Los grandes secretos de Juan José Campanella

Vie, 31/01/2014 - 08:02
Juan José Campanella dice que en el cine, como en el arte, no hay una fórmula mágica que garantice el éxito. Tras décadas de trabajo con las cámaras, él sólo ha considerado dos elementos a su
Juan José Campanella dice que en el cine, como en el arte, no hay una fórmula mágica que garantice el éxito. Tras décadas de trabajo con las cámaras, él sólo ha considerado dos elementos a su favor: suerte y pasión. Es uno de los cineastas de mayor reconocimiento global y de los únicos latinos que ha empuñado un premio Óscar, el cual ganó en 2010 por el Secreto de sus ojos, como mejor película en lengua no inglesa. Sobre esto culpa a la suerte. Además tiene numerosas producciones, largometrajes y cortos, que ha trabajado con talentos gringos, europeos y suramericanos, que le llenan de gloria y posicionan su toque como uno de los más apetecidos en el séptimo arte. Por su envidiable hoja de vida culpa a la pasión. El bonaerense visitó Cartagena para hablar de su experiencia en el Hay Festival, pero terminó develando los secretos de su carrera. Él, que es el mago para esconder misterios en sus narrativas, para llevar al espectador por caminos equivocados hasta que se sorprendan con el más fascinante de los desenlaces, que tiene el don de hacer cruzar un tono romántico con otro de crimen sin que quede la sensación de confusión, terminó contando punto por punto las verdades que rodean su  arriesgada pero acertada vocación de director de cine. “Es difícil llegar a donde estoy. Pero es cuestión de costumbre y suerte. No es que haya seguido algún camino para llegar al Óscar. Uno hace una película lo mejor que puede, con pasión. A veces resulta un fracaso; a veces un éxito. El secreto es la magia. Uno puede elegir todos los ingredientes y tener todas las herramientas,  pero si la película no tiene el toque mágico final, no pasa nada. Es una cosa inerte. Es bastante inmanejable: uno pone toda la técnica y la artesanía, pero no sabe el resultado. El tema de la química es muy importante. Uno de los secretos de la química es un buen casting”, confesó. Campanela cuenta que ha dado con excelentes actores y resalta a algunos que ha adoptado en varias de sus películas: Ricardo Darín y Soledad Villamil, justamente protagonistas del  Secreto de sus ojos. La química para él no es necesariamente que los actores se hagan los mejores amigos incluso después del trabajo; es más bien “que tanto en la escena como en la vida real se la lleven bien”. Lo aclara porque podría suceder que un par de actores, que tengan papeles protagónicos en una trama romántica, resulten involucrados sentimentalmente en la realidad y su pasión se agote en la ficción. “Estoy desarrollando una teoría basada en la experiencia. Les digo a los actores, cuando hay una pareja romántica en pantalla: ¡por favor! si algo llegara a pasar entre ustedes fuera de cámaras, que aguanten hasta que termine la película. No vayan a extinguir su fuerza en el hotel”, comenta Juan José antes de romper en risas. Juan José Campanella, director de cine Argentino, kienyke   Juan José Campanella dio inicio al grueso del Hay Festival en Cartagena. Sobre si eso habrá pasado en alguna de sus producciones, es uno de los pocos secretos que prefiere seguir guardando en el baúl de la intimidad. En cambio prefiere contar que el arte fílmico corría por sus venas desde la niñez, cuando sus amiguitos jugaban a la pelota. Cuando en 1979 tuvo la oportunidad de comenzar a estudiar cine, se enfrentó al reto de mostrar a su familia que su decisión “no me dejaría morir de hambre. Y es que entonces había solo tres escuelas de cine en Buenos Aires. Ahora hay más escuelas de cine que droguerías. Pero mis padres veían esa carrera con horror y trataron de disuadirme”. Su primer gran salto fue en 1983 cuando pudo ir a estudiar artes audiovisuales en la Universidad de Nueva York. Tras graduarse en 1988, y al tener puertas cerradas en Argentina y muchas otras abiertas en Estados Unidos, se radicó en el país del norte y trabajó en varias producciones que le impregnaron las narrativas americanas, que en muchas oportunidades no pudo evitar aplicar cuando trabajó en cine hispano. Ya en 1998, su regreso a casa estuvo de la mano con la realización de una de sus piezas más queridas: El mismo amor, la misma lluvia. “Allí