La reciente tendencia en redes sociales conocida como la “lista de infieles” ha desatado una fuerte polémica en Colombia, luego de que cientos de usuarios comenzaran a compartir formularios y hojas de cálculo en los que se exponen datos personales de supuestos hombres infieles. Lo que inició como una dinámica viral surgida en Perú rápidamente se replicó en el país, generando preocupación entre expertos en derecho por sus posibles implicaciones legales y por los riesgos que representa la divulgación masiva de información privada sin verificación.
¿Cómo comenzó la tendencia y por qué se viralizó?
El 2 de diciembre, empezó a circular un enlace que permitía a cualquier persona diligenciar un formulario con información de un presunto “infiel”. Entre los datos solicitados aparecían nombre completo, redes sociales, ocupación, edad, lugar de residencia, motivo de la ruptura, orientación sexual, descripción física y hasta recomendaciones para la próxima pareja. Algunos formatos incluso permitían adjuntar fotografías, lo cual incrementó la polémica por el nivel de detalle y exposición.
Aunque el archivo original alojado en Colombia fue eliminado poco después de volverse viral, la tendencia ya había cobrado fuerza. Usuarios en plataformas como TikTok y X comenzaron a crear y difundir nuevos documentos, listas y formularios alternativos en los que hoy se acumulan cientos de nombres acompañados de relatos personales. En varios casos, además de infidelidad, los testimonios mencionan episodios de engaño reiterado o maltrato emocional.
Uno de los relatos que más llamó la atención fue el de una mujer que describió cómo descubrió que su expareja sostenía varias relaciones a la vez, incluida una mujer embarazada: “Ahí fue que entendí que es una persona extremadamente mentirosa y embustera, que vive de engañar y manipular. Y obvio, salí de ahí apenas vi todo el desastre”, escribió la usuaria.
Expertos alertan sobre implicaciones legales
Ante la magnitud de la tendencia, la abogada Laura Mateur se pronunció en TikTok con una advertencia contundente: “Un consejo jurídico para todas las que están llenando el Registro Nacional de Infieles o RNI: no lo hagas”. La jurista explicó que este tipo de formularios constituyen bases de datos públicas que contienen información personal e incluso datos sensibles, lo que supone una violación a la Ley 1581 de 2012, que regula la protección de datos personales en Colombia.
Mateur recordó que publicar fotografías, orientación sexual o detalles íntimos sin autorización puede derivar en investigaciones por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), entidad encargada de vigilar el tratamiento adecuado de la información personal. Además, quienes llenen, difundan o administren estas listas podrían enfrentar procesos por calumnia, injuria o afectación al buen nombre, especialmente si los datos publicados generan perjuicios a los señalados.
“Empieza como chistoso y después se vuelve complicado”, advirtió la abogada, señalando que incluso quienes solo comparten los enlaces o replican los pantallazos podrían verse involucrados en procedimientos legales de consideración. También recomendó a quienes han creado o gestionado estas listas buscar asesoría jurídica cuanto antes, debido a las sanciones administrativas y penales que podrían enfrentar.
Un debate que expone riesgos digitales
Esta tendencia ha reavivado la discusión sobre los límites de la exposición pública y la cultura del escrutinio social en redes. Si bien las plataformas digitales se han convertido en espacios frecuentes para compartir experiencias sobre relaciones sentimentales, la creación de un “registro nacional” de supuestos infieles marca un quiebre al pasar del debate a la acción concreta mediante bases de datos no verificadas.
Pese a que el formulario original fue desactivado el 3 de diciembre, la información recopilada sigue circulando mediante capturas de pantalla, nuevas hojas de cálculo y enlaces alternativos distribuidos por usuarios que buscan mantener vigente el fenómeno. Expertos en derecho digital insisten en que este tipo de prácticas pueden generar daños irreparables en la vida personal, laboral y emocional de quienes aparecen allí sin su consentimiento.
El fenómeno demuestra cómo una tendencia aparentemente inofensiva puede transformarse en un riesgo real, evidenciando la necesidad de fortalecer la educación digital y el uso responsable de las redes sociales.
