Simon Doonan es el director creativo de Barney’s New York, un almacén famoso por su ropa, carteras, zapatos y accesorios de lujo. Además de crear y diseñar, Doonan se ha vuelto famoso por su libro: “Los hombres gay no engordan”. Un pequeño manual de portada rosada en la que, con mucho humor rosa, se revelan algunos de los secretos de por qué los homosexuales tienen mejores cuerpos y hábitos que los heterosexuales. La dieta gay será la biblia de las dietas de muchos.
El título del libro está basado en el best seller “Las francesas no engordan”, y de hecho lo que Doonan trata de hacer a través de su publicación es entender que el vínculo entre ambos títulos no es casualidad, de hecho, los gays vendrían a ser lo mismo que una mujer francesa. Algo así como un ser humano con una vida fabulosa en la que todo le luce mientras come y bebe champaña.
Una de las diferencias más grandes entre mujeres heterosexuales y hombres gay es que las primeras una vez ennoviadas, comprometidas o casadas, bajan la guardia con su aspecto y creen que su pareja las querrá flacas o gordas. Los hombres gay siempre están en la búsqueda de alguein más y siempre están compitiendo entre ellos. “Si estás casado, necesitas un plan B o tal vez quieras alguien con quien compartir tu esposo, y en ninguno de los dos casos es posible incluír a alguien con estomago de chocolatina si tu tampoco lo tienes”, confiesa Doonan. Si no hay cara o cuerpo, a las mujeres se les puede seducir5 con una cuenta bancaria generosa, para un gay sólo existe el cuerpo. El buen cuerpo soluciona cualquier problema.
La idea de Doonan es que hombres y mujeres heterosexuales comprendan la psicología positiva que se encuentra en la auto imagen del gay, quien quiere que su reflejo en el espejo sea muy similar a lo que busca en su amante. No hay que buscar el cuerpo perfecto para el otro, hay que buscar el cuerpo que a uno le gustaría llevarse a la cama. “Y ante todo, hay que evitar por sobre todas las cosas, que los hombres se sigan dejando crecer tetas”, afirma Doonan, quien cree que los hombres de hoy solo se dedican a comer, eructar y ver televisión, y como resultado quedan para siempre, unas horribles tetas masculinas.



