
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica conforman el grupo BRICS, una alianza económica y política que ha ganado relevancia global en las últimas décadas. Con su reciente expansión, ahora conocidos como BRICS+, buscan posicionarse como una alternativa al poder occidental y cambiar el equilibrio geopolítico internacional. ¿Quiénes lo integran, por qué se formaron y cuáles son sus verdaderas aspiraciones?
¿De dónde viene el acrónimo 'BRICS'?
El término “BRICS” hace referencia a cinco de las principales economías emergentes del mundo: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Este acrónimo fue acuñado en 2001 por el economista Jim O’Neill, del banco de inversión Goldman Sachs, quien pronosticó que estos países dominarían la economía global hacia 2050.
Aunque en un inicio era solo una propuesta teórica, los BRICS comenzaron a reunirse formalmente a partir de 2009. Sudáfrica se unió un año después, consolidando un grupo que representa más del 40% de la población mundial y más del 30% del PIB global, superando incluso al G7 en influencia demográfica.
Objetivos del bloque
Desde su formación, los BRICS han compartido varios objetivos estratégicos:
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Fortalecer la cooperación económica y comercial entre países del sur global.
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Aumentar su representación en instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
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Impulsar la multipolaridad frente a la hegemonía de Estados Unidos y sus aliados.
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Reducir la dependencia del dólar y del euro en el comercio internacional.
Para avanzar en estos propósitos, el grupo ha creado instituciones propias, como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas de Contingencia, pensados como alternativas a los organismos financieros tradicionales.
El contexto de su creación
En la década del 2000, los BRICS crecían rápidamente. Brasil vivía un auge agrícola y energético; Rusia consolidaba su poder como exportador de gas y petróleo; India se expandía gracias a su sector tecnológico y de servicios; China se convertía en la “fábrica del mundo”, y Sudáfrica lideraba el desarrollo del continente africano.
Estos países, con modelos económicos diferentes, vieron en la cooperación una oportunidad para ganar protagonismo global. La crisis financiera de 2008 y el descontento con el orden económico internacional aceleraron sus encuentros y proyectos conjuntos.
Crisis y desafíos internos
Sin embargo, la década de 2010 trajo múltiples retos. Brasil cayó en una profunda recesión a partir de 2014, golpeado por la caída de los precios de las materias primas y la inestabilidad política. Rusia enfrentó sanciones internacionales tras la anexión de Crimea en 2014. India mantuvo su crecimiento, pero con dificultades estructurales. China comenzó una transición hacia un modelo menos dependiente de la industria pesada. Y Sudáfrica sufrió por la corrupción, la baja inversión y los conflictos laborales.
Estos desafíos demostraron la fragilidad del bloque como una unidad política coherente. Las diferencias en sus sistemas políticos, modelos económicos y prioridades nacionales dificultaron la acción conjunta.
BRICS+: expansión y ambición global
En 2023, el grupo anunció su primera gran expansión. Invitaron a Argentina, Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán a unirse al bloque. Aunque Argentina rechazó la invitación y Arabia Saudí aún no ha confirmado su adhesión, los demás países se integraron en 2024, dando origen al nuevo formato: BRICS+.
Esta ampliación refleja el interés de varios países del sur global por formar parte de un eje alternativo al liderazgo occidental. Con esta nueva configuración, los BRICS+ buscan impulsar un nuevo orden internacional multipolar, donde las potencias emergentes tengan voz propia y mayor autonomía financiera.
Retos del futuro
A pesar de su peso global, los BRICS+ enfrentan serios desafíos:
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La falta de cohesión política y económica entre sus miembros.
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Las tensiones geopolíticas internas, como las disputas entre India y China.
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La dependencia de materias primas y la volatilidad de los mercados.
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La compleja relación con Estados Unidos, la UE y otras potencias.
Para consolidarse como un bloque sólido, los BRICS+ deberán superar sus diferencias, articular una agenda común, y demostrar que pueden ofrecer soluciones reales a los problemas del sistema actual.
¿Qué implicaciones tiene para Colombia ser parte de los BRICS?
El reciente ingreso de Colombia al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) marca un hito en su política exterior y en su estrategia económica a largo plazo.
Este movimiento, impulsado por el presidente Gustavo Petro durante su visita a China en 2024, posiciona al país dentro de una red financiera alternativa al FMI y al Banco Mundial, organismos dominados históricamente por potencias occidentales.
La adhesión le permite acceder a líneas de crédito más flexibles para financiar proyectos clave en infraestructura, salud, energías renovables y desarrollo sostenible, pilares centrales en el programa de gobierno colombiano. Este paso también fortalece los vínculos con China, al haberse vinculado previamente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, en un claro giro hacia un modelo de alianzas más diversificado.
No obstante, la incorporación de Colombia al banco de los BRICS no significa una membresía plena dentro del bloque geopolítico.
Según el propio Gobierno, aún no se ha presentado una candidatura formal para ingresar como miembro total del grupo. Sin embargo, este acercamiento refleja una reconfiguración estratégica de Colombia dentro del escenario internacional, en un momento en el que muchas economías emergentes buscan alternativas de desarrollo menos condicionadas por Washington. En medio de las tensiones políticas con Estados Unidos y un mundo cada vez más multipolar, este paso hacia el NDB podría abrirle a Colombia una puerta hacia un nuevo tipo de liderazgo regional y una mayor autonomía financiera.
Lo cierto es que los BRICS+ representan una nueva etapa en la evolución del poder global. Aunque sus miembros tienen realidades muy distintas, comparten una visión: redefinir las reglas del juego internacional. Si logran coordinar sus estrategias, podrían convertirse en uno de los actores más influyentes del siglo XXI.