—¿Por qué no crees en Dios? —Me pregunta Lucrecia Villarraga.
—Entre otras razones, no puedo creer en un dios tan injusto y cruel con los niños, que son inocentes —le respondo.
—Nosotros podemos verlos como niños inocentes, pero quizá son un espíritu que en otra encarnación fue un abusador sexual —responde la mujer muy seria. No puedo verle los ojos porque tiene puestas gafas de sol. Solo puedo ver mi propio reflejo y me veré a mí misma durante toda la entrevista.
—¿Pero entonces todos estos espíritus pedófilos se reunieron en África? —Vuelvo a insistir.
—Los espíritus malos, remalos, todos tienen un lugar a donde ir, por eso les dicen los espíritus de las sombras. Esos espíritus tienen quizá muchos compromisos para hoy recibir esto tan comprometedor. Uno no puede echarle la culpa a Dios. Dios le da a uno el libre albedrío. Uno puede hacer lo que quiera. Ley de causa y efecto. Tenemos que sufrir lo que hemos hecho.
Lucrecia Villarraga, de 77 años, es quien está al frente de la Asociación Espirita Senderos de la Esperanza, un grupo de espiritistas que se formó hace casi 45 años. Sin embargo, Lucrecia es clara sobre el hecho de que ella no es la líder, pues en el espiritismo hay ausencia de jerarquía sacerdotal, que es una de las diferencias con el catolicismo, al que tanto se asemeja.
—¿Qué relación tiene el espiritismo con la iglesia católica?
—Nosotros damos una mayor claridad. Es una fe racional, no es: “Tenga fe, cierre los ojos y crea”. Acá les decimos: “Abra los ojos e investigue”. Aquí no atemorizamos a la gente con el infierno, ni tenemos ritos, no adoramos imágenes. Aquí interrogamos y estudiamos.
De hecho, Allan Kardec, un francés que nació a principios del siglo 19, que fue el sistematizador del espiritismo (y no su creador), comenzó por cuestionar los principios de la doctrina y fue quien escribió los cinco libros de la codificación espiritista que uno debe leer para considerarse espiritista y así poder asistir a sus sesiones de experimentación en las que se intenta la comunicación con algún espíritu que esté dispuesto a hacerlo. No todas las veces lo logran, a veces, dice Villarraga, solo se siente la presencia de energía.
Lucrecia siempre ha creído en Dios, y fue cuando tenía más o menos 20 años que descubrió sus facultades. Su mamá tenía un grado de sensibilidad, veía presencias. Su abuela materna también. Lucrecia a veces percibía cosas y tenía sueños reveladores. Cuando iba a entierros sentía mucho miedo y angustia, prefería no mirar al muerto porque si lo hacía podía seguir viéndolo con los ojos cerrados. Tenía muchos sueños en los que volaba por encima de ciudades, y cuando visitó Toledo, España, por primera vez, sintió que ya conocía sus paisajes y sus calles. Ya lo había visitado en sueños. Una tarde estaba recostada en su cama y de pronto comenzó a hablar con un acento portugués y se dijo a sí misma sin entender lo que estaba pasando: “Hoy florece tu facultad. No te asustes, no va a pasar nada. Son espíritus buenos que te asisten”. Afirma que sintió algo muy lindo en su espíritu y su ser y entonces comenzó a asistir a un grupo Espírita, a donde llegó con su esposo que ya asistía a ese grupo.
Los espiritistas creen que somos espíritus que viven durante muchos siglos en un camino hacia la evolución. Si en esta encarnación una persona no puede tener hijos, es posible que en una vida pasada haya sido abortista. Entonces en la próxima encarnación deseará un hijo y no lo tendrá. Es compromiso de ley de causa y efecto, una especie de karma. Cada encarnación es un destino diferente, es como si el destino se reciclara con cada nueva encarnación. “Nos estamos endeudando”, asegura Lucrecia. El espíritu no tiene género, entonces cuando encarna elige ser hombre o mujer dependiendo el período de su evolución en que se encuentre.
Cuando un espíritu se suicida, por ejemplo, siempre tiene un período muy largo de turbación, hasta que entre en razón. Si un espíritu iba a vivir 70 años y se suicida a los 30, queda en período de turbación durante los siguientes 40 años hasta completar lo que el espíritu estaba destinado a vivir. A veces son suicidas repitentes que lo han hecho en sus diferentes encarnaciones. Todos los espíritus encarnados están comprometidos con una deuda del pasado, y durarán siglos para liberarse.
Así es que los espiritistas no entienden la muerte como el final, sino como el comienzo de una nueva etapa. Un viaje, la continuación del camino. Por eso, la muerte de su esposo Hernando hace algunos años no fue algo traumático para ella. Y además asegura que se encuentran en sueños. Lucrecia asegura que cuando el cuerpo duerme el espíritu viaja por muchos lugares y se encuentra con otros espíritus.
—¿Cómo puede afirmar el espiritismo que es una ciencia si la ciencia ni siquiera ha comprobado la existencia de espíritus?
—El espíritu es energía y la ciencia quiere algo tangible. En Brasil han hecho experimentos donde un espíritu ha dejado plasmada su huella. Ya la ciencia se está encargando de investigar los espíritus.
—Si creen en la encarnación en otros planetas, ¿también creen en la vida extraterrestre?
