Los episodios de violencia se vuelven tan frecuentes en la comunidad LGBTI, que con el tiempo adquieren un significado de cotidianidad dentro de una relación sentimental estable
“Este grupo poblacional acepta y permite conductas violentas debido a una percepción positiva o negativa inicial a partir de sus historias de vida”, explica Stephany Muñoz, magíster en Psicología de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien recolectó experiencias de la comunidad LGBTI en una muestra de 91 personas.
Para eso utilizó los instrumentos IPVAS y CTS-2, que indagan sobre las formas de resolver los conflictos en pareja y detectan actitudes positivas o negativas hacia la recepción y ejecución de la violencia.
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De esta manera, encontró que los comportamientos de abuso físico directo y amenazas suelen presentarse más en personas que se reconocen como intersexuales, es decir que poseen características genéticas y fenotípicas propias de hombre y de mujer.
En las dinámicas de riesgo también se contemplan otros fenómenos, como la discriminación social de que son víctimas las parejas homosexuales –y más aún las que incluyen a personas transgénero–, conocida como abuso transfóbico y heterosexista.
“Sobre las personas transgénero hay un punto importante, y es que no se ha considerado que estas también se puede catalogar como heterosexuales, ya que se pueden sentir atraídas por individuos del otro género”, aclara la magíster.
En ese sentido, indica que esta población heterosexual es más propensa a ejecutar y recibir conductas violentas hacia y de su pareja, que dejen secuelas físicas principalmente, y de abuso sexual, con las mismas consecuencias.
El estudio con parejas heterosexuales determinó que cuanta más edad tienen las personas, y más larga ha sido su relación sentimental, más habitual es proporcionar y recibir lesiones físicas.
Esto se relaciona con la duración del vínculo, en el que a su vez se observa presencia de lesiones físicas por previo maltrato y menor agresión psicológica por parte de la pareja, como acciones verbales y no verbales de crítica y control.
Sobre el planteamiento de “conversación y negociación”, se estableció que a mayor aceptación de negociación emocional entre ellos, habrá menos actitudes de abuso, como denigración mediante críticas recurrentes, amenazas y agresiones verbales, además de abuso físico directo y amenazas de violencia física.
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En el escenario de negociación “las parejas utilizan herramientas efectivas entendiendo las emociones del otro para remediar las situaciones problemáticas en vez de recurrir a acciones impulsivas y violentas”, comenta la magíster.
La experta agrega que “mientras más agresión física severa se reciba por parte de la pareja y entre más lesiones y secuelas físicas existan en ambas partes, más se promueve el escalamiento y la perpetuación de estas acciones”.
De otro lado, el estudio determinó que cuanto menor grado de escolaridad, más frecuente es el abuso y la violencia a la hora de resolver conflictos. “Un nivel bajo de escolaridad predice de manera efectiva la presencia de actitudes y acciones violentas en las parejas, en especial por parte de los hombres, ya que a su vez esta se puede atribuir a pensamientos machistas”, subraya la investigadora.
Violencia en parejas LGBTI, cada vez más frecuente
Dom, 14/04/2019 - 04:17
Los episodios de violencia se vuelven tan frecuentes en la comunidad LGBTI, que con el tiempo adquieren un significado de cotidianidad dentro de una relación sentimental estable
“Este grupo pobl
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