encontré mi voz. Resulta que mi segunda película americana fue una versión de una novela argentina en la que intentaba poner ironía o sarcasmo que es muy natural de mi cultura, pero en voz americana. Algo no cuajó en esa película. Pero al mismo tiempo empecé a dirigir El mismo amor, la misma lluvia en Argentina, y me sentí absolutamente seguro, con los pies sobre la tierra. Me sentía con todos los elementos en la mano; la caja de herramientas estaba completa. Ahí empieza a surgir mi voz y obtengo éxito, porque había magia”. Juan Jose Campanella-10   "Uno hace una película lo mejor que puede, con pasión. A veces resulta un fracaso; a veces un éxito. El secreto es la magia", dijo Juan Campanella en Cartagena de Indias. La voz, que para Campanella es el estilo y ‘sazón’ que cada director pone en sus productos, no ha sido maltratada por pretensiones comerciales u obligaciones financieras, como podría imaginarse que sucede en la industria cinematográfica. “El 99% de las películas surgen de un director. Puede ser más comercial o no, pero cada uno hace lo que quiere y eso lo hemos reconocido (…) ya no se oye tanto sobre la productora que busca al director y tratan de construir una pieza que no sea propia”. -Cuando eso pasa, y el director es ‘contratado’ para rodar una película pero con fines masivos, comerciales, ¿tendrá que renunciar ciertos toques estéticos propios, o a su estilo o voz? -No, en absoluto. Las películas que más me han impacto son películas que han sido masivas en su momento. Son películas como El Padrino o Qué bello es Vivir. Las películas eran lo que eran y no creo que haya que hacer concesiones para que el público responda a una película. No sé si (Gabriel) García Márquez ha hecho concesiones en su literatura, y todos sabemos que su literatura es masiva. - Ya que habla de la obra de Gabriel García Márquez, ¿Hay alguna clave para convertir una historia de un libro en una para cine y que no resulte mal? -Pienso que si una cosa es perfecta en un medio -como El amor en los tiempos del cólera que ha sido la que más me ha gustado-, cuando es perfecta en formato escrito, me parece que se hace en otro medio es porque la gente busca es hacer parte de esa obra maestra, pero el resultado nunca da. Excepto que sea una obra inspirada en otra obra, y tome su propio camino. -Al conocer el lenguaje americano y comparándolo con el cine latinoamericano, ¿Hay diferencias marcadas? -Sí. La televisión americana hoy en día es más interesante que el cine americano. Productores estadounidenses me alagaron con El secreto de sus ojos y las formas de lenguaje utilizadas, pero después cuando juzgan las películas que hacen, critican todo lo que alagaban en El secreto de sus ojos. Un secreto, en el Secreto de sus ojos Campanella sigue desbordando sus secretos. Identificar una historia para rodar en ficción es un ejercicio de sensible olfato que el maestro resume en “la mirada a las pequeñas miserias”. “Siempre tato de tener, tanto en las películas como en la vida, cierta mirada de comprensión a las pequeñas miserias. No sobre las grandes. El mismo amor, la misma lluvia resulta de una historia en la que tuvimos una mirada de compasión sobre el protagonista”. El cineasta porteño añade: “A mí siempre me ha interesado la historia general de la gente, la historia de los pueblos. Me gusta leer la vida cotidiana de la antigua Roma, por ejemplo. Y siempre me interesó en El mismo amor, la misma lluvia en contar como era nuestra vida, la de los que no estábamos en los titulares, ni éramos protagonistas de la historia”. Y finalmente otra de las verdades que se había guardado muy bien, pero que terminó confesando en el Hay Festival: siempre pensaron que la galardonada por la academia, El secreto de sus ojos, iba a ser la menos exitosa de las tantas producciones que había creado. “No pensamos que fuera a ser la más exitosa. Solo fueron siete semanas de filmación. La más barata de todas de las que hice hasta entonces, y es una de esas películas en que piensas que en lo comercial o masivo no iba a tener resultado. Pero no nos frenamos en hacerla, aunque pensábamos que era la que menos éxito iba a tener por ser la más oscura, la del final que nadie se esperaba y cuyo final evitaría que la gente volviera a verla”, porque ¿qué vas a ver de nuevo una película en
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