—Claro que sí. Aquí estamos en un planeta de expiación y de prueba, pero en el firmamento y el universo hay muchos mundos superiores e inferiores a la tierra.
—El Dios en el que ustedes creen, ¿ni premia ni castiga?
—Absolutamente no. Él nos deja libertad para hacer lo que queramos.
—¿Qué es el alma?
—Cuando el espíritu está encarnado, le dicen alma. Cuando está desencarnado se le dice espíritu.
—Si el espiritismo es tan efectivo, ¿por qué no han utilizado esa posibilidad de comunicarse con el más allá para cambiar al mundo?
—Sí se ha mejorado y se seguirá mejorando. Llegará un día en que el planeta Tierra desaparecerá y todos estos espíritus que no han progresado irán a un plano inferior y los que han progresado irán a un plano superior. Cuando todos los espíritus tengan claridad ya no llegarán espíritus negativos.
—¿Por qué no usar el espiritismo para encontrar al culpable de crímenes no resueltos?
—Es Estados Unidos lo hacen, pero tiene que ser un médium muy bien formado y siempre y cuando que Dios permita que esa situación se dé. A veces los espíritus no lo revelan para que no haya más derramamiento de sangre y más odio, porque muchas veces son personas que se conocen entre sí, entonces son crímenes que quedan casi entre familia.
—¿Cómo saber cuándo un médium es un impostor?
—Porque cobra. Con las facultades no se puede comerciar, no se puede vivir de ellas porque Dios nos las da y lo que recibes gratuitamente, gratuitamente tienes que dar. Nosotros jamás le cobramos los servicios a la gente. Además, cuando un médium te dice que se puede comunicar con quien quieras comunicarte, eso no es así, no funciona así. Eso se da de forma natural, el espíritu se comunica si así lo desea.
Para alguien que no cree en Dios, creerse el discurso de esta señora es complicado. Por esta razón, durante toda la entrevista no dejo de pensar en que ha habido grandes hombres espiritistas, como el presidente norteamericano Abraham Lincoln de quien se dice tomó muchas de sus decisiones políticas y escribió varios discursos asesorado por espiritistas. Se dice también que su mujer, Mary Todd Lincoln, era espiritista, y que cuando murió su hijo Willie, ambos participaron de las llamadas sesiones de experimentación espiritista con el fin de comunicarse con su espíritu. Otros reconocidos espiritistas fueron el escritor francés Victor Hugo, el novelista inglés Charles Dickens y el médico y escritor escocés Arthur Conan Doyle.
—¿Es verdad que jugar a la ouija es peligroso?
—Es muy peligroso, es un arma de doble filo. Puede llegar cualquier espíritu a tomar posesión de quien juega y no sabe lo que está haciendo. Es mejor estar acompañado de una persona que conoce del tema. Las personas a veces tienen un grado de sensibilidad que a veces no conocen. Hay que tener un adoctrinador.
—¿Conoce lugares en Bogotá que tengan presencias de espíritus malignos?
—Generalmente en los mataderos de animales, o en las discotecas hay vibraciones muy feas. Se llaman espíritus vampiros que te hacen beber y tener sexo. Lo sitios donde se hacen negocios sucios. Son espíritus bajos que se apegan a los lugares. En las cárceles, en sitios oscuros como los hospitales. A veces esos espíritus no son malos, pero están ahí porque no han podido desapegarse. A veces por lazos sentimentales o familiares, o por lo material, el dinero, o propiedades que no querían dejar. En un restaurante frente a la Plaza de Bolívar hay presencias, todo un tráfico como si fuera de verdad. Una vez en el Castillo Marroquín sentí que las presencias me amarraban los pies y no me dejaban mover. Allí experimenté un movimiento de espíritus jóvenes españoles.
—Cuando se contacta con un espíritu, ¿cómo sabe que se trata de quien dice ser, y no de un espíritu impostor?
—El espíritu se conoce más por el mensaje que da, no por el nombre que nos diga. Si dice que es Simón Bolívar pero no habla de hechos históricos y sus batallas, pues no es Simón Bolívar.
—¿Existen espíritus que violan mujeres?
—Aquí hemos tenido muchachas que llegan con esas experiencias. Les dejan moretones y les muerden las piernas. A veces les esconden la ropa interior o les muerden los brasieres y los dejan llenos de huecos. Eso se da pero también se trata en el centro Espírita. Casi siempre hay conexión entre el espíritu y la persona.
Lucrecia Villarraga tiene afán. Hacia las dos de la tarde comenzará a pedirme que resuma mis preguntas pues tiene otro compromiso. Cuando nos despedimos me invita a asistir a una de sus reuniones pues considera que tengo cierta sensibilidad. Además me confesará que a pesar de que no creo en Dios, no sintió en mí presencias de espíritus bajos. Enhorabuena.
@Virginia_Mayer
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Casi 80 años dedicada a la búsqueda de espíritus
Jue, 13/02/2014 - 14:45
—¿Por qué no crees en Dios? —Me pregunta Lucrecia Villarraga.
—Entre otras razones, no puedo creer en un dios tan injusto y cruel con los niños, que son inocentes —le respondo.
—Entre otras razones, no puedo creer en un dios tan injusto y cruel con los niños, que son inocentes —le respondo.