La confrontación entre Carlos Caicedo y Gustavo Petro marca un punto de quiebre dentro del campo progresista colombiano. Lo que hasta hace poco era una alianza electoral —con Petro en la Presidencia y Caicedo consolidado en Magdalena— hoy se expresa como un distanciamiento explícito, con efectos en la configuración de fuerzas hacia 2026.
Un rompimiento que se hace público
El desencadenante visible fueron las declaraciones posteriores a la elección atípica en Magdalena. Desde el Gobierno, Petro afirmó en el consejo de ministros que “el pueblo de Magdalena no nos acompañó” y habló de organizaciones que, en su criterio, “dividen la izquierda”. Aunque no lo mencionó por su nombre, el mensaje apuntaba a Caicedo y a Fuerza Ciudadana.
En respuesta, Caicedo anunció desde la Plaza de Bolívar la ruptura con el petrismo. Señaló que el Presidente estaría intentando “aniquilar” su proyecto regional y cuestionó las alianzas del Pacto Histórico con sectores provenientes de la derecha, mencionando a figuras como Armando Benedetti y Roy Barreras. También sugirió que las palabras de Petro implicarían una admisión de participación en política electoral en Magdalena.
En este cruce, ambas partes utilizan el argumento de la unidad de la izquierda, pero desde posiciones incompatibles: el Gobierno acusa división; Caicedo afirma exclusión.
Magdalena como escenario de competencia, no de coordinación
La elección atípica a la Gobernación del Magdalena hizo visible la competencia interna. Caicedo respaldó a María Margarita Guerra, quien ganó con el 56 % de los votos. El Pacto Histórico, en cambio, apoyó a Rafael Noya, candidato de una coalición que incluyó a partidos como el Centro Democrático y Cambio Radical.
Para el gobierno, la derrota de Noya se leyó como una señal de que parte de la izquierda estaría favoreciendo, en la práctica, a la política tradicional al no alinearse con el Pacto. Para Caicedo, el resultado confirmó la vigencia de su proyecto regional y sirvió para cuestionar la estrategia del Ejecutivo de pactar con partidos tradicionales en el departamento.
El dato central es que, en un mismo territorio, dos sectores que se reivindican de izquierda compitieron entre sí, sin llegar a una fórmula de coordinación previa.
Tensiones acumuladas y nuevos alineamientos
Las diferencias entre Petro y Caicedo se venían acumulando desde antes:
- La lista propia de Fuerza Ciudadana al Senado en 2022, por fuera del Pacto.
- Las disputas por nombramientos y encargos en la Gobernación del Magdalena.
- La decisión de Caicedo de impulsar el comité de firmas “Caicedo Presidente” para 2026, por fuera del Pacto.
A esto se suman otros actores. Daniel Quintero ha señalado públicamente que, en su opinión, el Pacto excluyó a distintos liderazgos regionales. La vicepresidenta Francia Márquez ha participado en conversaciones sobre formatos más amplios de articulación progresista, aunque sigue en el Gobierno.
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Un mapa progresista más fragmentado hacia 2026
El resultado inmediato de esta ruptura es un mapa de izquierdas más disperso:
- El Pacto Histórico, con Iván Cepeda como precandidato definido.
- El proyecto de Caicedo, que busca listas y candidatura propias mediante firmas.
- Otros liderazgos, como Quintero y sectores regionales, que reclaman mayor espacio.
De cara a 2026, el escenario que se configura no es de una única izquierda, sino de varios proyectos que compiten por el mismo electorado progresista, con la opción de cooperar después en el Congreso, pero sin lista ni candidatura unificada en la primera vuelta. El alcance de esa fragmentación, y su efecto sobre el peso electoral del progresismo, es una de las principales incógnitas que deja este episodio.
