabajo”, agrega. Dice que se enamoraron, entre otras cosas, por el contraste. Ella espontánea, alegre, con sabor costeño. Él un poco más tranquilo, psicorrígido incluso desde el noviazgo, pero abierto a los emocionantes cambios de plan que le proponía su enamorada. “También me gusta de él que es caballeroso, lo cortés; cuando éramos novios y yo llegaba a Bogotá, él tenía hasta agenda. Sabia donde llevarme, me recogía en el aeropuerto, me invitaba a comer. Un hombre muy detallista y de muy buen gusto. Todo era muy especial y bien hecho. En cambio él iba a Barranquilla y decía: ‘bueno, cuál es el plan’… y yo le respondía: ‘ajá, lo que tú quieras’. He sido muy informal y también a él le gustaba ese contraste”. Ni la diferencia los ha separado. Son hoy la fórmula sentimental a la presidencia de Colombia.
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