¿Cómo se adaptan los servicios de inteligencia de los países a las nuevas tecnologías?

Mié, 10/02/2021 - 09:41
La entrada de los teléfonos inteligentes y las redes sociales en el campo de batalla inauguró la era de oro de la llamada 'inteligencia abierta'.

Las actividades de inteligencia actuales pasan por tiempos buenos y malos a la vez ante la era del conocimiento. El statu quo de la inteligencia se enfrenta a una ola de cambio, tanto en el marco de una disciplina intelectual como en el de su funcionalidad pública.

Con el avance de la era digital, el mundo de la inteligencia está sufriendo un cambio radical. La tecnología y la creciente interconectividad siguen siendo el epicentro de este cambio.

Lo primero que se debe hacer para adaptarse a la nueva era es entender el papel de Internet, las redes sociales y demás plataformas digitales a la hora de recabar información en el campo de batalla. Hoy por hoy, cada conflicto armado tiene un frente en Internet y una dimensión de la geopolítica del conocimiento.

La entrada de los teléfonos inteligentes y las redes sociales en el campo de batalla inauguró el comienzo de la era de oro de la inteligencia abierta (OSINT). Durante la operación hibrida del Ejército ruso en el este de Ucrania hace unos años, la información compartida por sus efectivos en las redes sociales, a sabiendas o sin querer, proporcionó un conocimiento valioso sobre su ubicación, armamento empleado y logística. Lo mismo ocurre con el personal del Ejército sirio.

Un arma en el campo de batalla o el personal de seguridad que escolta a un general del régimen sirio pueden ofrecer una información muy valiosa a los diversos centros de investigación en todo el mundo, así como a los servicios de inteligencia. La cuestión radica en el nivel de adaptación de las Fuerzas Armadas a esta nueva realidad.

En los últimos años, el Ejército ruso ha prohibido a sus efectivos publicar cualquier contenido en sus redes sociales. Sin embargo, este tipo de prohibiciones solo es efectivo con unidades de élite disciplinadas y bien adiestradas. En un entorno de guerra híbrida con gran cantidad de grupos proxy, mercenarios y paramilitares, su efectividad disminuye debido a la falta de disciplina digital. Así mismo, solo es efectivo si estas prohibiciones se aplican a ambas partes beligerantes.

De momento se desconoce el alcance total y los límites de la OSINT. En el caso de un análisis cumulativo, el contenido compartido en las redes sociales y los instrumentos de comunicación digital pueden proveer a los analistas de la OSINT con una información y detalles impensables hace unos años.

También merece la pena investigar el efecto de las imágenes tomadas por aeronaves no tripuladas y publicadas en las redes sociales.

La inteligencia de imágenes es otra rama de la OSINT que se ha desarrollado en los últimos años con la generalización de los satélites comerciales. Hoy, los analistas se aprovechan de las imágenes obtenidas por estos satélites a la hora de analizar instalaciones estratégicas como las bases de lanzamiento de misiles balísticos en Corea del Norte y el despliegue de los milicianos iraníes en los Altos del Golán.

Este tipo de inteligencia está explotada por empresas privadas y centros de investigación más que por gobiernos. A la hora de evaluar a las agencias de inteligencia también hay que tener en cuenta sus apéndices no gubernamentales. Algunos servicios de inteligencia ya han empezado a privatizar la obtención de información a empresas y centros privados.

Hace 30-40 años, la información y los detalles sobre armas, vehículos e instalaciones militares era un secreto bien guardado y solo podía ser revelado a través de actividades de espionaje muy secretas y complejas. Hoy, esta información está al alcance de cualquiera que se subscriba a los servicios de proveedores de imágenes satelitales o que adquiera un informe de cualquier centro de investigación internacional.

Edward Lucas sostiene que la inteligencia se ha vuelto menos “esotérica” con la llegada de la era digital. “El secretismo extremo no protege a los países de sus enemigos. Estos métodos solo protegen a los burócratas sin tener que investigarlos”, dice Lucas.

Esto no significa que la inteligencia se volverá más transparente. Mientras no ocurra un cambio radical en el actual sistema de Estados-Nación, los actores de la ONSIT no tendrán acceso a las áreas dominadas por los servicios de inteligencia. Sin embargo, los límites del secretismo, así como de la capacidad de mantener la información en secreto han empezado a cambiar. Hoy en día ya no se puede ocultar un ataque con armas químicas o el derribe de un avión comercial con un misil superficie aire (SAM) ruso.

La era digital no es el fin de los secretos, sino su adaptación a una nueva realidad que todavía no ha terminado de formarse. La OSINT tiene que ver con una nueva estrategia y una habilidad de adaptación. 

Por: Can Kasapoglu, director del Programa de Investigación de Seguridad y Defensa en el grupo de expertos EDAM con sede en Estambul. / Anadolu

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