El presidente Gustavo Petro reaccionó al aplazamiento de la Cumbre de las Américas, prevista para realizarse este año en República Dominicana. A través de su cuenta en X, afirmó que la reunión “debió ser el escenario de un diálogo sincero, pragmático y constructivo”, y consideró que la decisión refleja divisiones regionales.
El evento, que debía reunir a los jefes de Estado del continente, fue postergado para 2026. El Ministerio de Relaciones Exteriores de República Dominicana explicó que la medida busca ampliar las consultas con los nuevos gobiernos que surjan en la región y atender los efectos de los recientes fenómenos climáticos en el Caribe.
En su comunicado, el gobierno dominicano reconoció que existen “profundas divergencias que dificultan un diálogo productivo en las Américas”, razón por la cual decidió posponer el encuentro.
Petro amplió su comentario señalando que el fracaso de la cita se debe a un intento de excluir a ciertos países.
“Es muy lamentable este fracaso del secretario de Estado Marco Rubio. Se debe a querer hacer una cumbre de las Américas excluyendo países, cegado por el odio ideológico”, escribió el mandatario.
El gobierno de Estados Unidos, a través del senador Marco Rubio, respaldó la decisión dominicana. En un comunicado, afirmó que Washington continuará colaborando para organizar “un evento productivo en 2026 que fortalezca las alianzas y mejore la seguridad de nuestros ciudadanos”.
Un diálogo hemisférico aplazado
La Cumbre de las Américas —foro impulsado desde 1994 para coordinar posiciones regionales en materia económica, climática y de derechos humanos— venía enfrentando tensiones por la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, a los que varios gobiernos consideran regímenes no democráticos.
El aplazamiento ocurre en un contexto de distancia política entre la administración Petro y la de Donald Trump, marcada por diferencias sobre política exterior, sanciones y cooperación en seguridad.
Aunque el presidente colombiano ya había expresado reservas sobre su participación en el encuentro, el anuncio de la postergación y su reacción pública refuerzan el debate sobre la viabilidad de espacios multilaterales en un continente fragmentado.
En la práctica, el aplazamiento pospone indefinidamente el diálogo político continental y deja en suspenso los acuerdos que se esperaban discutir, entre ellos migración, transición energética y cooperación frente a economías ilícitas
